8.10.2022
Por Juana Galarraga
Torneo de fútbol impulsado por Pan y Rosas en el Bajo Flores, Capital Federal, a beneficio del Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias. Recorrida por los contornos de Barrio Rivadavia y la 1-11-14.
Milagros tiene 22 años. Sabía que el torneo de fútbol femenino era a beneficio del Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias de San Luis. La propuesta le pareció bien, aunque no conoce mucho al respecto. Conversa con La Izquierda Diario (LID) sentada en las gradas de cemento del polideportivo del Bajo Flores. El objetivo es juntar plata para que otras mujeres puedan ir. Es domingo 18 de septiembre y por suerte el sol no pega tan fuerte sobre las canchas rasposas de la esquina de Cobo y Curapaligüe. Acaba de perder el primer partido con Utera.
Sus compañeras de equipo, Dream Team Argentina, se enteraron del torneo a través de una amiga del barrio que vio la invitación por internet. Así llegaron al evento organizado por la agrupación feminista socialista, Pan y Rosas, impulsada por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) e independientes.
• Venimos como tres veces a la semana y jugamos, nos movemos un poco. Nos enteramos más que nada por eso, somos de la zona.
La mayoría del equipo vive por el Bajo Flores y Pompeya.
• Nosotras jugamos siempre en la cancha por eso las chicas dijeron qué tal, participamos porque es un buen beneficio, apoyemos, hoy pueden ser ellas, mañana podemos ser nosotras. Y las chicas se animaron, nadie dijo no – suma Sol, otra jugadora del Dream Team.
Milagros tiene un emprendimiento de fabricación de ropa con su pareja. Tienen dos hijos chiquitos.
• ¿La situación en tu barrio cómo la ves? ¿Cómo está económicamente?
• Hay gente que no llega a fin de mes, otra gente que va como puede o que no tiene ayuda. Por lo menos hay varios comedores en el barrio. Ahí te dan mercadería para tener en la semana o el mes. Generalmente son fabricantes, costureros. Son trabajadoras y trabajadores porque los chabones, los hombres de la casa, se rompen el lomo. Las mujeres también trabajan y cuidan a los hijos. Por ejemplo, con mi pareja nos repartimos las tareas, trabajamos los dos, hacemos las cosas los dos y con los pibes juntos.
Desde Cobo y Curapaligüe: un laberinto llamado Bajo Flores
En el cruce con Curapaligüe, Cobo se bifurca. En una línea recta sigue con el nombre Pasaje Guerra Gaucha que atraviesa el Barrio Rivadavia I. Corea dibuja una curva que se desprende de Cobo y da una vuelta hasta que se acomoda casi en paralelo a Curapaligüe. El polideportivo del Bajo Flores es como una panza encerrada entre Curapaligüe y la vuelta que da Corea cuando se desprende de Cobo. Curapaligüe, por su parte, al cortar con Cobo se convierte en Presidente Camilo Torres y Tenorio.
Desde el lado de enfrente se ven las casas y las entradas a lo que el Gobierno de la Ciudad marca como territorios urbanizados. Una calle que abre deja ver un mural, al fondo, que dice “Barrio Rivadavia”. La curva alrededor del poli va en subida y da la sensación de que se avanza en espiral.
Avanzamos hasta el cruce con avenida Castañares, que bordea la villa 13 Bis. Doblamos a la izquierda. De la mano de enfrente hay un consultorio dental. Hay varios por la zona. Hay puestos de feria ambulante en las veredas. Ropa, chucherías, herramientas, especias, productos fraccionados, cosas usadas, cosas nuevas, verdulerías, comida.
Las casas son de material, pero precarias. Hay muchas en construcción. Pasamos frente a un templo: “Jesús, camino de vida”. Cruzamos la calle Lautaro. En la cuadra siguiente está el Centro Barrial San Francisco.
Los puestos de venta se condensan. Hay que avanzar entre el tumulto. La cantidad de oferta de cosas no deja distinguir el límite de un puesto con otro. De la mano de enfrente está la terminal de la línea 26 de colectivos.
En la esquina de Castañares y Bonorino hay una plazoleta. Niños y niñas juegan dentro de un círculo enrejado, bordeado por el paredón del centro San Francisco y hacia adentro de la manzana, la otra punta de Pasaje Guerra Gaucha que atraviesa el barrio Rivadavia I.
En el cruce de Castañares con Bonorino la presencia de puestos de feria es más espesa. Los toldos de lona verde y negra tapan el sol y se arman pasillos cerrados. El olor a carne quemada y a frituras se mezcla con especias. Hay una superposición de músicas que suenan indistinguibles de fondo. Parrillas, planchas, ollas, largan vapores que se condensan bajo el cielo de toldos. Una niña de pelo morocho y largo, de unos 11 o 12 años, manipula una máquina de jugos.
Avanzamos entre los puestos sobre Bonorino. Más adentro la feria toma la forma de dos pasillos entre tres filas de puestos. Las familias comen o hacen la sobremesa en la trastienda. Huesos de pollo, salchipapas, carne a la plancha. Una chica que también tiene pelo largo, lacio y bien negro, come un helado celeste sentada al lado de su puesto.
Es un día laboral, de supervivencia, pero también de fiesta. La gente sonríe, baila, bebe, come, canta. Vende. Trabaja. En un puesto hay dos hombres rodeados de pares de zapatos y herramientas. Uno de ellos, de 30 y pico o 40, arregla una zapatilla. También hay puestos con máquinas de coser y gente que elabora ropa.
Los puestos siguen siendo de chucherías, ferretería, comida, especias, verdulerías, ropa, productos de almacén. Hay varios puestos con ofertas de papel higiénico. Cajas con ofertas de todo por $300. Hay puestos de medicina alternativa, con sobrecitos de polvos para problemas de salud y latitas de ungüentos. Hay varios puestos de venta de hilos e insumos para el trabajo textil.
Un joven de 20 años o menos, en cuero, se interpone en el camino cuando pasamos. Sacude el pecho y bambolea los hombros al son de una cumbia. Sonríe. Su amigo, adolescente, se ve avergonzado.
• Qué pelotudo que sos… – suelta entre dientes.
Hay hombres vestidos de negro con handy y chalecos de grafa blancos. En la espalda la consigna en letras rojas: ordenamiento control feria Bonorino. Hay una piba de veinte y pico, también vestida de negro con el chaleco.
Del lado izquierdo de Bonorino, las casas precarias del Rivadavia I. Del lado derecho hay monoblocks y lo que el mapa indica como la 1-11-14.
Frenamos a una cuadra antes de llegar al Barrio Rivadavia II, hasta donde se extiende la feria, en la esquina de José Hernández y Bonorino. Volvemos a Castañares y doblamos a la derecha. En una esquina cruzamos una familia de unas seis personas que conversan, como en una polémica, de sobremesa. Un hombre tiene una máquina de costura y herramientas. Arregla otra zapatilla. Doblamos a la izquierda por Corea. Desde un local sentimos olor a panqueques con vainilla. En la vidriera hay unos waffles recién hechos con forma de pez.
• Pregunte, pregunte – suelta un señor coreano que come en el fondo con su familia.
Seguimos por Corea, que cruzando Saraza, se convierte en Carabobo.
Deporte, política, solidaridad: lazos de una familia más allá del Bajo Flores
Lázara, de 22 años, habla después de ganar un partido con Las Fundamentalistas del Fernet. Llegó por la invitación de otra fernetera que le habló por primera vez del Encuentro. No vive en el Bajo Flores, pero comparte con el barrio la base de los problemas: la precarización del trabajo y de la vida.
• De lunes a viernes hago reparto de medicamentos, el fin de semana trabajo en un boliche a la noche y a la tarde ayudo a mis abuelos en un negocio de churrería. Estudio Comercio internacional también, así que tengo la tardecita libre y nada… duermo poco para poder aprovechar el tiempo. No sé de dónde saco energía…
Es la primera vez que participa de algo relacionado a la lucha por los derechos de las mujeres.
• Recién con este grupo, me estoy empezando a meter en política – aseguró sobre el grupo de fútbol femenino con el que entrena cada jueves.
En el caso de las Esportianas, la idea de formar un equipo femenino surgió de su DT, Francisco, de 33 años. Les propuso empezar a jugar a las mujeres que iban a alentar a su equipo de fútbol masculino todos los fines de semana.
• Ellas lo veían de afuera y yo les dije, es hora de probar – cuenta Francisco.
Por eso ahora está orgulloso de las Esportianas. El primer partido que jugaron le pareció excelente.
• Se vive alegría, compañerismo. Estamos muy contentos porque es el primer torneo que tienen y es un ambiente muy agradable para que inicien. Las chicas están muy contentas, fue un resultado cerrado, dos a uno, estuvimos ahí de empatarlo.
• ¿Cómo se enteraron y cómo decidieron venir?
• Una de las compañeras del equipo trajo la propuesta, nos pareció bárbaro no solamente participar de nuestro primer torneo, sino también encarar algo bueno, un proyecto de bien. Y las chicas la están pasando bien, lo mejor de todo es que se diviertan y la pasemos bien en esta gran familia.
Cobo y Curapaligüe: zona de precariedad y punto de organización
El 20 de septiembre trascendió la noticia de una joven de 22 años que fue drogada y secuestrada a la salida de una fiesta en el barrio Rivadavia. En algún momento pudo llamar al 911 y cantó el dato que le salvó la vida: la única referencia que podía dar de su paradero, era el grafiti que llegaba a ver frente al domicilio donde la tenían retenida. La denuncia por hechos de este tipo en la zona es frecuente. Por eso en el Bajo Flores existe una red de mujeres organizada para actuar rápido cuando se dan cuenta de que les falta una piba.
Sucede en la ciudad más rica del país, bajo el control territorial de fuerzas federales, como la Gendarmería. La misma que en junio de 2020, plena cuarentena, asesinó a sangre fría y por la espalda a Facundo Scalzo en la esquina de Alfonsina Storni y Pasaje Roldán, límite entre Barrio Rivadavia I y II. En 2016 12 gendarmes dispararon contra una murga de niños y niñas de entre 5 y 10 años en ese mismo barrio. Esta vulnerabilidad extrema de la juventud y en particular de las mujeres, se cruza con la precariedad de los aspectos más elementales de la vida.
El 25 de agosto de 2022 circuló el posteo de un docente de la Escuela Primaria N° 12 DE 19 que denunciaba la presencia de ratas en el establecimiento.
Durante la pandemia hubo persistentes acciones de lucha en el Bajo Flores, organizadas por trabajadores, trabajadoras, de la educación, la salud y diversos rubros; estudiantes, desocupados y desocupadas, familias, organizaciones barriales, políticas, sociales y de izquierda.
En agosto de 2021 cortaron Cobo y Curapaligüe y se movilizaron al Instituto de la Vivienda de la Ciudad. En julio se realizó una asamblea presencial. La entrega de viandas en las escuelas suspendida por el Gobierno era uno de los principales reclamos. En junio de 2021 se realizó otro corte y “frazadazo” en Cobo y Curapaligüe. Reclamaban contra el frío en las escuelas, pedían vacunación masiva, IFE para todos, ayuda alimentaria, vivienda y trabajo digno, conectividad y dispositivos para estudiar.
En diciembre de 2020 se realizó un torneo de fútbol femenino en el polideportivo impulsado por La Red de trabajadorxs precarizadxs. Participaron jóvenes de Guernica en lucha por vivienda. En octubre de ese año se realizó una caravana en el barrio por una cuarentena con vivienda digna y sin hambre. Un relevamiento de la red de docentes, familias y organizaciones del Bajo Flores que alcanzó a 900 hogares, registraba 4 manzanas sin agua. Muchísimas familias acumulaban meses de deuda de alquiler y algunas fueron desalojadas. En mayo se realizó una jornada de cortes de calles y asamblea, para visibilizar la situación crítica de la población de la Villa 1-11-14, docentes, Cesacs y el hospital Piñero.
Salud, educación, vivienda: el ajuste con perspectiva de género
Marina es docente, vive en Bajo Flores y trabaja en dos escuelas de la zona. Su colega Jaqueline trabaja en escuelas de Soldati y Lugano. Jugaron con las pecheras rojas de Fulbixto. Empezaron hace tiempo con un equipo mixto con otros docentes del barrio y participaron del evento de fútbol femenino que se hizo en 2020.
• Con un sueldo está difícil vivir, llegás a… ya no es mitad de mes… llegás a los 10 días y para atrás. Entonces no me quiero imaginar las familias… – arranca Marina – igual ya hace años que solventamos fotocopias, ponemos los libros, pero cada vez pedimos menos porque sabés que están apenas con el mate cocido, está cara la ropa, caro el fideo y es complicada la situación de toda la clase obrera.
Jaqueline vino de Perú y milita en una organización de mujeres migrantes.
• Muchas familias se han quedado sin trabajo y se nota, se siente en el ambiente, muchas veces en los enojos, la violencia… nosotras también estamos un poco haciendo el rol de psicólogas, de contención con las familias, lamentablemente hay un abandono de parte del Gobierno de la Ciudad y también del gobierno nacional, seamos realistas – dice.
Ambas saben al servicio de qué está el ajuste que sufren en sus bolsillos y en las escuelas:
• Siempre, el FMI cuando ha intervenido es para ajustes y siempre la clase trabajadora es la que más lo siente. Nosotras como docentes también lo sentimos, nuestro sueldo ha quedado pero… – lanza Jaqueline. Marina completa:
• Están bajando sueldos en general, estamos cobrando menos que hace cuatro años, y esto tiene que ver con el FMI.
Marisel, de 42 años, fue la arquera de Utera, el equipo ganador del torneo. Es maestra de enseñanzas prácticas en el área de taller de la escuela técnica Ottro Crause y en la técnica Fragata Escuela Libertad.
• Como ya sabemos para las mujeres se complica muchísimo cualquier tipo de ajuste en la cartera educativa – afirma.
• Una enfermera tiene un salario de casi 70 mil pesos. La gran mayoría tiene dos trabajos. Hablamos de pluriempleo y salario por debajo de la canasta básica. En lo que va de estos cuatro años perdimos más del 60 % del salario… – denuncia Claudia, enfermera del Garrahan.
Tiene 48 años y se acercó invitada por trabajadoras de la salud de la Agrupación Marrón y militantes del PTS, que montaron una posta sanitaria en la esquina del polideportivo durante el torneo.
Naila de Lugano jugó con las ferneteras:
• Las mujeres tenemos menos posibilidades de trabajo. Lo mismo la juventud, por ejemplo, yo no puedo irme a vivir sola porque no tengo un trabajo en blanco y en todos lados para alquilar te piden que estés en blanco, depósito y un montón de plata y requisitos que la juventud no puede cumplir.
• ¿Pensás que el Gobierno tiene algo que ver con todo esto?
• Todas las decisiones políticas tienen que ver, la inflación, el ajuste, el FMI, todo nos manejan desde afuera siempre. Y si no se hace algo…
Salidas desde el corazón del laberinto
Los testimonios y la realidad del barrio dan cuenta de cuál es el telón de fondo del 35° Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias. En los últimos días se sumó la represión por parte del Gobierno nacional a mujeres mapuche en lucha por sus tierras en Río Negro.
La respuesta represiva y criminalizadora del Frente de Todos no tiene nada que envidiarle a la de Larreta y su ministra de Educación, Soledad Acuña, al reclamo de estudiantes y la comunidad educativa porteña contra el ajuste en las escuelas de las últimas semanas. De un lado y otro todos los ataques están al servicio del ajuste para pagar la deuda ilegal y fraudulenta. Las direcciones de los sindicatos son cómplices de este plan y se pasean por la Embajada yanqui en vez de luchar.
Claudia fue a muchos encuentros pero este será el primero con Pan y Rosas. Dice que se siente de izquierda y se identifica con “un comunismo, o un socialismo”, aunque está en un proceso de apropiación de las ideas. También entiende que la crisis que ve todos los días es por pagarle al FMI:
• No puede ser, millones y millones se van por la soja y el maíz y acá en el Chaco, en el norte hay más del 60 % de desnutrición. Los trabajadores y las trabajadoras tenemos que regular todo esto porque no se puede más.