Se cumplen 20 años del caso Ezequiel Demonty
21.9.2022
Por Luciana Rosende
En medio de golpes y a punta de pistola, el joven y sus amigos fueron obligados por nueve policías a tirarse al Riachuelo. Era una forma de tortura habitual en el sur porteño. Pero el caso marcó un quiebre. Nueve agentes fueron condenados, en un hecho que se volvió emblema en la lucha contra la violencia institucional.
“A veces cuando te preguntan cómo estás decís ‘estoy quebrada’. Pero en realidad no. Porque viendo todo lo que pasó en este tiempo, con mis hijos también militando, la lucha por Ezequiel se hizo más grande. Y más jóvenes militan con la bandera de Ezequiel como lucha contra la violencia institucional. Eso te llena el alma. Como decimos con mis hijos, Ezequiel no es más nuestro: es de todos”. Quien habla es Dolores Sigampa. Dolly, para todo el mundo. La mamá de Ezequiel Demonty, el joven de 19 años que el 14 de septiembre de 2002 fue obligado por policías federales a arrojarse al agua desde Puente Alsina –en Pompeya- en medio de una persecución entre golpes y a punta de pistola. Siete días después, su cuerpo apareció en el Riachuelo. Fue el 21 de septiembre de 2002: se cumplen 20 años de un caso que se convirtió en emblema de lucha contra la violencia institucional.
“Hubo muchos casos antes, como Sebastián Bordón (en Mendoza) o Miguel Bru (en La Plata). Pero no tanto en CABA. Y yo siempre digo que no soy una heroína que enfrentó a la Policía. Yo salí a buscar a mi hijo. Lo particular fue que en los barrios se empezaron a levantar todos. Eso era algo raro en las villas. Porque no eran de salir a reclamar. Ahora sí. Ya en la primera marcha que hicimos para buscarlo vinieron vecinos conocidos y otros de Lugano, de Ciudad Oculta, de Soldati, de Zavaleta. Muchas personas de los barrios. No era gente que habitualmente acompañara a familiares de víctimas. En nuestros barrios no podías denunciar porque la policía te amenazaba. Optabas por la seguridad de tu familia. Pero desde ahí se empezó a denunciar más. Hubo un antes y un después”, dice Dolly.
Ese punto de inflexión implicó ponerle freno a una práctica que “era habitual en el sur de la Ciudad: obligaban a los pibes a tirarse al Riachuelo”. Después eso en el barrio se cortó. Sin embargo, la modalidad policial persecutoria que violenta cuerpos hasta lanzarlos al agua continuó y continúa en otros puntos del país. Uno de los casos más recientes fue el de Lautaro Rosé, en Corrientes. O Franco Casco, en Santa Fe, cuyo cuerpo apareció flotando en el Río Paraná. O Santiago Maldonado: desaparecido en el marco de una represión de Gendarmería y hallado en el Río Chubut.
A partir de la lucha por verdad y justicia para Ezequiel, la mujer impulsó la creación de la agrupación Madres en Lucha, contra la violencia policial que arremete especialmente contra pibes pobres. “El lema nuestro es que nunca más sea nunca más. Muchos agarramos esa frase. Pero cuando pasan los años te das cuenta que ese nunca más no llega. Tiene que llegar”, remarca. “Tenemos gobiernos como los de Néstor y Cristina, o ahora Alberto y Cristina, pero siguen matando pibes. Sin embargo hay una diferencia. En el gobierno anterior se avalaba la pena de muerte. Si recibís en Presidencia a un oficial que mató por la espalda y lo felicitás, no es lo mismo”, compara en alusión al caso de Luis Chocobar, el policía que mató a un presunto delincuente y fue elogiado y celebrado por Patricia Bullrich y el gobierno de Mauricio Macri, en lo que se instauró como la Doctrina Chocobar.
Verdad y justicia
La justicia por el caso de Ezequiel llegó en 2004. Fueron condenados a prisión perpetua el subinspector Gastón Somohano, a cargo del operativo; el inspector Gabriel Alejandro Barrionuevo; y el cabo Alfredo Ricardo Fornasari, por los delitos de tortura seguida de muerte, privación abusiva de la libertad y torturas reiteradas. Los otros recibieron entre 3 y 5 años. “Hubo nueve detenidos y todos fueron condenados. En su momento dije que lo único que quería era la verdad y que no los iba a perseguir judicialmente, y así lo hice. Si bien a los que les dieron cinco años merecían una condena mayor, acepté la condena porque dijeron la verdad. Fue parte de que el juicio saliera como salió”, dijo Dolly sobre los oficiales que hablaron.
Eso ayudó a reconstruir que en la madrugada del 14 de septiembre de 2002 Ezequiel Demonty salió del boliche “Panambi” con sus amigos Claudio Maciel, de 14 años, Julio Paz, de 18, y una adolescente llamada Gloria, de 17. Fueron en taxi al barrio Illia, en Pompeya. Ezequiel pasó por su casa a dejar una campera y los cuatro caminaron hacia una remisería, porque Claudio necesitaba pedir un auto. Un patrullero de la seccional 34ª de la Federal llegó al lugar. Luego, se sumaron otros dos. Los agentes obligaron al grupo a tirarse al piso, los revisaron y golpearon. Argumentaron luego que buscaban al ladrón de una bicicleta.
A Gloria la dejaron ir. Los varones fueron obligados a subir a los patrulleros. Nueve policías los llevaron hasta orillas del Riachuelo, bajo amenazas y a punta de pistola. Y los obligaron a saltar. De acuerdo al expediente, Ezequiel fue el primero en entrar. Sus amigos lograron salir. Él permaneció desaparecido una semana, hasta que su cuerpo fue hallado en el agua.
Jésica, la nova de Ezequiel, cursaba por entonces un embarazo de tres meses. David, quien en marzo cumplirá 20 años, no llegó a conocer a su papá. Cuando tenía 15, durante la ceremonia que Dolores encabeza cada año en el Riachuelo en homenaje a su hijo, el adolescente quiso saber.
“Bajó conmigo a la orilla y me dice ‘¿acá lo tiraron?’. Le digo ‘sí, cuando quieras hablar con alguien hablá con tus tíos’, pensando que no se iba a animar a preguntarme. Me miró y me dijo ‘quiero saber ahora’. Ahí me quebré y le entró una realidad que quizás la madre no le había contado. Pero él la verdad la tenía que saber. Me abrazó, nada más. Después vinimos al festival y había un chico que hacía rap de barrio y contaba la historia de Ezequiel tal cual se la conté yo. Ahí David se quebró”, cuenta su abuela.
Esta tarde, como cada 21 de septiembre, Dolores, su familia y compañeres de militancia dejarán una balsa con flores y la imagen de Ezequiel en el Riachuelo. Será en Agustín de Vedia y 27 de febrero, allí donde el joven fue obligado a saltar. Además, destaparán la señalización del ex puente Uriburu –conocido como Puente Alsina-, que desde 2015 lleva el nombre de Ezequiel Demonty. Luego, el domingo 25 habrá un festival de cumbia y trap en Piedra Buena 3211, Ciudad Oculta.