8.4.2022
Por Ricardo Tasquer
“Las elecciones (del 2021) no ordenaron a Juntos por el Cambio. El macrilarretismo persiste como macrilarretismo, cuando el Jefe de Gobierno porteño y parte del establishment las imaginaron como la confirmación electoral de unas internas anticipadas”.
La política argentina es muy dinámica. Queda bien decir eso, ¿no? Parece que uno sabe y todo. Ahora, ¿qué pasa si sacamos la lupa con la que acostumbramos mirarla? Vemos que desde hace un buen tiempo tenemos un equipo estable de figuras políticas que se van agrupando en torno a dos ejes ordenadores: peronismo y no peronismo. Podríamos decir “proyectos de país” pero suena pretencioso si consideramos que son los no-alineados quienes suelen definir las elecciones. Éstos, por lo general, quieren que el gobierno gobierne, la oposición oposicione, los gremios gremien poco y el establishment no establishmentee mucho. En resumen: que no les rompan las pelotas. Es cuando esto último ocurre que se desacomodan los melones en los carros electorales.
Como apuntamos antes: son las coaliciones sociales las que dan vida, luego, a las coaliciones políticas. El ejemplo a mano es Juntos por el Cambio, obamistas de Donald Trump. Recordemos la convención radical en Gualeguaychú. Año 2015. Los analistas debatían si Macri se quedaría con la UCR, tío Plinio querido (!), o sería Massa quien se la llevaría puesta como bufanda (!!). La pregunta estaba mal planteada y era el radicalismo, la chica bonita del momento, quien decidiría —quizás la última decisión importante que tomaron desde la conformación de la Alianza con el Frepaso—. Para quien escribe ya en 2014 era lógico que se decantaran por el PRO. ¿Por afinidad ideológica? Sí, pero más importante fue que la base electoral tradicional del radicalismo ya se había desplazado hacia el PRO. Podríamos decir el “radicalismo cultural del interior del país” en 2008, pero deberíamos apuntar que el “radicalismo cultural de la culta Buenos Aires” ya había hecho lo propio antes. La política odia el vacío y el PRO había llenado ese casillero en CABA. Los intentos de Sergio por deskirchnerizarse y convertirse en representante de la región Centro no habían sido suficientes. No podían serlo, fue sólo instrumentalizado en 2013 porque el PRO era y es un partido porteño.
Vista así, la política argentina tiene un componente de estabilidad del que carecen los sistemas de algunos países vecinos. La “Homeostasis del sistema político argentino” es un buen título para el libro que no escribiremos porque, en definitiva, ¿quién quiere llenarse de oro? Dejá. Entonces, pese a las recurrentes crisis de representación, los ordenadores del sistema, sea del agrado de algunos o no, siguen siendo los apuntados en el párrafo inicial.
Intentaron modificarlo, claro: no fueron pocos los esfuerzos que los grupos de poder realizaron para separar peronismo de kirchnerismo y quedarse con lo primero, aún cuando saben que es la base y no la superestructura. Cristina misma intentó algo parecido con Unidad Ciudadana, pero en dirección inversa. Tuvo un éxito electoral relativo pero importante en términos de clivaje, al demostrar que kirchnerismo y peronismo eran lo mismo. De todos modos, fue finalmente el macrismo en el gobierno quien más hizo por peronizar a la sociedad, creando las condiciones para el nacimiento del Frente de Todos.
¿Quieren recapitular lo ocurrido en las últimas legislativas?
— No.
— Mala suerte.
Una de las razones para el festejo en la derrota del FdT, más allá de la recuperación posPASO, fue que las elecciones no ordenaron a Juntos por el Cambio. El macrilarretismo persiste como macrilarretismo, cuando el Jefe de Gobierno porteño y parte del establishment las imaginaron como la confirmación electoral de unas internas anticipadas. No ocurrió y la estrategia centrista de Rodríguez Larreta recibió un cachetazo con el crecimiento de los liberales. Éstos empujan la agenda hacia el darwinismo social pero, además, obligan ahora al primus inter pares de Juntos a un espasmo que desdibuja su idea del “gobierno del 70%” para no alienarse de la base conservador-reaccionaria que acompaña a Cambiemos. Esa que justamente le disputan los liberales. Como si se tratara de Patricia Bullrich o Milei, el otrora moderado Horacio dice “hay que sacarles los planes sociales a quienes corten las calles”, pero en mayúsculas y con cara de malo. Habla de los “planeros” pero en realidad quiere decir que comprendió que desmarcarse lo aisla de sus potenciales votantes. Intentó parecerse más a Mauricio que a Macri, pero quizás esto último sea una fatalidad. Pierde así eso que buscan los candidatos a presidente: la posibilidad de ocupar el centro.
Su pretendida centralidad se desvanece en la última encuesta publicada —justamente— en Clarín. Sí, falta mucho y medir intención de voto a más de un año es ciencia ficción, pero escuchame, Horacio, ¡Cristina está arriba tuyo y Macri te come los talones!* Entonces, no puede darse el lujo de permitir que continúen limándolo por derecha si pretende, al menos, conservar el círculo central en Juntos por el Cambio. Repliegue, que le dicen. Mientras Larreta se recuesta hacia la derecha, en el FdT Cristina se aproxima al centro buscando a Massa. Y aunque ese movimiento deba leerse dentro de la interna del Frente, resuena también afuera visto lo descripto en Juntos. En fútbol se llama ocupar los espacios.
Es cierto que la polarización discursiva persistirá —ya el approach alfonsinista de Alberto demostró que aplicar fuerza a un sistema de engranajes que la multiplique para otorgar aceleración a un elemento de giro centrífugo es un intento inútil en el vacío… Que ese discurso pedalea en el aire, bah—, pero a pesar de los espasmos de reposicionamiento en ambos espacios mayoritarios, el escenario no provee, al menos por ahora, incentivos para la aventura política. Es decir, apostar a la dispersión del voto en múltiples candidatos esperando el boleto a segunda ronda para agrupar recién en esa instancia al electorado. Esto siempre que la situación económica y social no sufra un mayor deterioro. Puesto en términos recientes: 2015 y 2019 vs. 2003.
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* Les ahorro el click. Según Opinaia, si mañana se votara a Presidente, Juntos recibiría en conjunto el 30% de los votos y el Frente de Todos el 31% (y una propuesta liberal el 20%, ojo). A Cristina la votaría el 15%, a Larreta el 9%, Alberto 8%, Macri 7%, Vidal y Bullrich 5% cada una y Massa un 3%.