3.3.2022
Por Ruth Werner y Patricio del Corro
El presidenciable Larreta sufre el fuego amigo de “halcones” y “libertarios”; mientras, el peronismo transita su crisis interna en un territorio electoralmente esquivo. Pero la Ciudad no es solo escenario de peleas, también se pueden rastrear las afinidades entre ambos sectores ¿Qué desafíos se le abren a la izquierda?
En la Ciudad de Buenos Aires, a pesar de ser el territorio con mayor presupuesto por habitante, pueden verse las consecuencias de la crisis económica y social. Los datos oficiales confirman un aumento de la desigualdad, mayores niveles de pobreza (25%) y la indigencia que en 2015 era del 3% hoy es del 10%. Esta situación es mucho más crítica entre las mujeres, los jóvenes y se focaliza en la zona sur. Hasta sectores medios viven con desesperación los aumentos en los alquileres y el costo de vida. Los grupos de cartoneros y cartoneras recorriendo por turnos las calles, los pedidos de ayuda en los subtes y el aumento del trabajo en los comedores populares son postales que confirman los datos.
«CABA: Los datos oficiales confirman un aumento de la desigualdad, mayores niveles de pobreza (25%) y la indigencia que en 2015 era del 3% hoy es del 10%»
Ese es el territorio donde se dirimen gran parte de las crisis internas de las dos principales coaliciones electorales del país y donde también se puede ver que los “dos modelos” tienen más lazos de amistad que peleas. Una ciudad/provincia gobernada por el principal candidato opositor que juega a ser el ala “centro” de los cambiemitas; la misma ciudad que es cuna política del Presidente, donde el kirchnerismo tiene importante peso en los sindicatos pero el ritmo del PJ porteño lo marcan (sin conflicto) socios y amigos del Alcalde. Una especie de zona franca entre las dos alas “centro” de Juntos y Todos. Pero también, el mismo territorio donde la derecha de la derecha levantó cabeza con Javier Milei y donde Myriam Bregman logró el 8% en las últimas elecciones (la izquierda de conjunto obtuvo el 11%). Entre los menores de 20 años la suma de la derecha y la izquierda se estima en un 40% de los votos ¿Estamos viendo la búsqueda del régimen político de ir al centro y una tendencia a la polarización por abajo?
La propuesta es debatir sobre los desafíos de la izquierda, pero primero recorramos un poco el escenario político.
Los cambiemitas
Larreta es hoy el candidato preferido por gran parte de los dueños del país y los grandes medios. Ideólogo de la frase “hay que hacer un gobierno del 70%”, muestra voluntad de encabezar un proyecto con la suficiente fuerza y consenso para encarar los ajustes y reformas del FMI sin quedar, a la vez, sepultado por “14 toneladas de piedras”.
En su gobierno viene intentando satisfacer a todas las fracciones posibles del cambiemismo: sumó a Jorge Macri como asesor, dio puestos a los radicales, la presidencia de la Legislatura a un hombre de Vidal; hacia quienes tienen “diálogo” con el peronismo busca tentar a Emilio Monzó y también atrae a algunos “halcones” como Florencia Arieto.
Pero el plan de Larreta para liderar su coalición tiene varias baldosas rotas: la crisis por los subsidios a los colectivos o el debate por la coparticipación ya muestran la contradicción entre ser un buen Alcalde que pelea por lo “suyo”, y ser el jefe de una coalición que tiene gobernadores con intereses contradictorios. Por otro lado tiene un ala más radicalizada encarnada, en nada más y nada menos, que en el socio fundador de Juntos y su padre en la política pública, Mauricio Macri. Ambos factores son focos de crisis para quien apuesta a mantenerse como “centro de la derecha” de cara al 2023.
A esto se le suma la emergencia de los “liberales” que, junto con los “halcones” del PRO, buscan hacerse espacio a su derecha todo el tiempo, como con el discurso anti-protesta con el que lograron que hasta medios “progresistas” tomaran parte de su discurso.
Por suerte está el peronismo
Por suerte está el peronismo de la Capital. Por suerte para Larreta. Un peronismo que también dirime parte de sus peleas internas en la Ciudad autónoma.
Luego de la carta de Máximo quedaron expuestas las tensiones entre el kirchnerismo y los sectores ligados a Fernández, Massa y los gobernadores. Máximo decidió sacar la carta posteriormente al anuncio para que la queja no se transformara en una traba real; los intentos de despegarse expresan la incomodidad de ser parte fundamental de un gobierno que viene ajustando y que de votarse el acuerdo gobernará bajo las órdenes del FMI que instalará a más de un centenar de funcionarios en los ministerios como tutores del ajuste. El kirchnerismo sabe que rifa así a gran parte de su base electoral pero enfrentar ese pacto ameritaría movilizar contra su gobierno. Las frases se adaptan: hoy, primero el movimiento (frente electoral), luego la patria.
En la Ciudad estas contradicciones tienen expresiones concretas ya que conviven con mucho peso las agrupaciones kirchneristas y ese sector del PJ porteño que supo llevar a Domingo Cavallo como candidato a Jefe de Gobierno y que hoy goza con una excelente relación con Larreta. Alberto Fernández es un hijo legítimo de ese sector y eso tiene sus expresiones concretas.
Muchos de estos pilares del PJ Capital se confunden con el macrismo y tienen una larga historia como una oposición a medida. Juan Manuel Olmos es uno de los fundamentales, asesor y operador judicial de Alberto Fernández, de muy buena relación con Angelici, fue presidente del Consejo de la Magistratura y de Corporación Puerto Madero y con mucha llegada en el mundo de los negocios. Su esposa María Rosa Muiños lideró en 2017 la ruptura del bloque de todo el peronismo/kirchnerismo en la Legislatura para darle a Larreta los votos para sus negocios inmobiliarios (tuvo su premio y hoy es Defensora del Pueblo, reemplazando a su compañero Alejandro Amor que en 2021 encabezó la lista de legisladores). A su vez Olmos tiene su sociedad con Victor Santa María otro amigo de Larreta que también compartió listas con Domingo Cavallo. El líder del sindicato de porteros es dueño de un importante grupo mediático hoy con línea albertistas y nunca antillarretistas. De hecho, fue quien despidió a Horacio Verbitsky de P/12 cuando publicó la lista de los familiares de Macri que blanqueaban plata gracias a las leyes del mismo Macri. Santa María también es muy afín a Silvia Majdalani, segunda de la AFI de Macri y proveniente del … PJ porteño. A esto le podemos sumar a Andrés Rodríguez, pilar de la CGT y líder de UPCN y Amadeo Genta del Sutecba, quien promovió a Alejandro Amor primer candidato a legislador del FDT, ambos siempre de buenas migas con el macrismo.
Damos estos ejemplos para graficar los profundos “vasos comunicantes” entre el PJ porteño sobre el que reposa el presidente y el gobierno de la Ciudad.
Por otro lado, está La Cámpora y sectores más críticos (como el grupo Soberanxs) muchos de los cuales conducen sindicatos o tienen peso en estructuras estudiantiles. Algunos, como Catalano que dirige ATE Capital, llaman a “pensar” un “paro general”. Hasta ahora estos sectores, en los cuales podríamos incluir a la conducción del sindicato del subte (AGTSyP), un sector del sindicato telefónico (FOETRA), de telecomunicaciones (SATSAID) o de docentes (UTE) entre otros, ha sido un engranaje más de este PJ porteño y su alianza con Larreta, además de adversario de cualquier intento de coordinación entre estos sectores a los que podríamos sumar a las organizaciones sociales y estudiantiles con fuerte peso en la Ciudad.
Hoy ese sector se dirime entre la desmoralización, el ofuscamiento y quienes empiezan a pasarse al bando de los “realpolitik” que militan el acuerdo con el FMI como única opción y luego salen de vacaciones (¿alguien sabe algo del paradero de Leandro Santoro?). Lo que está claro es que la mística que quisieron construir en particular hacia la juventud está en default.
Quizás haya que seguir de cerca el entramado porteño para pensar en los posibles acuerdos entre las “alas moderadas” de ambas coaliciones de cara al 2023 y también para pensar si no anticipa gran parte del devenir del kirchnerismo.
Nosotros, la izquierda
En los sindicatos, en el movimiento estudiantil, el movimiento de mujeres, los movimientos sociales, ambientales, intelectualidad y artistas, hemos iniciado una pelea política para levantar una oposición a los planes de sometimiento al país por parte del FMI. Política que debe partir de las demandas propias de cada sector apostando a que se abra el debate de cara a las bases, promoviendo instancias democráticas. Mientras las dos principales coaliciones buscan sellar nuestro sometimiento al FMI se trata de volver a poner en movimiento a muchos sectores luego de dos años de pandemia y organizarlos para impulsar esta política en común.
La otra gran tarea que está planteada es la de pensar en cómo unir a estos diversos sectores. Si la división de los sectores populares es una de las grandes ventajas de la clase dominante, adaptarse a esa división entre trabajadores ocupados y desocupados, tercerizados y de “planta” o a que cada movimiento no mire más allá de sus reclamos inmediatos es una política estéril para enfrentar lo que se viene. El bloque político y social que se ha levantado en las movilizaciones del 11D y el 8F ha sido uno de los datos políticos más importantes de los últimos meses. Esta propuesta que lanzamos desde el PTS en el Frente de Izquierda Unidad y que logró ampliarse a más de un centenar de organizaciones de trabajadores, estudiantiles, de mujeres, de movimientos sociales, de sectores en lucha, apostamos a que sea el inicio de una coordinación para la lucha que cobre mucha más fuerza.
Cuando en el mundo suenan los tambores de guerra también queda claro que impulsar una gran movilización contra la invasión de Putin y la intervención militarista de la OTAN tampoco va a venir de la mano de ninguna de las dos grandes coaliciones que hoy están muy preocupadas en congraciarse con los mismos sectores del imperialismo que son responsables de ocupaciones como las de las mismas Islas Malvinas, mientras otros sectores defienden al reaccionario Putín como si pudiera ser una alternativa.
En este caso tan crítico tampoco podemos acostumbrarnos a sindicatos y organizaciones sociales que lanzan declaraciones mientras en la realidad hacen lo contrario o mantienen el quietismo. Las plazas, las calles, las escuelas, los lugares de trabajo, los terciarios y las universidades tienen que ser el escenario de un movimiento antiguerra enorme en todo el país con lazos con las movilizaciones en el mundo.
El debate sobre las tareas está sobre la mesa, la invitación a tomarla en nuestras manos también.