19.12.2021
Por Mariano Nieva
Mariano Madueña repasó la historia del histórico boliche que fundó y que luego de 27 años tuvo que cerrar sus puertas obligado por la pandemia de COVID-19. Recuerdos de aquellas interminables noches de San Telmo.
Mariano Madueña fundó, a comienzos de 1994, Guebara. Un histórico reducto enclavado en el corazón del barrio de San Telmo que, luego de batallar intensamente con la crisis económica que también trajo la pandemia, tuvo que cerrar definitivamente sus puertas después de 27 años. Recordó las inolvidables noches que allí transcurrieron, la amistad forjada entre sus paredes con Amado Boudou y los músicos de Bersuit Vergarabat, grandes habitués del boliche, y el sueño alcanzado de trabajar en FM Rock & Pop, entre otros temas. Además se refirió a Cave Canem, su nuevo emprendimiento que está inaugurando por estos días: “Mi nuevo local está ubicado en la esquina de Chile y Balcarce. Es bonito y muy similar en cuanto a las dimensiones a Guebara y en donde quiero que haya actividades culturales. Cuenta con cocina y con la posibilidad de utilizar la vereda, ya que todavía vamos a lidiar por un buen tiempo más con la pandemia. Allí la gente va a poder estar más cómoda y se llama Cave Canem como una canción de Virus que está en su segunda placa Recrudece (1982) y que es una banda que me encanta”, reflexionó.
¿Cuándo y bajo qué circunstancias abrió Guebara?
Mariano Madueña: El bar abrió a comienzos de 1994, después de haber firmado en febrero el contrato junto con Mariano de Negri, a quien conozco de muy chico. Por entonces yo tenía 22 años y desde siempre tuve el berretín de organizar fiestas en la casa de mi vieja. Cosas que, por otro lado, hacés cuando sos muy pibe. Y como venía mucha gente, una vez ella me dijo: “¿Por qué no buscas un lugar más apropiado para tus encuentros?”. Y así empecé a buscar un espacio para alquilar, en principio, por una noche. Recuerdo que por aquellos días pensaba que si la gente va a una fiesta quiere tomar cerveza. Entonces, si las vendo yo, con la ganancia puedo pagar el arriendo mientras paso música, que es lo que más me gusta hacer. Hasta que finalmente un día, una tía me comentó que un muchacho amigo suyo alquilaba un local en San Telmo, justo en la zona que a mí más me gusta y que es a metros de otro histórico boliche, El Balcón, que da justo frente a la Plaza Dorrego.
¿Qué era de tu vida por entonces y a qué te dedicabas?
M.M: En ese momento estaba cursando periodismo en TEA (Taller Escuela Agencia) haciendo prácticas de entrevistas. Y una compañera, Greta Pena, quien después llegó a trabajar en Canal Encuentro, para un trabajo práctico de la carrera me preguntó dónde me gustaría trabajar. Y yo le respondí que tenía tres sueños en mi vida. Ingresar en la Rock &Pop, hacer algo junto con Lalo Mir y Enrique Symns, y poner un bar cultural en San Telmo.
¿Y el nombre Guebara cómo nació?
M.M: Cuando abrí el bar no se llamaba así. Antes se llamó Zelig, igual que el título de la película de Woody Allen de 1983. El nombre Guebara apareció a partir del 10 de diciembre de 1994 cuando se fue mi primer socio y me quedé solo con el Negro Leonel. Y como sentíamos que el lugar se nos había ido de las manos por las continuas razzias policiales y las multas de la Municipalidad porteña, decidimos cambiarle el nombre. Entonces Mariano de Negri me preguntó:” ¿Cómo lo podríamos llamar?”. En ese momento los dos estábamos vinculados al partido político que se conoció como Frente Grande y por eso es que pensamos un nombre que tenga que ver con la vanguardia y el progresismo. Y así fue que después de descartar otras ideas a él se le ocurrió ponerle Guebara con b larga, para no banalizar el nombre y la figura del Che. Y de paso poder esquivar un poco a la policía. Aunque, de todos modos, seguimos teniendo problemas.
Hace un momento dijiste que uno de tus sueños a cumplir era hacer radio en FM Rock & Pop. Algo que finalmente pudiste alcanzar de la mano de un personaje muy admirado por vos como Enrique Symns.
M.M: Exactamente. A Enrique lo conocí en el bar Imaginario, que está ubicado en Guardia Vieja y Bulnes, esa hermosa esquina de la Ciudad de Buenos Aires. Y con el tiempo pegamos onda definitiva cuando comenzó a frecuentar Guebara junto a su amiga y colaboradora en la revista Cerdos & Peces, Vera Land. Eran épocas en las que Symns hacia el cabaret poético junto a Tom Lupo en Baruk, un espacio que quedaba en la calle Carlos Calvo al 300 en San Telmo. Y como bien decís, fue él mismo el que me ayudó a cumplir otro de mis sueños cuando me llevó a la Rock & Pop a trabajar desde noviembre de 2006 a diciembre de 2010, en los programas “Gillespi Hotel” primero y luego en “Falso Impostor”, donde yo hacía tragos. Y la verdad es que la pase muy bien con ellos, tanto con Gillespie como con Enrique.
¿Podrías definir un perfil del público que frecuentaba Guebara?
M.M: El perfil del público del bar fue mutando con el paso del tiempo. De todos modos podría concluir que en los casi 30 años que duró Guebara, la gente que iba era porque le gustaba el roce y la sociabilización. No era un lugar para curtir tranquilo/a. Allí se encontraban los/ as amigos/ as, y muchas veces también acudía gente sola. Pero no con la histeria del levante, porque nadie, tal vez, venía con esa intención. Aunque debo decir que con frecuencia y al término de la noche, era algo que se daba solo.
Por otra parte, entre los/as parroquianos/as solías encontrar cada tanto, algunos/as personajes famosos/as también.
M.M: Es verdad, alguna vez vino Juanita Viale y también Amado Boudou, que era habitué del lugar y con quien hicimos amistad. Recuerdo que a él le gustaba ir a Guebara porque nadie lo molestaba y esto se daba porque un poco el bar tenía una impronta filo kirchnerista o de izquierda por la gente que iba. Después, otros conocidos que pasaron por el boliche fueron Andrés Calamaro, Juanse, Manu Chao, la actriz Romina Gaetani por aquel entonces pareja de Limón García, Palo Pandolfo y Manuel Moretti, cuando recién empezaba con Estelares.
uit Vergarabat. Prueba de ello es que en dos canciones, “La murga de la limusine”, incluida en La argentinidad al palo (2004), y “Afónico”, de La Revuelta (2012), la banda menciona al Guebara. ¿Cómo se dio esa relación?
M.M: En el año 95 recuerdo que empezaron a venir siempre muy borrachos. Y una noche le pregunté a uno de los pelados que había en ese grupo quién era y de dónde venía. A lo que me respondió que de tocar el teclado con su grupo que se llamaba Bersuit Vergarabat. Era Juan Subirá. Y de tanto frecuentar Guebara trayendo gente como Cabra Vega, cantante de Las Manos de Filippi, o Eduardito, a quien la banda le dedicó el tema “Convalecencia en Valencia” y que, lamentablemente, falleció hace poco en un horrible accidente, nos hicimos muy amigos. Es más, yo soy el padrino de su hijo mayor. Y después llegó el otro pelado, Gustavo Cordera. Por otro lado, dejame decirte que ninguno de ellos jamás me pidió nada gratis, ni cuando los conocí en esa etapa tan salvaje ni cuando se dio ese gran crecimiento de la mano de Gustavo Santaolalla.
La última, si tuvieras que quedarte con una etapa de las tantas por las que atravesó Guebara ¿Cuál sería?
M.M: Son muchas las imágenes y los recuerdos que se me vienen a la mente. Pero me quedo con todo lo que pasó en los últimos tiempos del bar. La foto de la última noche, sabiendo que Guebara no se fue en decadencia, sino que se lo comió la pandemia como a tantos otros lugares. Además, era consciente que no cumplía con los condiciones de distanciamiento que se necesita en estos tiempos porque era un lugar muy chico e inviable. Otros hermosos momentos que me regalaba el lugar, sin dudas, era cuando había una banda tocando en vivo. Y ni hablar cuando hicimos el festival en la calle donde actuaron Palo Pandolfo, Juan Subirá y muchos/as otros/as músicos/as.