Lo que Larreta empieza a reconocer: el impacto de las aulas en el aumento de los casos
18.5.2021
Por Elizabeth Pontoriero
Estudios internacionales y locales dan cuenta del impacto de las escuelas sobre la curva de contagios. El estudio de universidades argentinas que analizó los casos de CABA y Gran Buenos Aires.
Existen distintos estudios científicos que explican el impacto que la presencialidad escolar tiene en los contagios de COVID-19 y cómo los diferentes países del mundo decidieron aplicar idénticas medidas con respecto a esa modalidad educativa para contener la situación sanitaria y epidemiológica. De hecho, ahora parece que el propio Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y después de afirmar todo lo contrario durante semanas, estaría dispuesto a “cerrar las escuelas”.
Por ejemplo, la “Guía de Control y Prevención”, elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), UNICEF y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) no tiene dudas: “La decisión de cerrar, cerrar parcialmente o reabrir las escuelas debe guiarse por un enfoque basado en los riesgos para maximizar los beneficios educativos, de bienestar y de salud para los estudiantes, el personal docente y auxiliar y la sociedad en general. Además, debe contribuir a prevenir un nuevo brote de COVID-19 en la comunidad”.
Para evaluar esto, el estudio se basa en distintos elementos, entre los que se destacan:
– “la epidemiología de la COVID-19 a nivel local: la situación puede variar de un lugar a otro dentro de un mismo país”;
– los “beneficios y riesgos: ¿cuáles son los beneficios y los riesgos probables para los niños y el personal de la reapertura de las escuelas?, teniendo en cuenta la intensidad de transmisión en la zona en la que funciona la escuela: situación de ausencia de casos, casos esporádicos, transmisión por conglomerados o transmisión comunitaria, la intensidad de transmisión en la zona en la que funciona la escuela: situación de ausencia de casos, casos esporádicos, transmisión por conglomerados o transmisión comunitaria; los efectos generales del cierre de las escuelas en términos de educación, salud general y bienestar, y sobre las poblaciones vulnerables y marginadas (niñas, desplazados y personas con discapacidad, etc.) y la eficacia de las estrategias de aprendizaje a distancia”.
En el caso de la ciudad de Buenos Aires, que junto con el Gran Buenos Aires presenta una alarmante cantidad de casos, el jefe de gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta, afirmó en conferencia de prensa que la decisión de continuar con las escuelas abiertas, se basa en los estudios de expertos: “Todas las decisiones que tomamos en la Ciudad de Buenos Aires son basadas en los datos, son basadas en la evidencia, todas las decisiones recogen la opinión de expertos nacionales e internacionales en salud”. Por su parte, Fernán Quirós, ministro de Salud porteño, aseguró en la misma línea hace sólo unos días: “Lo que hemos visto como en otros países del mundo es que la escolaridad con protocolos bien cumplidos, con las medidas de cumplimiento de la ventilación, la distancia y el uso del tapabocas, son lugares donde no se generan contagios más allá de la prevalencia de la enfermedad en la comunidad general” y sentenció que “la aceleración de contagios se está dando por un mecanismo que no está en la escuela, por eso es que separamos las situaciones epidemiológicas de los mecanismos de contagio de la presencialidad en la escuela que es una presencialidad cuidada y que ha demostrado la evidencia que no generan nuevos contagios”. ¿Qué cambió ahora para que Larreta piense en mandar todo para atrás? ¿Todas esas variables “científicas” que contemplaban las autoridades porteñas ya no existen más?
Las aulas contagian
En el “Informe sobre el Impacto de la presencialidad escolar en los casos confirmados de COVID-19″, elaborado en mayo de este año por un grupo de 14 científicos de la Universidad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del CONICET y otras instituciones científicas del país, se indica que la curva de contagios por COVID-19 disminuyó en el Gran Buenos Aires desde que se aplicaron las medidas restrictivas y se suspendieron las clases presenciales para comenzar con las virtuales.
Así, sobre la base de datos proporcionados por el ministerio de Salud, el informe señala, con respecto al impacto sufrido por las restricciones en distintas fechas antes y después del último decreto, lo siguiente: “Las primeras restricciones a la nocturnidad anunciadas el 07/04 resultan en un cambio de tendencia el día 10/04, con una pendiente levemente negativa en el Conurbano y levemente positiva en CABA e Interior PBA. Las segundas restricciones anunciadas el 14/04 resultan en un cambio de tendencia el día 20/04, con una pendiente negativa muy similar en las tres regiones. La educación virtual que comienza el 19/04 en el Conurbano produce una pendiente significativamente más negativa a partir del 22/04. La disminución de casos entre el 22/04 y el 27/04 es del 22.0% en Conurbano, 13.2% en CABA y 11.4% en Interior PBA”
El estudio es concluyente en este aspecto: “Si no hubiese habido cambio de pendiente el 22/04 producto de la educación virtual en Conurbano, se hubiera esperado que la reducción del 22% de los casos fuera sólo del 13.1%. Esa menor disminución hubiera significado en el Conurbano unos 2500 casos confirmados más a lo largo de esos cinco días, con su consiguiente impacto en el uso de unidades de terapia intensiva y el número de fallecimientos un par de semanas después. Es importante indicar que las diferencias generadas por medidas locales tienden a disminuir con el tiempo si hay una activa interacción social entre las poblaciones de dos distritos adyacentes”.
La investigación, que se basa en el análisis de la provincia de Buenos Aires, el Conurbano y la ciudad de Buenos Aires, explica que “el 19/04/2021 se elimina la presencialidad en el Conurbano. Se observa una disminución de los confirmados en general (todas las edades) para las tres regiones analizadas, pero esta disminución es más significativa en el Conurbano. En el grupo etario de 5 a 11 años se observa una disminución significativa de los confirmados en el Conurbano, en comparación a un aumento en las regiones con clases presenciales (aunque la presencialidad fue muy inferior al 100% en CABA y en Interior PBA producto de la decisión de muchos padres de no llevar a sus hijos a la escuela)”.
Se debe tener en cuenta que, según datos del ministerio de Salud de la Nación, uno de los factores que se evalúa para decidir el cierre de las escuelas es el número de incidencia, así, se determinó como número elevado 150 casos de COVID-19 cada 100.000 habitantes para un período de 14 días. Hoy el AMBA supera largamente esos valores.
En la misma línea, se expresó el director de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés, Axel Rivas: “No logré encontrar ningún sistema educativo nacional o subnacional que haya mantenido escuelas abiertas con más de 650 casos cada 100.000 habitantes por semana, como ocurre en CABA ahora”, dijo a Tiempo Argentino.
Volviendo al informe de los investigadores del CONICET y otras instituciones, el trabajo es concluyente sobre los movimientos en la tendencia de contagios en relación a la apertura de clases o a su suspensión. “La Ciudad de Buenos Aires inició sus clases del ciclo 2021 en algunos grados el 17 de febrero de este año y de manera completa el 1° de marzo, en momentos en que la incidencia de casos confirmados de COVID-19 era de aproximadamente 150 semanales cada 100.000 habitantes. La PBA las inició el 1° de marzo, con una incidencia de casos en ese mismo indicador de 100 en el Conurbano y 110 en el interior de PBA. Ante el decreto presidencial que determinó la suspensión de clases presenciales en el ámbito del AMBA a partir del 19/4, la PBA suspendió las mismas en el Conurbano a partir de ese día, con una incidencia de casos confirmados de 475 semanales cada 100.000 habitantes. En ese mismo momento, CABA decide desconocer el decreto presidencial con una incidencia de casos en ese mismo indicador de 610. También para esa fecha se mantienen las clases presenciales en casi todo el interior de la PBA (región no afectada por el decreto presidencial), con una incidencia de casos en ese mismo indicador de 350 (para esta zona tomada como un todo)”.
Cierre de escuelas en otros países
Según el “Informe sobre el Impacto de la presencialidad escolar en los casos confirmados de COVID-19”, sobre la base de datos aportados por la UNESCO, el cierre de escuelas es “la segunda medida más efectiva para reducir la circulación viral (luego de la cancelación de reuniones sociales). También se concluye que ninguna medida (no farmacológica, como podría serlo la vacunación masiva) es suficiente por sí misma, ubicando al cierre de escuelas como una de las principales a ser combinada con otras acciones”. Así se desprende de un trabajo que analizó 45 tipos diferentes de medidas preventivas destinadas a la reducción de la circulación del virus.
De acuerdo con lo mencionado en ese informe “en el año escolar 2021 (es decir, desde septiembre 2020), hubo 101 países (de 210) que dispusieron restricciones a la presencialidad en todos los niveles escolares, a nivel nacional, por dos semanas o más”. Asimismo, “los países del hemisferio norte tuvieron acelerados incrementos de contagios desde diciembre. En la mayoría de éstos se procedió al cierre de escuelas en todos los niveles. En algunos a nivel nacional y en todos los niveles, como fue el caso de Israel, Polonia, Austria, Alemania, Grecia, Irlanda, Inglaterra, Dinamarca, Portugal, Bélgica y Francia” y aclara que se “exceptuaron las zonas rurales o jurisdicciones con menor gravedad de casos”.
En lo que respecta a Latinoamérica, el informe describe que “en lo que lleva del 2021 ya tuvieron suspensiones generalizadas de clases presenciales (en todos los niveles y a nivel nacional) México, Venezuela, Jamaica, Perú, Honduras, El Salvador, República Dominicana y Uruguay. En Ecuador sólo una minoría de escuelas había llegado a abrir en el mes de marzo. En Colombia se impulsó un plan de retorno gradual a la presencialidad (con alternancia) pero al superar los 200 casos semanales cada 100.000 habitantes volvieron a cerrar en prácticamente todos los distritos. En Chile [8] hubo durante todo el año jurisdicciones que mantuvieron cierres en todos los niveles escolares, en base a un esquema que dispone cierres en función de la situación epidemiológica”. Y hasta Brasil decidió suspender la presencialidad en las escuelas en distintos distritos de acuerdo con la situación epidemiológica.
En el caso de Chile, en particular, se menciona que “las clases comenzaron a principios de marzo, con alrededor de 100 casos confirmados semanales cada 100.000 habitantes y prohibieron totalmente la presencialidad a partir de fin de marzo, cuando llegaron a 200 en ese mismo indicador”. Por otra parte, en la investigación se especifica que “algunos países cuentan con indicadores de riesgo que ponen límite a la continuidad de la presencialidad en determinados contextos epidemiológicos, según la cantidad de casos semanales detectados cada 100.000 habitantes”
Finalmente, en el informe, también, se aclara que, con respecto al impacto que puede tener el cerrar las escuelas, “si bien existen otros estudios que no han logrado establecer dicha relación, esto no es suficiente para argumentar que la relación no existe. Es decir, a lo sumo puede afirmarse que, por la complejidad del problema (interacción no lineal entre múltiples factores y medidas concurrentes, no todos bajo control), no es posible asegurar que en cualquier situación concebible el cierre de escuelas producirá sistemáticamente una disminución de la circulación”.