12.06.2024
En medio de la pandemia el Gobierno porteño habilitó el inicio de obra de Ciudad Palmera en el barrio de Caballito, otro megaproyecto inmobiliario de la empresa IRSA. Para evitar el análisis y debate en la Legislatura, Eduardo Elsztain, presentó un plan de obra con un predio parcelado en cuatro, con el objetivo de construir diez edificios, varios locales comerciales y estacionamientos.
La obra contó con el visto bueno del ex jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, pero finalmente la Justicia frenó la construcción al considerar que existía un plan global mayor cuyo impacto ambiental no puede ser evaluado de forma individual en el predio parcelado como proponían IRSA y el Gobierno de la Ciudad.
Hoy miércoles se realizará la última audiencia convocada por la Justicia porteña para presentar la pericia ambiental y luego el expediente pasará a sentencia. Renace el temor de vecinas y vecinos de Caballito que rechazan de plano el avance inmobiliario en detrimento de los espacios verdes.
En ese mismo lugar, IRSA intentó construir el shopping más grande de América Latina, pero dada la resistencia de miles de vecinos y vecinas no pudo hacerlo. Más tarde, en esa porción del playón ferroviario sobre avenida Avellaneda pretende hacer lo que oficialmente publicitó como “una ciudad dentro de la ciudad” y que, en los propios documentos presentados por la empresa en la causa judicial, calificó de “master plan” a 1188 viviendas con dos subsuelos de cocheras y locales comerciales en planta baja.
“IRSA logra que la Ciudad divida el predio en cuatro parcelas, afirmando que en cada una de ellas se levantará un proyecto totalmente independiente de los otros. Y aquí está el punto clave sobre el que decidirá la Justicia. Si el acto al menos administrativo por el cual se parceló el terreno es válido o nulo”, explica Stella Johnson, integrante del Consejo Consultivo Comunal 6.
Quienes critican este megaproyecto coinciden en que, de prosperar, impactará en un barrio que ya es una isla de calor por el avance desmedido de la construcción inmobiliaria, sobre todo en la última década que duplicó la densidad poblacional promedio del resto de la Ciudad.
“Caballito tiene una infraestructura insuficiente para la actual demanda y una red de servicios públicos absolutamente deficitaria y que sólo dispone de un metro y medio cuadrado de espacio verde por habitante. También a la altura del playón sumará cientos de autos al tránsito por Avellaneda, que ya en horas pico avanza a paso de hombre y se atora a 200 metros de distancia cuando la avenida se hace angosta”, agrega Johnson.
La finalización de la obra pronostica un panorama desolador: el colapso del transporte público de colectivos y subte, por el aumento significativo del número de usuarios; la distribución de los pocos espacios verdes del barrio ante la aparición de decenas de miles de nuevos vecinos, y el colapso de los servicios públicos como el gas, suministro eléctrico y agua.
“Esta construcción de casi tres cuadras de largo, desde la calle Fragata Sarmiento hasta Olegario Andrade, generaría una especie de pared de edificios que limitarían el acceso desde la zona norte del barrio hacia lo que los vecinos reclamamos permanentemente: que sea un gran parque que se construya sobre el viejo playón. Además de que, por las dimensiones de alturas y demás, generarían un cono de sombra que realmente le quitarían todo sentido a un parque detrás de ellos”, analiza el arquitecto Rodolfo Fernández, integrante de SOS Caballito.
El especialista recuerda que ese sector está desde hace tiempo afectado por cortes de luz y toda otra serie de inconvenientes generados por la gran densificación de los últimos años. “Este megaproyecto no haría más que aumentar estos problemas”, remata Fernández.
De concretarse el mega proyecto de IRSA, pronostican que el impacto en la calidad de vida sobre los vecinos que ya viven en el barrio de Caballito será enorme. “Una constante del desarrollo inmobiliario en el distrito es que no es acompañado por el Gobierno de la Ciudad en cuanto a la infraestructura de los servicios básicos. Hay que pensar el impacto que va a tener este tipo de construcción de tantos departamentos y comercios sobre el servicio de gas, de luz y de agua. Sobre todo, porque en esta zona la presión de agua suele ser un problema y los cortes de luz se volvieron una constante”, recuerda Mariano Cuyeu, comunero de Unión por la Patria.
Para el referente político de la Comuna 6, el segundo tema a tener en cuenta es la estrategia de movilidad en el largo plazo. “Esa zona justamente tiene dificultades de conectividad norte-sur. Los vecinos de Caballito que viven entre las avenidas Avellaneda y Gaona tienen una barrera urbana para llegar a la avenida Rivadavia. Lo mismo pasa con los vecinos que están en Rivadavia y Púan o Rivadavia y Curapaligüe con respecto a la zona de Plaza Irlanda. Vecinos que comparten un barrio y una Comuna, pero con grandes dificultades para encontrarse”.
En el mismo sentido, Cuyeu asegura que 17 años de macrismo en la Ciudad no hicieron nada al respecto. La única mejora en ese sentido fue la que realizó la gestión de Jorge Telerman con el puente provisorio de Ferro en 2007.
“Desde entonces no hubo ninguna mejora y el proyecto de Ciudad Palmera viene a sepultar esa posibilidad. Es una vergüenza que sean los propios vecinos y vecinas judicializando la obra en soledad, y contra monstruos inmobiliarios como IRSA, los que tengan que buscar una solución a un tema estratégico mientras el Gobierno de la Ciudad elegido democráticamente se retira del tema”, concluye el comunero.