Bocha Rego: primera jornada del juicio

4.3.2021

Compartimos la crónica de la primera audiencia realizada por la Gremial de Abogados y Abogadas de la República Argentina.

Fue una jornada muy accidentada que mostró las dificultades de hacer un juicio por Zoom y las limitaciones del mismo en temas de garantías constitucionales y procesales.
SE EMPEZARON A VENTILAR LOS HECHOS.
Hoy, 2 de marzo, en medio de repartirnos muchos entre la Embajada Paraguaya y el comienzo del juicio, asistimos al comienzo de este último.
La Gremial de Abogados y Abogadas aceptó la causa sin haber participado ni actuado absolutamente en nada de todo lo que se hizo porque ese trabajo lo realizó otro estudio de abogados particulares que desconocemos.
De manera que las armas para esta pelea no las elegimos nosotros.
Y nos vimos obligados a pelear con lo que nos dejaron o encontramos en el campo de batalla.
Hoy escuchamos el relato de los hechos que dieron cuenta que el 12 de agosto a las 2:30 un grupo de integrantes de la Prefectura Naval interceptó a Cristofer “el Bocha” Rego en inmediaciones de su casa en Parque Patricios.
Los prefectos persiguieron al Bocha y uno de ellos, el cabo Brites logró emboscarlo y efectuarle dos disparos por la espalda, uno de los cuales lo alcanzó.
La lectura de la acusación, escuchada por todos y todas, informaba que los prefectos recogieron las vainas servidas e intentaron borrar toda evidencia.
Da cuenta también que tomaron un Uber privado para llegar al lugar donde el Bocha agonizaba, que revisaron todo el vehículo buscando borrar todas las huellas posibles y se fueron dejando al Bocha agonizando.
No llamaron ni médicos, ni policía de la ciudad y tampoco informaron a sus superiores jerárquicos del incidente.
Directamente dejaron tirado al Bocha y se fueron informando el característico “sin novedad”.
La acusación estableció las diferentes responsabilidades de cada uno de los siete muy jóvenes prefectos.

DISCUSIÓN SOBRE LA PRESENCIALIDAD O VIRTUALIDAD
La primera discusión fue sobre la virtualidad del juicio.
Como ya informáramos la virtualidad fue ya discutida y aceptada por los abogados de la querella que nos precedió.
Pero al inicio del debate todas las defensas volvieron a la carga planteando que el juicio se realice en presencia entendiendo que la virtualidad afecta las garantías procesales y constitucionales de los prefectos imputados.
El Fiscal pidió el rechazo del planteo.
Pero la querella, representada por nosotros, la Gremial, acordamos absolutamente con la petición de las Defensas adhiriéndonos a sus planteos de presencialidad.
El Tribunal rechazó el pedido y el juicio continuó virtual.
Sin embargo, la propia situación invocada por nosotros, y los serios problemas técnicos harían cambiar de opinión al Tribunal más tarde.
Finalmente el juicio se realizará en forma presencial.

LA ADMISIÓN DE PRUEBA NUEVA
La segunda discusión estuvo planteada en virtud de la petición de Asistencia a la Víctima Institucional de ser parte querellante en el juicio por un lado y la posibilidad de incorporar nueva prueba testimonial por otro
El Fiscal y esta Querella de la Gremial bregamos porque el Tribunal acepte ambos pedidos.
Las muy buenas y muy activas defensas de los prefectos pidieron al Tribunal que se nos rechace el planteo con muy buenos argumentos.
Ellos plantearon que nuestro pedido era extemporáneo y que tuvimos oportunidad de sobra de ofrecer prueba.
Y dijeron que el Código Procesal no acepta otras partes en el juicio como no sean Fiscalía y Querella.
Los abogados defensores de los Prefectos demostraron ser muy buenos, serán duros luchadores. No dejarán pasar una pelota y se adivina ya en la primer audiencia del Juicio que harán lo imposible para sacar lo mejor librados a sus defendidos.
La Gremial, que sabemos de lo que hablamos porque hemos estado cientos de veces como Defensores, deberemos tenerles mucho respeto y cuidado a esos abogados.
Son defensores, y los defensores defienden.
Y estos lo harán bien.
Además son varios y se ve que de Estudios bien constituidos.
El Tribunal les denegó su rechazo a nuestro planteo y nos dio la razón, y al toque todos ellos dejaron planteada la Reserva de recurrir en Casación y Reserva de Caso Federal.
Los tipos no duermen.

CONTINUIDAD DEL JUICIO
El Tribunal del Juicio preguntó a las defensas si sus defendidos van a declarar, a lo que todos respondieron afirmativamente.
Todos dijeron (con muy buen criterio, nosotros hubiéramos hecho lo mismo) que declararán después de haber oído previamente a todos los testigos.
El Tribunal establecerá un cronograma al respecto.
Y también definió que la próxima audiencia, este viernes 5, sea presencial.

CONCLUSIÓN
Como siempre dice la Gremial, la información es parte de nuestra esencia.
También dijimos que no seremos nunca los típicos abogados y abogadas encerrados en nuestros supuestos conocimientos que no compartimos.
Nosotros aprendemos todos los días y por eso informanos absolutamente todo.
Incluso habíamos solicitado al Tribunal las grabaciones de cada jornada de juicio para hacerlas públicas.
Justamente porque lo que jamás hicimos es ocultar lo que hacemos ya que es lo que nos llena de orgullo.
El juicio seguirá en el tenor que estamos contando.
Y dejaremos todo en la cancha para lograr las máximas penas de prisión para esos prefectos.

Odisea de una docente porteña con covid-19: “Si no me dan la licencia, no cobro”

4.3.2021

Reproducimos el testimonio de una trabajadora que se contagió luego de iniciar las clases y que publicó su historia en el Facebook de Familias por un Retorno Seguro. Maltratos, incertidumbre y total falta de sentido común.

A poco de iniciar las clases presenciales en la ciudad de Buenos Aires y el resto del país, ya lamentamos la muerte de dos docentes en Jujuy por coronavirus. También, según un relevamiento de Ademys, en la capital ya se registran 430 casos de coronavirus confirmados en las escuelas. Los gobiernos son responsables por obligar a la docencia a volver a trabajar sin vacunas y sin garantizar las condiciones sanitarias y de infraestructura en las escuelas.
En distintas partes del mundo ya se ve cómo la presencialidad escolar genera consecuencias lamentables, como el caso de la joven estudiante brasilera que murió por contagiarse en la escuela.
Reproducimos el testimonio de una trabajadora que se contagió luego de iniciar las clases y que publicó su historia en el Facebook de Familias por un Retorno Seguro. Maltratos, incertidumbre y total falta de sentido común.
Odisea de un docente con Covid-19 en CABA
RELATO DE FERNANDA FOGENMAN
El día viernes 26/2 ingreso a la escuela de la mañana, me toman la temperatura y me da 36.2. A las 11:00 empecé a sentir fuerte dolor de cabeza, le comento a una compañera que me sentía mal. No sé si era debido a unos olores del ambiente. Le pregunto si tiene un Tafirol y ella me lo da tirándole alcohol al blister. Sigo trabajando, doy clases virtuales, me reúno con mi compañer@s para planificar y ver tomas de escritura para armar una sub burbuja. En este tiempo, como estaba concentrada en esto (que es común en mí), no noto que sigo sintiéndome mal.
Salgo de la escuela, voy lo más tranquila a tomar el colectivo que me deja en mi segunda escuela e ingreso. No me toman la temperatura ya que el termómetro no funciona bien (respuesta que recibo de un auxiliar).
Doy clases, me siento cansada, un poco de dolor de cabeza. Salgo de trabajar. Como todos los días viajo en dos transportes públicos para volver. En el recorrido a casa empiezo a sentir molestias, siento escalofríos, mucho calor y cansancio. Llego a casa. Me tomo la temperatura y casi llega a los 38º. Charlo con mi compañera de esto, me tomo un Tafirol de nuevo, sigo con molestias, levanto temperatura más de 38º. Espero que pasen 6 horas para volver a medicarme. Justo da el horario de la madrugada, me siento cada vez peor, algo tenía que hacer.
Llamé a emergencias médicas. Me dicen que hay demora de dos horas, que en ese lapso se comunicarán conmigo. Pasan las horas y nadie me llama. Amanece, sigo muy molesta. Decido irme a un prestador de mi obra social, ya que emergencia no se comunicó conmigo. Llego a la guardia, me toman los datos, espero a ser atendida. Entro, me evalúan, me dicen que son síntomas de covid pero ‘vamos a esperar 48hs para ver si te hisopamos’, entonces recomiendan aislamiento estricto.
A todo esto, comienzan los mensajes y llamados burocráticos: que me vaya a testear, que tenemos un centro de testeo que nos dan turnos rápidos y que los resultados los tenemos en cuatro horas. Voy a Palermo por la tarde, me hacen el test. No termino de llegar a mi casa, me llaman: el test es positivo. Creo que pasaron dos horas, me preguntan con quién tuve contacto estrecho, les comento con quienes trabajo, nombro a mi compañera con la que más relación tengo y con quien compartí cosas, me piden datos y querían que siga recordando más. En ese momento no pensaba en lo que me preguntaban. Me seguía sintiendo muy mal, tenía mucha temperatura… quedé shockeada, no pensé que me iba a tocar a mí, estuve todo un año en casa trabajando, siempre cumpliendo con todo y cuidando a mis hijos.
Me pasaron miles de cosas por la cabeza, qué hago con los nenes, cómo los cuido, que todavía no estaba preparada ni yo ni las escuelas para volver, si soy positivo contagié a mis compañeros de trabajo, a mis alumnos, una locura, demasiado para mi cabeza.
Bueno ya está, tenía que pasar. Espero mi resultado (aun no lo puedo ver), mientras tanto tengo que tramitar el seguimiento. ¿Quién me hace el seguimiento? me pregunté, bueno, pareciera que nadie. Llamé a la clínica, ellos me dicen que no se encargan de eso, que llame a mi obra social, nadie me atiende, me queda llamar a emergencias. La respuesta: eso se encarga tu obra social. Y bueno, miles de mensajes.
Al otro día vuelvo a llamar para ver quién me hace el seguimiento, llamo a la obra social, nadie atiende. Vuelvo a llamar a emergencia, me atiende otra persona y me dicen que ellos se encargan.
En el transcurso del día me llama una doctora, antes de querer saber cómo estoy, solo recibo retos de ella, qué porqué me fui a testear en un centro de testeo, por qué no esperé a mi obra social, por qué mis compañeros se fueron a hisopar, y por qué y por qué….
Listo, aparte de sentirme mal, tenía que aguantar miles de cosas, cargar mi licencia sin certificado porque el gobierno nunca me lo mandó. Pero sí llamó para retarme. Me llega un mail con el aviso del positivo, pero sigo sin poder ver el certificado. El mail dice: test rápido de covid-19 positivo. Esto no significa que tengas el virus, requiere que te hagas una prueba confirmatoria con un test PCR. Otro problemita más sumados al resto.
Al tercer día de todo este malestar, me voy a una unidad febril para poder hacer el test que necesitan para pasar mi licencia. Que a pesar de sentirme mal es lo que más me preocupaba, si no estoy justificada, no cobro. Me atienden muy mal. Me dicen que tengo que estar aislada por ser positivo ¡Pero el gobierno de la ciudad siendo positivo me pide el PCR!
Me encierran en un cuartito 2×2 sin ventilación, sin baño, sin agua. Dos horas esperando para que me hagan el test, en esas dos horas me llamó mi compañera, lo único que hago es llorar diciéndole que me siento un trapo de piso, una basura y para nada un ser humano. Ella intenta calmarme un poco, pero la verdad sentía impotencia de no poder hacer nada. Luego esperé cuatro horas más porque querían hacerme un estudio de pulmones. Cansada de esperar llamo a mi marido y le digo que pida mi resultado, que le firmo lo que quieran pero que me sentía muy mal encerrada, no se lo quieren dar sin hacerme la placa. No aguanté más y me salí, sin resultado, sin placas, sin nada.
Volviendo a casa solo daba vueltas en mi cabeza preguntas de conducción, ¿dónde te contagiaste?, si te contagiaste en el transporte no es para ART, rompieron el protocolo, no tuvieron los cuidados preventivos para el covid, todas cosas así. En el grupo de whatsapp de la escuela mis compañeros hacían preguntas y las respuestas eran siempre las mismas hay que cuidarse más. Yo solo quería el certificado para la licencia.
Dónde me contagié no lo voy a saber nunca, puede ser en el transporte público, un compañero de trabajo o alumno asintomático. O de los obreros que todavía circulan por la escuela….

Estudiantes del CBC convocan tuitazo para exigir ingreso condicional a las carreras

3.3.2021

Por Luca Bonfante

Continúan los reclamos de miles de estudiantes del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires que no podrán ingresar a su carrera este cuatrimestre. Exigen el ingreso condicional, es decir, poder empezar la carrera debiendo finales. Convocan un twitazo para las 17hs con las consignas #IngresoCondicionalALaUBA y #CBCEsFiltro y a una reunión abierta para el día jueves 4 de marzo a las 19hs por zoom.

Son muchos los estudiantes del CBC que no podrán ingresar a su carrera este cuatrimestre. Esto se debe a que, por un lado, el calendario académico del CBC y de varias facultades de la UBA establecen que las fechas de inscripción para alumnos provenientes del CBC se superponen con las fechas de los finales (febrero – marzo 2021) y, por otro lado, a que la posibilidad de promocionar no estuvo, tampoco la de rendir en diciembre, haciendo oídos sordos de esta forma a todos los problemas de conectividad existentes, con páginas como el Siu Guaraní y los campus virtuales cayéndose constantemente, incluso en finales. Por eso los estudiantes plantean poder entrar a la carrera debiendo los finales, reclamando la inscripción condicional.
El carácter expulsivo del CBC, que se agravó con la pandemia y la falta de recursos que afectó tanto a docentes como estudiantes por no tener la conectividad, recursos necesarios o por tener que trabajar muchas horas de forma precarizada, ahora se profundiza aún más.
Luna, estudiante del CBC para la carrera de Física que se dicta en la Facultad de Exactas decía:
«Durante el año pasado tuvimos todo tipo de problemas para cursar, de conectividad, con las páginas que se caían durante parciales y finales, y ahora después de imponernos finales obligatorios en febrero, quieren dejar cientos de estudiantes sin cursar todo un cuatrimestre. Estamos hartos de que las autoridades solo aparezcan para empeorar las condiciones, esto es un filtro y nos organizamos para que nadie se quede afuera. Yo laburo 8 horas y me ponían parciales y finales a la mañana cuando trabajo, a veces pude cambiar el horario de laburo pero hay otros chicos que no»
Además invitó a impulsar el twitazo que tendrá lugar el día de hoy a las 17:00 y convocó a todxs lxs estudiantes del CBC a participar de la reunión que tendrá lugar el día jueves 4 de marzo a las 19:00 por Zoom.

Ctera denunció a Larreta por seguridad e higiene en las escuelas y por la reasignación de las vacunas de los docentes

3.3.2021

La Junta Ejecutiva de Ctera anunció en un comunicado que presentó dos notas al ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, para denunciar «el incumplimiento de las normas de seguridad e higiene en las escuelas de la ciudad de Buenos Aires y la intención de Horacio Rodríguez Larreta de utilizar las vacunas destinadas a los docentes en otros grupos».

El sindicato dirigido por Sonia Alesso, Roberto Baradel y Eduardo López le pidió al gobierno nacional que intervenga en el manejo que el gobierno porteño está haciendo de la vuelta a las clases presenciales.
«A lo largo del primer escrito se desarrollan una serie de incumplimiento de las medidas establecidas por el Consejo Federal de Educación en el marco de la emergencia sanitaria tales como: la incorporación de todxs lxs estudiantes sin respetar prioridades, la habilitación de aulas sin la ventilación adecuada, el mal estado de los edificios escolares, el mal estado y cantidad insuficiente de sanitarios y la falta de elementos de protección.», describieron.
Con respecto al tema de la vacunación, la CTERA solicitó que «se intime a la jurisdicción a que arbitre los medios para llevar adelante el Proceso de Vacunación respetando lo establecido por el CFE».
El gobierno de la Ciudad forzó el retorno de los estudiantes a las aulas aún en casos en los que las condiciones de infraestructura no lo hacen posible en el contexto de la pandemia. Sin embargo, y por el momento, las clases continúan su curso.

La delicada tarea de vivir en una burbuja

3.3.2021

Por Tati Goldman

El regreso a las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires estuvo tensionado por muchísimas dudas y una única certeza: nada es igual que antes. Las formas de convivir entre pibxs, familias y docentes se redefinen día a día, y cambian de escuela en escuela. ¿Cómo se aprende y se enseña cuando el futuro a corto plazo no ofrece garantías? Problemas edilicios, malabares pedagógicos, reencuentros, expectativas y nuevas formas de vincularse a la distancia en esta crónica de Tali Goldman.

Como—casi— todos los días, por las tardes, Mateo va a la plaza Vélez Sarfield, a poquitas cuadras de donde vive, en Floresta. Ahí pasa las horas con su hermano y sus vecinas. Ahora corre, se esconde, juega a la mancha mientras Luciana, su mamá, lo mira a un par de metros. Cuando la mancha lo alcanza y apenas lo toca, Mateo no se convierte sino que se queda petrificado en el lugar, pone los brazos pegados al costado del cuerpo, aprieta los puños bien fuerte y empieza a gritar. El barbijo le tapa casi toda la cara y lo único que puede ver su mamá son sus ojos. Están llenos de furia y ella se pregunta por qué.
Horas antes de ese primer día de clases, Mateo se levantó a las siete, desayunó, se puso el guardapolvo, su barbijo descartable, y caminó diez cuadras con su mamá hasta el colegio. Es un caso atípico: sólo uno de cada cinco estudiantes de CABA vive a menos de un kilómetro de su escuela y casi el 60% está a veinte o más. En la entrada, Mateo vio que había menos alumnos: sólo cursaban primero, segundo y tercer grado de manera escalonada.
A él le tocaba ingresar a las ocho. En la puerta, le dijo a Luciana que se quedara tranquila, que a la salida le iba a contar minuto a minuto cómo había sido el protocolo en su primer día de tercer grado. Sus papás estaban muy nerviosos. ¿Regreso a clases de manera presencial? ¿Cómo se aplicaría el protocolo? ¿El edificio ofrecía garantías? ¿Habría suficientes ventanas, ventilación, distancia? ¿Cómo iban a ordenar la entrada? ¿Y la salida? ¿Por qué volver cuando las vacunas a los docentes no estaban garantizadas? ¿Las condiciones estaban dadas para que regresara?
Mateo hizo la fila y antes de entrar esperó a que las maestras le tomaran la temperatura y le pusieran alcohol en gel. Cuando llegó al aula, se dio cuenta de que todas las mesas estaban ocupadas. ¿Y él? ¿Dónde se iba a sentar? Por los protocolos, el pasillo también era parte de la clase. Miró para un lado, miró para el otro y fue, sólo, a sentarse detrás de la puerta: no podía ver a su maestra, aunque sí alcanzaba a escucharla. Pedía que copiaran del pizarrón el día y el clima. Mateo cruzó la puerta, se sentó a un costado, en el piso, e intentó escribir sobre su regazo. Le resultó tan incómodo que le dijo a la seño que mejor volver al pasillo, con su mesa. Le quedaba el consuelo de sentarse sólo: seis de cada diez escuelas no cuentan con bancos individuales.
¿Es por todo eso que Mateo ahora está gritando? ¿Por los segundos que pasó sólo en el pasillo, afuera del aula? ¿Por ser el único que se sentó en una silla sin banco? ¿Por no tocar a nadie ni compartir nada como le habían dicho sus papás y luego su maestra? ¿O porque estaba feliz de reencontrarse con sus amigos después de un año, de volver a esas aulas, a esos pasillos, a ese patio? Mateo grita por todo eso y se abraza con su mamá, que también llora con él y lo calma. Después se seca las lágrimas y se convierte en mancha, otra vez.
El regreso a las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires estuvo tensionado por muchísimas dudas y una única certeza: nada es igual que antes. Nada. Aunque exista un protocolo establecido por el gobierno porteño, cada escuela es un mundo: en algunas los alumnos van todos los días pocas horas, en otras van sólo dos veces por semana, están las que cumplen jornada completa de lunes a viernes e incluso hay estudiantes que van alternadamente una semana sí y otra semana no. Nada es lineal. Ni entre las escuelas públicas, ni entre las privadas. Es una situación atravesada por grises, contradicciones, alegrías contenidas: un proceso complejo que se redefine día a día. “Cruzar los dedos y tocar madera”, parece ser el lema que unifica a toda la comunidad educativa.
***
—Ahora que empecé el jardín ¿puedo pedir un deseo?
—Sí, claro.
—Pido que se vaya el virus.
Gael y su papá Damián están en el supermercado y acaban de salir del primer día de salita de 4 de una escuela privada de Paternal. Damián, psicólogo, tiene una noticia para darle.
—Gael, papi consiguió turno para vacunarse, ¡se va a vacunar contra el virus!
Gael frenó. Lo miró.
—¡Qué buenoooooooo papiiiiiiiiiii qué bueno! ¡Hoy es el mejor día del mundo!
Damián no aguanta las lágrimas. Hace unas semanas, cuando empezaron las reuniones virtuales para explicar los protocolos de regreso al jardín, Gael le decía: “Yo sin ustedes no voy ni loco a ningún lado”. Damián y Berna, su novia, estaban muy angustiados. Durante los últimos meses del 2020, se la pasó en la cama de sus papás y contando lo feliz que estaba con ellos, cuánto le gustaba estar en su casa, en su habitación con sus juegos y sus cosas. No quería saber nada ni con un jardín, ni con ninguna Seño, ni con amigos. Por eso, para Damián y Berna era fundamental que Gael tuviera un espacio para socializar y vincularse con otros.
Debieron hacer un trabajo fino para incentivar las ganas de su hijo. Armaron un calendario con dibujos para ir tachando los días que faltaban, repasaron canciones y, claro, pensaron qué dirían sus nuevos amigos cuando vieran el súper barbijo de Spiderman.
El día que volvió a la escuela, dividieron su clase en dos grupos de once chicos, con una Seño para cada uno. Gael jugó con bloques, dibujó, escuchó canciones y vio sonreír a su Seño Vane, que llevaba barbijo y máscara transparentes. A Gael, el de Spiderman le escondía la risa: ella apenas vio cómo le brillaban los ojos.
***
Tuvo que repetir su nombre una vez, dos veces, tres veces. Sus alumnos de primer grado no la entendían cuando ella les hablaba detrás del barbijo. ¿Maia? ¿Marta? ¿María?
Maira, M-a-i-r-a: es la profe de música y, además, cantante y locutora. Su voz es su herramienta de trabajo. Si el primer día terminaba a los gritos pronto quedaría afónica. Sobre todo porque tenía todos los cursos de primero a sexto en dos escuelas estatales. Mayra es parte del dispositivo que contempla 2.880 instituciones de gestión y administración pública y privada.
Sus inquietudes empezaron una semana antes, cuando le contaron el protocolo en las reuniones de docentes. ¿Cómo enseñar canciones si cantar con el barbijo puesto es imposible? ¿Cómo tocar otros instrumentos si no se pueden compartir? ¿Cómo dar una clase de música en esta nueva normalidad?
Maira encontró rápido una manera de no poner en riesgo su voz: se compró un micrófono y un parlante de su bolsillo, algo que muchas docentes implementaron. Algunas van por los inalámbricos, otras, con pequeños o grandes parlantes.
Ese primer día, después de la presentación y de encender el micrófono, Maira entendió que la única actividad posible era hacerlos bailar. Puso música y les pidió que se movieran en el lugar. Los chicos y chicas se miraron. ¿Bailar solos? ¿A distancia? Empezaron a sacudir las piernas y brazos, tímidos, pero de a poco se soltaron hasta que todo el grupo se animó. Maira pudo ver en sus cuerpos la alegría compartida.
***
Jueves 17 de febrero. Hoy es un día soleado, escribió Lucila con letra imprenta grande, fuerte, en su primer día de segundo grado. Lucila va a una escuela pública de Floresta que hasta marzo del 2020 era jornada completa. Ahora, con el protocolo, dividieron el grado en dos. A ella le tocó el turno mañana.
Al mediodía, antes de almorzar, le muestra la tarea a su mamá, Victoria. Mientras lee el cuaderno tapa amarilla con orgullo, su hija le cuenta cómo estuvo ese día un poco “raro”. En la hoja siguiente, revisa una fotocopia pegada. La hoja, dividida en seis cuadros, tiene consignas para completar. “Evitemos el contacto a la entrada y la salida”: No besos, no abrazos, escribió Lucila; “Uso tapaboca”: uso correcto del barbijo casero en la boca, nariz y pera, agregó; “Uso alcohol en gel”: en las manos; “Me lavo las manos”: con agua y jabón; “Recordá siempre mantener la distancia”: Dos metros de los demás; “No compartimos objetos”: botellita, lápiz y goma de borrar.
Victoria no sabe si reír o llorar. Sabe, son las postales de este nuevo tiempo. Aunque lo que más le llama la atención es el último ejercicio. La maestra les pidió que entre todos pensaran distintas formas de saludo y las dibujaran. La única condición: no tocarse con el otro. Entre palitos y circulitos, Lucila dibujó: el saludo Apache, estirando la palma de la mano; el rockero, levantando el índice, el meñique y el gordo; el saludo desde el corazón, poniendo la mano en el pecho; el tailandés, haciendo una reverencia; el japonés, juntando las dos palmas de las manos e inclinando la cabeza.
Al final de la hoja la seño escribió con birome la tarea para el día siguiente: “Pienso un nuevo saludo y lo dibujo”. Lucila frunce el ceño, concentrada, y piensa.
—El gato chino mamá, el que mueve la mano para arriba y abajo. Ese puede ser un buen saludo.
***
Azul empezó primer grado en 2020. El entusiasmo de pasar a la primaria le duró 15 días. Se tuvo que adaptar a una nueva forma de cursada y al aprendizaje de nuevos contenidos, incluido el proceso de alfabetización, sin siquiera conocer del todo la vida escolar “normal”. Muchas veces los horarios de sus clases coincidían con los de su hermano Lucio, o se superponían con el trabajo de su mamá: durante la semana la notebook fue un territorio de disputa. Pero al menos tenían una computadora, a diferencia de muchos de sus amigos y amigas. Azul y Lucio van a distintas escuelas públicas del Distrito Escolar 1 y varios de sus compañeros viven en el Barrio 31, donde la mayoría no tiene acceso a la conectividad.
Un mes antes de que comenzaran las clases, a principios enero, el legislador del Frente de Todos Juan Manuel Valdés denunció a Horacio Rodríguez Larreta por Twitter: “¿Explicarán @horaciorlarreta y @Soledad_Acunia cómo es que decidieron recortar 371 millones de pesos al Plan Sarmiento en un año de pandemia? ¿O seguirán fingiendo que les importa la vuelta a clases?”. Lo cierto es que mediante una resolución publicada en el Boletín Oficial el 4 de enero, el Gobierno de la Ciudad modificó las partidas presupuestarias destinadas al Plan Sarmiento— el programa que provee de dispositivos tecnológicos a los estudiantes de escuelas estatales— redireccionando más de 370.000 millones de pesos hacia otras áreas. Valdés también cuestionó el recorte sobre los fondos para infraestructura escolar: “El GCBA decidió recortar un ¡70%! la inversión en infraestructura educativa. En 2020 la inversión fue de aproximadamente 3 MIL MILLONES DE PESOS. El 2021 nos espera con MIL MILLONES DE PESOS”.
Cuando la inminencia del regreso a la presencialidad los sorprendió, Azul y Lucio se entusiasmaron por el reencuentro con los compañeros y, sobre todo, por volver al espacio de la escuela. Como madre, Clara se sintió un poco “extorsionada”: nadie, ni las escuelas, ni el gobierno de la Ciudad, le garantizaban que sus hijes accedieran a clases remotas si decidía no exponerlos a la presencialidad. Por eso, los días previos se la pasó repitiendo consejos sobre cuidados.
Azul y Lucio tienen el mismo sistema: van una semana de corrido y la siguiente “cursan de manera virtual”: un eufemismo para hablar de cinco días repletos de tareas que sus padres y madres deben imprimir o fotocopiar. Clara tiene varias dudas. ¿Y si no coinciden las semanas de ambos hijes? ¿Quién cuida a uno mientras al otro le toca presencialidad? La mayoría de los padres y madres compañeros de Azul y Lucio tienen trabajos precarizados, muchos de los cuales cobran por día. ¿Cómo adaptar la vida de cuatro horas por día de escuela con los cuidados?
A Clara también le preocupa la seguridad de la escuela y la adecuación de las aulas. Por eso, le regaló cincuenta barbijos a las dos maestras de sus hijes. Ambas le agradecieron como si les hubiera llevado una piedra preciosa. Ese primer día, el gobierno de la Ciudad no les había provisto de barbijos. Incluso, muchos chicos y chicas no lo tenían.
***
Estimadas familias: Ante la nueva información recibida por todos por parte de la familia de Valentina, la escuela suspenderá los encuentros presenciales de quinto grado hasta nuevo aviso. Equipo de conducción
Gerardo lee el mail de la escuela mientras escucha rezongar de fondo a su hija Sol, que va a una pública de Caballito. Ella había arrancado la semana con mucha expectativa. Estaba feliz: iría cuatro veces por semana, tres horas por día. El lunes todo bien, el martes, todo bien, el miércoles, todo bien. El jueves, en el Whatsapp de padres y madres, la mamá de Valentina contó que su hija tenía fiebre muy alta. Gerardo no dudó y muy a pesar de Sol decidió que no fuera el viernes. Sol está angustiada y frustrada. No pensó que las clases en la escuela se interrumpirían tan rápido. Hasta el 25 de febrero, se asilaron ochenta y ocho burbujas escolares desde el inicio de las clases presenciales. De ellas, 48 quedaron sin actividad. Para el mismo período, se registraron 304 casos positivos de coronavirus entre docentes y no docentes.
Julia también pasó por la misma incertidumbre. Sus mellizos Camilo y Felipe empezaron salita de tres en una escuela pública de Palermo. La primera actividad fue dividir en dos al grupo de 25 chicos. Después de dos días de jardín, una familia del otro turno dio positivo de COVID-19. ¿Tenía que alarmarse? Sí, porque la docente era la misma. “Entonces ¿De qué sirven las burbujas?”, se preguntaron varios padres y madres en el grupo de Whatsapp. ¿Está bien pensado el esquema? La respuesta de la dirección fue suspender la presencialidad durante diez días.
Como tuiteó la comunicadora Paulina Cossi: “Ya conozco tres ´burbujas´ aisladas por contactos estrechos en escuelas. Arrancó el estresazo lectivo 2021”.
***
El grupo de “padres y madres” de sala de 4 de una escuela pública de Villa Urquiza está estallado. El debate: si la cooperadora puede comprar o gestionar filtros de aire porque así no está garantizada la ventilación de la escuela. Como el edificio es antiguo la mayoría de las aulas no tienen circuito de aire al exterior: sólo puertas y pocas ventanas que dan a un patio techado. Según un informe de la Unión de Trabajadores del Estado (UTE) en el que se relevaron 611 establecimientos educativos, un 66,9% de las aulas en CABA no cuenta con la ventilación necesaria para prevenir el Covid. Además, ninguna de las escuelas tiene medidor de dióxido de carbono, una de las medidas que tomaron países de Europa para evitar el contagio a través de aerosoles.
Fernanda está ansiosa por el regreso de su hijo Ney y lo escribe en el chat. Aunque cree que el protocolo del gobierno porteño es impracticable: le parece un “chiste” que solo garanticen “alcohol en gel y lavandina”. Por eso, el primer día puso papel higiénico y rollo de cocina en la mochila de su hijo, algo que ni siquiera estaba garantizado en la pre pandemia. Llegaron juntos unos minutos antes de que empezara el turno de las 13:30 a las 15:30.
—¡Ese barbijo de Cars está genial!
—¡Qué bueno ese ganchito para que no se pierda el tapabocas!
Mientras los demás padres y madres comentaban y elogiaban las novedades para el cuidado, Fernanda trataba de espiar desde la puerta qué aula le iba a tocar a su hijo. ¿Sería la que tiene ventanas? ¿O estudiaría en la grande? Lo que más le preocupaba era que, por protocolo, la maestra no iba a poder siquiera hacerle un mimo en la cabeza a su hijo, o levantarlo si se llegaba a caer. ¿Y si no podía subirse sólo los pantalones después de ir al baño, algo que todavía le costaba?
Ney entró al colegio con su mejor amiga, Mile. En la mano llevaban la declaración jurada: se la dieron a la Seño, ella los saludó con puñito, les midió la temperatura, les puso alcohol en gel en las palmas y los tomó de la mano para subir los tres escalones que los separaban del gran patio de entrada. A Fernanda se le estrujó el corazón: angustia y alivio; felicidad y temor. Se dio cuenta cuánto extrañaba la escuela. No como un lugar de contenidos curriculares, sino como parte fundamental del entramado social, de esa red que necesitan las familias y especialmente las madres para no colapsar entre la crianza y el trabajo.
A las 15:30 Ney salió feliz. Le contó que había jugado con masa, con autitos, que había armado una casa con bloques y que con Mile imaginaban que su aula se incendiaba y venían los bomberos.
—Pero….¡fue muy cortito, ma!
Fuente: Anfibia – fotos Victoria Gesualdi

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