Daniel Quintero: el otro poeta de Parque Chas
26.9.2020
Por Hernán Casabella
La nota contiene lenguaje inclusivo por decisión del autor.
Daniel Quintero el poeta de la guerra nació en 1959 en “Villurca”, de aquel lado de Avenida La Pampa, a los tres días como Cristo lo cruzaron de este lado y se volvió nativo de Parque Chas. En 1987 se radica en Tierra del Fuego regresando a Buenos Aires en 1994. Publicó una pila de libros entre los que se destacan: Después de una larga noche (1986), Mensaje de Náufragos (1990), Del Dolor de los Espejos (1996), Cementerio de Payasos (1997), Crónicas fatales escritas desde La Luna (2005), Inusual (2013), Malhoja (2015), Cotillón (2015), 0 Killed (2016), Pruebas de Galera (2018) y SIGNOS /sobre El Jardín de las delicias (2018). Poeta que ha acuñado, casi de manera distraída, frases tales como “Voy a la guerra como voy al amor con las mismas ganas de romperlo todo”, “Soy un peronista asintomático”, y la bella “Será poesía”.
¿Cuál fue el primer libro que leíste completo y sin obligación de hacerlo?
Daniel Quintero: Robinson Crusoe de Daniel Defoe.
¿Los libros se leen hasta el final o se abandonan? (Si abandonaste alguno, ¿cuál fue y cuál es la anécdota que valga la pena?)
D.Q.: Los libros dan cuenta por sí si serán leídos hasta el final. Eso es mérito del autor, del editor y en definitiva del libro como objeto y como espíritu. Sostengo que una a favor de algún libro es volver por él, abrirlo al azar, tenerlo a mano, a luz, acompañarlo. Recordarlo y recomendarlo. La novela de Perón de Eloy Martínez, recomiendo.
Los libros, ¿se compran, se regalan, se prestan, se pierden, se devuelven, se venden, se roban?
D.Q.: Todo eso.
¿Cuáles son tus libros preferidos de la literatura argentina?
D.Q.: La invención de Morel de Bioy Casares, Poesía de Enrique Molina, Olga Orozco, Luis Luchi, Roberto Santoro y Marimba de Jorge Boccanera.
¿Cuáles son tus libros preferidos de la literatura universal?
D.Q.: Las ciudades invisibles de Ítalo Calvino, Hojas de hierba de Whitman, De la Tierra a la Luna de Julio Verne, Epigramas de Ernesto Cardenal y poetas como Raúl Vallejo de Ecuador y Miguel Olivera de Uruguay.
¿Hay algún personaje de la literatura con el que te sentís identificado?
D.Q.: Mi proximidad es a la poesía, a esos poetas que batallaron en el campo de la guerra, en el papel del amor. Roque Dalton por ejemplo. No sé si me identifico con un personaje, más me identifico con personas.
Así de arrebato, ¿qué final te viene a la memoria?
D.Q.: “No nos une el amor sino el espanto”. Sostengo que es una definición acertada de la argentinidad. Sea lo que sea, venga de donde venga. Pase lo que pase. Caiga quien caiga.
¿Cuándo comenzó tu gusto por la escritura?
D.Q.: De niño cuando se busca en esos diccionarios enciclopédicos personas ilustres de tu mismo apellido, así como jugando Antonio Quintero de esos tres Quintero León y Quiroga, Álvarez Quintero. Aunque pretender el oficio de poeta fue abordado al saber que el padre de Shakespeare era carnicero como mi viejo.
¿Tenés alguna rutina al escribir?
D.Q.: Ahora de sexagenario me sobra el tiempo y es más fácil escribir con todos estos sistemas al alcance de la mano o del celular. Cuando algo se me cruza por la cabeza o por algún otro lugar sin importancia no lo dejo pasar, voy y escribo.
¿Tenés objetos, fetiches que te sean vitales al momento de escribir?
D.Q.: Nos mató la tecnología. Antes la celebración era un cuaderno y una buena birome, hacer dibujos mientras se escribía, tirar frases adjuntas, perforar el papel. Extraño eso. Pero siempre viajo con un cuaderno y una buena birome entre las que tengo una Sheaffer que me obsequió la poeta Eva González cuando presentamos “El jardín de las delicias”. Lleva grabado “Será poesía”. Escribir a tinta y papel sería el fetiche.
¿Lenguaje inclusivo en la escritura sí o no?
D.Q.: Cada autor, cada quien que escribe o dice debe incorporar la forma que necesite para que sus textos o discursos sean recepcionados. No estoy en contra del uso del lenguaje inclusivo.
¿Cuál es tu opinión sobre las presentaciones de libros y los ciclos de lecturas?
D.Q.: La pandemia llegó para cansarnos, es decir para advertir que ya estábamos cansados. Antes de volver a un ciclo literario tendré que vacunarme, para algunos con dosis doble. A otros volvería hasta el contagio.
¿Cómo se lleva tu literatura con el insomnio, con las noches, con los vicios?
D.Q.: Con el insomnio bien: hay noches que me despierto a escribir. Con los vicios, bien también.
¿A quién relees periódicamente?
D.Q.: Ítalo Calvino, Américo Álvarez.
¿Qué tres autores argentinxs reeditarías?
D.Q.: Tengo algunos libros inéditos de Julito Leite, tendría que hablar con los chicos para ver de publicarlos. Enrique Molina, Luis Franco y Debrik Ancudovich.
¿Qué opinas de la literatura argentina de la última década?
D.Q.: Hay muy buena producción, esos es alentador.
A calzón quitado, ¿leés a tus contemporánexs o solo leés las contratapas?
D.Q.: Leo de todo, es más busco de leer cuando escucho de un autor. Hay muy buena poesía y los jóvenes de Centroamérica vienen con mucha fuerza.
¿Qué estás leyendo actualmente?
D.Q.: Siempre vuelvo a Las ciudades invisibles. Leo poesía.
¿Cómo surgió la idea de Signos/sobre el jardín de las delicias?
D.Q.: Mi amigo Alejandro Montini vino a Buenos Aires con una muestra fotográfica a exponer en la Fotogalería del Teatro San Martín. Trajo unas fotos que yo no conocía, sabía de su obra en el tiempo que vivíamos en Ushuaia. Me alucinó. Le ayude a enmarcar y a montar la muestra.
El jardín de las delicias es un cuadro que siempre me impactó, es más una vez en el Museo del Prado donde está expuesto los toqué, pasé las yemas de mis dedos de mano izquierda por sobre su óleo. Si, si, ya sé son cosas que no se deben hacer pero fue más fuerte. De todas maneras lo único que se encendió fue mis ganas de escribirle. No fueron ni luces ni alarmas. Le dije al Flaco Montini hacé una serie de fotos sobre el Jardín con esta técnica que tenés en tus trabajos. Se negó. A los meses me dice: “Quintero, dale empezá a escribir que salimos con el Jardín”, fueron 21 textos entonces que quedaron detenidos. Era el año 2012. Después completé el trabajo. El resto de la historia tendrías que contarla vos que cuando volviste del viaje a España me intimaste a publicar el libro.
¿Contanos de la quema de la Malhoja y sus similitudes con el poemario?
D.Q.: Malhoja está dividido en tres partes: Escribidor/ Malhoja –dedicado a Tucumán- y Letra Sucia. En una charla de amigos supe de la malohoja esa que arde en los cañaverales y que hace llover cenizas sobre los poblados cercanos. Vi esas cenizas. Vi la Malhoja.
¿En 0 Killed se percibe el descontento por una realidad que abruma, cómo te resultó la experiencia de una poesía combativa?
D.Q.: 0Killed es mi respuesta al macrismo. Mi combate de papel. Creo que siempre me alineé en la poesía combativa incluso en los poemas de “amor”. Sostengo que 0Killed es un gran libro de una edición dedicada con esa foto de tapa del Flaco Montini. En lo personal dejé de lado ese miedo que se siente cuando se dice: “Después de esto qué escribo”.
¿En qué consiste el juego de los acápites y los poemas en Prueba de galera?
D.Q.: Pruebas de galera es como si fueran dos libros, los acápites y los textos. Es eso un juego que nació esperando en un Bar de Fray Bentos ROU, el comienzo del Encuentro de Poetas allá por el año 2015.
¿Los personajes de tu poesía juegan a las escondidas o simplemente hay una voz que, depende el caso, se hace presente y dice?
D.Q.: Mis personajes alteran el paisaje de su propia niñez, lo retuercen, le corren fuego, whisky, otras lamentaciones. Mis personajes son un insulto y un beso, una manera de amar sin discreciones, un viaje que alerta los sentidos la comunión de cuando iba a la iglesia. No son malditos, son incapaces de hacer daño. Sólo poesía.
Lo próximo de Daniel Quintero es…
D.Q.: New York, New York.
¿La escritura puede aprenderse en un taller?
D.Q.: La poesía no se aprende, la poesía se descubre. Se altera como quien altera los sentidos y miente cuando escribe y es esa la pura verdad. La poesía es un rasgo de torpeza con el que se cruza la calle, se falta el respeto, se ama y después se olvida como repetía el loco Luiggi cuando éramos jóvenes en este barrio, Parque Chas. La escritura puede ser.