Coronavirus en el manicomio (y una crónica antimanicomial)

11.4.2020

por Darío Cavacini

14.00hs. Después del mediodía, en el Borda no quedan ni las sombras en los espejos ni los recuerdos de una libertad que casi no se tuvo. Encadenamientos subjetivos que aún anhelan emanciparse. Desde el pasillo del hall central se acerca un usuario con una mirada ensimismada que promete encenderse en cada ventana que cruza. Me mira sin verme. ¿Sabrá qué pasa afuera? ¿Cómo será el aislamiento de los que ya están aislados hace años? Esos mismos muros que han protegido a los sanos del afuera de los enfermos del adentro, hoy han invertido su orden. Ahora también nosotros estamos encerrados a cielo abierto. Quizás sepamos cómo se siente.

14.15. Un guardia de seguridad deambula por los pasillos vacíos buscando algo para hacer. Nunca falta la seguridad en los manicomios aunque nadie esté seguro de porqué está ahí adentro. Imagino me pedirá una autorización que no tengo. Se acerca extrañado y confiado al mismo tiempo, asiente con la cabeza y sigue su camino hacia ningún lado. Parece que no estar internado ya de por si te da cierta credibilidad, diluye tu sombra. La contracara es que estar internado te saca todo tipo de legitimidad y anula hasta tus posibles verdades/mentiras. Humanos sin Derechos. Los locos son las víctimas individuales por excelencia de la dictadura social, decía Artaud. El alma del manicomio corporizada en una acción.

14.30. Cuando lo demás ralla, lea la biblia. En el Borda hay grafitis maravillosos, es como si toda la belleza maniatada supurase a través de un aerosol. También hay una biblioteca, dos galpones culturales, un almacén y, por supuesto, siempre una iglesia. Si Dios existe en algún lugar, acá seguro que no tanto. A veces, donde se esperan abrazos, se dan ostias y se reciben abandonos. Amar al prójimo como a uno mismo es una buena frase para un libro de autoayuda que nadie lee. La pandemia llegó al cielo: la puerta de la iglesia tiene tres candados y ningún monaguillo.

14.45. Los bancos del manicomio son una paradoja. Una contradicción que arremete a contramano de la lógica. Hechos para compartirse, casi nunca esquivan la soledad. En su desamparo se reflejan las penumbras que hemos intentado ocultar detrás de pulcros guardapolvos blancos. Maderas añejadas, violencias inadvertidas. Cuando alguien es ingresado en estos lugares, corre la misma suerte: Luego de ser vomitado por la sociedad, es tragado por el hospital con el fin de diluir su anormalidad y metabolizado hasta quebrantar su ser particular. Las ternuras son fagocitadas con voracidad y psicofármacos.

15.00. Un usuario lleva una bolsa con quiensabequé que sacó de un container y camina dificultosamente hacia su servicio. El trayecto es largo y no hay sendero. En el fondo del manicomio siempre están los olvidados de los olvidados, los que no caben debajo de la alfombra. Los peligrosos se les dice en la jerga psiquiátrica enamorada de los estigmas y las cosificaciones. Omnipoderes con garras. Nuestros sistemas de representaciones son arcaicos, ficticios y alienantes. Ningún interés debiera tejer clasificaciones que sólo sirven para reducir otras existencias. Ninguna existencia debiera quedar reducida a clasificaciones que sólo sirven a los intereses que las tejieron.

15.15. Los pabellones del manicomio están inundados de vacío y el ruido en el silencio se me torna insoportable. Pichon Riviere lo llamaba abandonismo. Los días con lluvia parecen intensificar esas soledades desencontradas hasta de sí mismas. Como si el agua clarificara los años sin abrazos. No se puede mitigar el sufrimiento teniendo los pies desnudos. Nadie se levanta sin un otro. ¿Cómo alguien puede recuperarse en el desamparo? Es menester subvertir todo de una vez, romper las certidumbres y suturar las prácticas para que no surjan de los poderes hegemónicos. Tendremos que apelar a la rebelión de los desteñidos.

15.30. Otro grito pintado en una pared lo ahoga todo: ESTAMOS. Están (lo sabemos perfectamente y desde siempre) pero hemos hecho grandes esfuerzos para invisibilizarlos sin culpa. Los raros, los feos, los solos, los débiles, los tímidos, los locos. Los que no producen porque no pueden o simplemente porque no quieren comprar todo lo que nos venden. Habrá que reconocer, algún día, que aquellos que llamamos otros, no son más que el reflejo de lo que queremos ocultar de nosotros mismos. La otredad es nuestro espejo más nítido. Ojalá, después de esta pandemia, no deseemos ser más esta humanidad y los muros de nuestros manicomios internos también caigan, ladrillo por ladrillo.

Sobrevivir entre la pandemia y la desigualdad

10.4.2020

¿Cómo sobrevivir al aislamiento obligatorio para enfrentar una pandemia? Cuando #quedateencasa se vuelve un peldaño difícil de alcanzar en la pirámide de desigualdades sociales, la recreación en el encierro se vuelve un privilegio al que aspiran unos pocos. Los educadores y educadoras populares que desarrollan su labor en el Club Popular “El Dari”, apuestan a seguir tejiendo y fortaleciendo las redes barriales y comunitarias que hace ya muchos años se vienen construyendo en los distintos territorios. Y en este punto se torna indispensable que sea la niñez y la adolescencia la que comience a tener un papel protagónico a la hora de pensar la política.

Allá por el 2014 asumimos la responsabilidad desde el Frente Popular Darío Santillán de proyectar y llevar a cabo espacios de niñez y adolescencia, entendiendo la necesidad de repensar un concepto y una práctica emancipadora que los incluya, pero no solo como un colectivo con derechos específicos, sino también como un cúmulo de subjetividades que pueden y deben incidir en procesos de carácter político para apuntar a la transformación social.
Nos encontramos construyendo día a día con las niñeces y las adolescencias desde el juego, el arte, la recreación, con la asamblea como método de construcción horizontal, para cuestionar y cuestionarnos, para salir de las trincheras, para fogonear la rebeldía y acompañar la participación de los pibes y pibas en los barrios. Hoy, en medio de la emergencia sanitaria, económica y social, con una cuarentena obligatoria que se extiende hasta el 13 de abril, nos encontramos con la imposición de no poder desarrollar nuestras tareas de la cotidianeidad y ante esta disyuntiva nos parece indispensable posicionarnos y visibilizar las problemáticas a las que hoy se enfrentan las niñeces y la adolescencia.

¿Cómo acontece el “Quedate en casa” en los barrios?

En territorios donde no hay acceso a viviendas dignas (con cloaca, servicios básicos, conexión de internet, cable, teléfono de línea, o los “datos móviles” del celular para poder acceder a diferentes plataformas), contexto que envuelve la vida de millones de personas, el #YoMeQuedoEnCasa no es algo sencillo de llevar a cabo. Sobrevivir a una situación de aislamiento obligatorio decretada a nivel nacional se torna imposible e insostenible en muchos de los casos. La mayoría de los pibes y pibas que asisten a nuestros Clubes viven hacinados en casas pequeñas o cuartos, donde la posibilidad del metro de distancia entre convivientes es realmente imposible, donde la convivencia sin salir a la calle no puede sostenerse. Familias ensambladas, más de una familia en un mismo hogar, más de una casilla en el mismo terreno, muchos niños de diversas edades aburridos, adultos mayores y padres colapsados por la crisis económica, muchas personas con distintas necesidades insatisfechas y en convivencia, en varios de los casos, con varones violentos. La imposibilidad de los niños de poder salir de sus casas, asistir a la escuela, ver amigos e inclusive asistir al Dari les lleva a no poder expresar sus sentires con otras personas, a no tener un espacio de escucha o distensión de las situaciones que viven en sus hogares. Nuestros pibis juegan en la calle, en la vereda, con vecinos, juegan con pelota, andan en bici, a la rayuela, la mancha, la escondida y la plaza. No son niños y niñas de ‘’tik tok’’, instagram, netflix, ni de las grandes tecnologías, y no porque no quieran, simplemente porque no tienen el acceso. Porque con suerte hay uno o dos dispositivos móviles en la casa, porque pagar internet o plataformas digitales es plata con la que su familia no cuenta, porque la exclusión llega también ahí, a la recreación. Porque es ahí donde la recreación en el encierro se vuelve un nuevo privilegio al que aspiran unos pocos. Éstas son algunas aristas que nos permiten vislumbrar cómo muchas de las barreras ya impuestas de antemano por un sistema que excluye, se agudizan más en contextos de crisis mundiales. De eso nos proponemos reflexionar, de la recreación en tiempos de encierro.

¿Qué les queda a las barriadas populares? ¿cuidado o represión?

Las imágenes de un niño de 12 años, apaleado brutalmente por la policía bonaerense frente al Hospital Fiorito de Avellaneda, la resolución del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que convierte un Centro Socioeducativo en un centro de detención para adolescentes que “no cumplen la cuarentena” o los distintos reportes de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), demuestran cómo es el “cuidado” de las fuerzas represivas: con coerción, persecución, amedrentamiento y detenciones arbitrarias. “Quedarse en casa” pareciera algo fácil de cumplir si tenemos la suerte de pensarlo acobijados entre 4 paredes, pero en las barriadas populares se hace aún más visible el rol represivo que cumplen las distintas fuerzas de seguridad. En el medio del hacinamiento, los pibes y pibas buscan alternativas para ser niños y se escapan a la puerta de su casa. Pero si salís a la vereda te mete adentro la policía, por intermedio de gritos e insultos, y no de buena manera como se viralizó al surfista de Floresta que volvía de Brasil. A la pibada la policía los entra, literalmente “a patadas en el culo”. Entra en los pasillos de la villa empuñando armas y disparando al cielo, o directamente a las casas. La intimidación y el mensaje es claro: que el miedo que les da salir sea más fuerte que sus ganas de jugar un ratito para pasar el mal momento.
Asusta el rol de la policía y la gendarmería, pero asusta también el mensaje que legitíma su accionar. En donde es mucho más fácil levantar el teléfono y denunciar a tu vecino, que salir a preguntar si necesita algo, donde se vuelve más simple castigar que concientizar o invertir esa plata en salud o estrategias y herramientas para cumplir de manera comunitaria la cuarentena y generar un cuidado colectivo.

Juguemos en la calle mientras la yuta no está… ¿y el riesgo? ¿Qué riesgo?

En los lugares donde no llega la información correcta, donde no hay plata para el jabón, la lavandina o el alcohol, ls pibes están constantemente en riesgo, saliendo o no saliendo a la calle. Están en sus casas donde, si mamá o papá no sale a laburar, no hay forma de poder comer, ¿cómo pensar en comprar alcohol en gel o lavandina cuando la olla está vacía? ¿Cómo puede un niño o niña que no recibe alimentación todos los días generar una rutina de higiene capaz de enfrentar una pandemia?

¿Y entonces, a qué se juega?

Con todos estos elementos, sumando la limitación que demuestran los espacios educativos formales que no logran dar respuestas integrales a todas estas problemáticas anteriormente mencionadas, ni ofrecerles las herramientas para poder crear sus propios juegos con otros materiales que no impliquen un valor que no pueden costear, y ni hablar de los docentes precarizados y sobrepasados a los que se les exige por demás, utilizando métodos que no han sido probados anteriormente como es la educación virtual -y que en muchos de los casos tampoco cuentan con la tecnología necesaria para llevarlos adelante- nos es imprescindible calar en lo más hondo de nuestra creatividad para generar y contagiar propuestas que incluyan.
Entonces, la tarea y el compromiso que surge para nosotrss, los y las educadoras populares, es ponernos al servicio de la Recreación Popular, en pensar juegos, dinámicas y actividades que podamos compartir, que no sean excluyentes y que los contengan en su realidad. Charlar con las familias sobre el juego en estos tiempos que corren de peligro -del coronavirus, el dengue y de la policía-, y pensar conjuntamente nuevas maneras de comprender la recreación. Mantenernos en contacto lo más que podamos para que puedan expresar cómo están viviendo la situación actual que nos toca atravesar.
Seguir tejiendo y fortaleciendo las redes barriales y comunitarias que hace ya muchos años se vienen construyendo en los distintos territorios. Visibilizar las distintas realidades contadas por ellos mismos. Además, debemos asumir el compromiso de ser críticos, de formarnos siempre con los pies en el barrio, de discutir política, de no caer en análisis simplistas y de cuestionar todo lo que deba ser cuestionado porque es de esta forma que podremos generar una praxis crítica que ponga en jaque el estado de las cosas y nos permita seguir prefigurando aquella sociedad que tanto anhelamos.
Por último, creemos que estamos en un contexto complejo, pero que nos da la certeza de que el agotamiento de un sistema capitalista, imperialista y patriarcal es inminente, y nuestra tarea no es sólo denunciar sino crear y construir un nuevo mundo donde quepan todos los mundos. Y en este punto se torna indispensable que sea la niñez y la adolescencia la que comience a tener un papel protagónico a la hora de pensar la política. Debemos seguir dando batalla para (de)construir, (re)crear y difundir pensamientos, pedagogías y experiencias que permitan contribuir a que florezcan procesos de construcción de poder popular de niñeces y adolescencias mucho más libres.

Coronavirus: médicos y enfermeros de hospitales porteños piden licencias y recursos

8.4.2020

Por Diego Fernández Romeral

«Obligan a ir a trabajar a hombres y mujeres mayores de 60 años con enfermedades previas, o jóvenes que tuvieron contacto con personas que llegan del exterior”, denuncian.

En el sistema de salud público de la Ciudad de Buenos Aires, el escenario desatado por la pandemia de covid-19 genera situaciones que van en contra de cualquier protocolo. “La falta de personal hace que hoy obliguen a ir a los hospitales a trabajadores de la salud que son población de riesgo: hombres y mujeres mayores de 60 años con enfermedades previas, o jóvenes que tuvieron contacto con personas que llegan del exterior”, asegura Carlos Magdalena, Jefe de Neurofisiología y Epilepsia del Hospital de niños Dr. Ricardo Gutiérrez. “Nosotros somos los que estamos más cerca del virus, y en vez de cuidarnos, nos dejan sin respuesta”.
Magdalena, de 62 años, padece de asma bronquial e hipertensión arterial, “algo por lo que hasta la barbarie de la dictadura me tuvo que excluir de la Guerra de Malvinas”, señala. Al formar parte de los grupos de mayor riesgo frente al virus, envió una carta a la Comisión Covid-19 –creada recientemente por el Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires y la Asociación de Médicos Municipales para manejar las licencias–, para pedir que se le permita cumplir tareas a distancia.
“A la mayoría ni siquiera nos contestaron, o te mandan una carta llena de eufemismos que solo suma confusión. No están otorgando licencias médicas, cajonean los pedidos. Y si no tenés la licencia aprobada luego te pueden descontar los días. Y a mí eso también me destruye. No puede ser que haya una comisión discrecional para manejar nuestras vidas”, explica. Además, durante la semana pasada, en el Hospital Gutiérrez Magdalena registró falta de insumos y corroboró que la situación se extendía a la mayoría de los hospitales porteños.
“Hoy en la Ciudad no tenemos los elementos de protección personal para hacer frente a la pandemia. Vamos a estar en la primera línea de batalla y nos quieren mandar con una gomera”, asegura Gabriela Nakamura, enfermera del Centro de Salud y Acción Comunitaria (CeSAC) Nro. 11, dependiente del Hospital Ramos Mejía. “Necesitamos barbijos, alcohol en gel, guantes, camisolines, y el hospital dice que no tiene, que no nos puede mandar. Si esto sucede hoy, en el distrito más rico del país, no me quiero imaginar lo que pasará cuando llegue el pico. Nos quedan insumos para unos días. Apenas se terminen no vamos a poder atender a nadie más”, detalla.

Sin licencias ni recursos

Entre los colegas de Magdalena, un joven médico que prefiere no revelar su identidad -“por las represalias que seguro va a haber”– se pone como ejemplo de otra situación incierta en este contexto. “Mi pareja llegó a Ezeiza este lunes repatriada desde Canadá, con una escala de cuatro horas en Santiago de Chile. Convivimos en un mono ambiente, lo cual es evidente que no permite aislamiento alguno entre nosotros dos. Por este motivo decidimos cumplir ambos la cuarentena. El viernes me llamaron desde la oficina de personal para obligarme a ir el lunes. Si bien por ahora ambos somos asintomáticos, lo que se está haciendo es forzar a ir a los hospitales a convivientes de viajeros sin siquiera hacer los test necesarios”, explica.
La condición de trabajadores esenciales que hoy tienen los profesionales de la salud puso aún más de manifiesto las condiciones precarias en las que venían desarrollando sus tareas. “Los compañeros te dicen que te vayas, que te inventes lo que sea”, cuenta Magdalena. Entre sus colegas se replican casos de mujeres embarazadas, personas mayores de sesenta años, diabéticas, hipertensas, con cáncer, HIV, con problemas cardíacos y respiratorios que, sin licencias, siguen concurriendo a sus lugares de trabajo.
“Ningún hospital baja los datos de cuántas personas están pidiendo licencias. Lo que sí sabemos es que hoy hay un promedio de edad de 60 años, la mayoría con enfermedades a cuestas. Es una población envejecida donde son muchísimos los que tendrían que tener tareas domiciliarias”, explica Nakamura.

El reclamo de enfermeras y enfermeros

“Enfermería es un recurso humano faltante a nivel mundial. En Ciudad venimos con una pelea fuerte hace dos años para que nos reconozcan en la carrera profesional de salud. Seguimos siendo consideradas administrativas, con un promedio de 20.000 pesos menos de sueldo”, detalla Nakamura.
Las últimas noticias que ella recibió de sus compañeras, a través de los grupos de WhatsApp que comparten, es que muchas estaban siendo retiradas de los hospitales para ser llevadas a los hoteles donde el Gobierno de la Ciudad pone en cuarentena a quienes regresan de países en riesgo. “No sé qué negocio tienen con los hoteles, pero las enfermeras que están allá terminan haciendo de camareras, llevándole la comida a los que están en las habitaciones”, asegura.
Magdalena repite que lo que hoy se necesita es cuidar a quienes corren riesgo y garantizar los insumos de trabajo. “Si hay una situación de sobresaturación como es el de Italia o España, yo voy a ir a trabajar, por una ética que a mí me mueve. Pero esto es completamente distinto. Nos obligan a ir a trabajar para no tomar nuevo personal, en situaciones donde nuestras vidas corren mucho peligro y además podemos aumentar el contagio. Nosotros preferiríamos cambiar los aplausos, que emocionan un montón, por condiciones dignas de trabajo”, advierte.

El Gobierno porteño no cumplirá orden judicial de brindar alimentación saludable en las escuelas

8.4.2020

Así lo denunció la diputada Alejandrina Barry del PTS en el Frente de Izquierda, miembro de la Comisión de Educación, en una reunión extraordinaria de celebrada este miércoles en la Legislatura porteña.

Hace dos días la propia Barry junto a la diputada Myriam Bregman, Cooperadoras Escolares, familias y docentes presentaron un amparo y la jueza Romina Tesone, del juzgado Contencioso N° 1, dictó sentencia y ordenó al Gobierno que la Canasta Alimentaria sea dividida por franjas etarias, incluya variedad de alimentos (los 6 grupos) para garantizar todas las vitaminas (A, D y C) y nutrientes (proteínas, hierro, calcio), se incorpore leche o yogur para su consumo todos los días y se entregue jabón o elementos de higiene.
En la reunión de la Legislatura de este miércoles, ante el planteo realizado por la diputada Barry sobre si cumplirán con la sentencia judicial, el Ministerio de Educación respondió que seguirán entregando las mismas canastas que la semana pasada. De esta manera, el Gobierno no solo incumple la ley sino que ahora también incumple una sentencia judicial. Una provocación para miles de familias.
La sentencia del lunes había dedicado extensas líneas para reseñar cada uno de los incumplimientos del Gobierno. Por eso Alejandrina Barry recordó, tal como lo denunciaron las familias, que “la sentencia le advierte al Gobierno que las Canastas entregadas la semana pasada incumplían todos los puntos de la ley de alimentación escolar. La emergencia sanitaria no es excusa para incumplir con la ley”.
Las diputadas del Frente de Izquierda seguirán esta pelea junto a la comunidad educativa para lograr que se cumpla el fallo y se garantice una alimentación saludable a todos los niños, niñas y adolescentes.

Ante la crisis de la pandemia y el aislamiento obligatorio

8.4.2020

Difundimos una nota elaborada por la Comunidad de la E.E.M. 2 (Distrito Escolar 10), una escuela de reingreso del barrio porteño de Belgrano, en la que manifiesta su preocupación ante algunas situaciones complejas que vienen ocurriendo en el contexto actual, como el contenido y calidad de los refrigerios entregados por el gobierno de la Ciudad, y el absoluto descuido por la salud e integridad de lxs trabajadorxs que asisten a los establecimientos educativos.

LA COMUNIDAD DE LA E.E.M. 2 D.E. 10 (REINGRESO – BELGRANO) ANTE LA CRISIS DE LA PANDEMIA Y EL AISLAMIENTO OBLIGATORIO

Desde la comunidad de la E.E.M. 2 D.E. 10, Escuela de Reingreso del barrio de Belgrano -una de las pocas escuelas medias comunes de esta zona del turno noche y con una sala de Primera Infancia para hijxs de estudiantes- y sus trabajadorxs (equipo de conducción, docentes, preceptores, D.O.E, administrativxs y auxiliares), queremos manifestar nuestra preocupación ante algunas situaciones complejas que vienen teniendo lugar en el marco de la crisis y del aislamiento obligatorio por la pandemia del Coronavirus.
En primer lugar, el miércoles 1º de abril recibimos los refrigerios que entregó el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para nuestrxs estudiantes, bajo la denominación “Canasta Escolar Nutritiva”. Los mismos estaban compuestos de: 2 cartones de leche, 5 manzanas, 5 barras de cereal, 5 paquetitos de galletitas y 10 saquitos de té y mate cocido. Se supone que esto se entrega como alternativa al refrigerio que reciben lxs estudiantes en la escuela, quienes en su gran mayoría viven habitualmente en situaciones de vulnerabilidad -social, económica, cultural y de género, además de diversas y múltiples vulneraciones de derechos- que se han profundizado en este contexto de aislamiento.
Teniendo en cuenta estas realidades que se viven en nuestra comunidad, las raciones entregadas resultan insuficientes en cantidad y calidad. Claramente estos alimentos no alcanzan más que para cubrir el desayuno o la merienda para un par de días de una sola persona, y no para 15 días como la gestión adujo. Cabe destacar que en estas canastas tampoco se contempló la necesidad de acercar a esta población elementos mínimos de limpieza e higiene vitales para combatir esta pandemia; tales como: alcohol, lavandina, jabón de tocador, guantes, etc. Sabemos que las necesidades diarias se multiplican con el aislamiento obligatorio, por lo que la ruptura del mismo para la entrega de una canasta tan básica resulta absolutamente cuestionable. Esta exposición, además, se evidenció el día de la entrega, cuando muchxs jóvenes fueron parados por la policía cuando se dirigían a la escuela y se les labraron actas por incumplir la cuarentena.
Por otro lado, queremos remarcar el absoluto descuido por parte del Gobierno de la Ciudad por la salud e integridad de lxs trabajadorxs que acudieron a la escuela para implementar la entrega a estudiantes y familias, ya que no se nos brindaron los elementos mínimos de protección; como ser, guantes, barbijos y alcohol en gel. Además, quienes esperaron la llegada de los camiones, cuyo horario de entrega era de 8 a 12, esperaron 5 horas y media, rompiendo innecesariamente durante horas el aislamiento obligatorio. Asimismo, el camión llegó cuando las personas destinatarias de la canasta ya estaban haciendo la fila en la puerta de la escuela; con lo cual, tampoco hubo forma de armar un operativo ordenado y que cuidara la salud de nuestrxs estudiantes, sus familias y nosotrxs como trabajadorxs.
En este contexto de crisis y aislamiento, todas las desigualdades se multiplican. Se pretende continuar (y reemplazar) la escolaridad presencial a través de un entorno virtual como medida de emergencia. Para ésto, y para que algo de los contenidos y objetivos académicos pueda inscribirse, es prioritario sostener los vínculos pedagógicos y sobretodo humanos entre docentes, estudiantes y familia. Además, la brecha que separa a quienes acceden a la tecnología de lxs que no, es cada día más evidente; tanto para docentes como para estudiantes. Ni todxs los estudiantes ni todxs lxs docentes cuentan con conectividad y herramientas apropiadas de trabajo. En la mitad de las casas en donde viven lxs estudiantes de nuestra escuela no hay una sola computadora, y en las que sí, generalmente hay una sola, que utiliza toda la familia. En muchísimos casos también, ni siquiera hay acceso a Internet y la única herramienta de la que disponen es de celulares viejos y sin capacidad. El plan Conectar Igualdad que fue dado de baja por la gestión nacional de Mauricio Macri era la posibilidad única de acceso a una computadora para todas esas familias. Por su parte, el gobierno de la Ciudad tan sólo entregó a las Escuelas Secundarias un carrito digital con computadoras, que, por supuesto, están en la escuela; ya que son parte del patrimonio del establecimiento y para uso exclusivo dentro de las aulas.
Ante estos contextos, queremos decir que no sólo es la virtualidad la estrategia para llegar a nuestrxs estudiantes y más aún, aquellxs de los sectores más postergados. Necesitamos poner a disposición cuadernillos y libros en papel, para que todxs nuestrxs alumnxs puedan acceder a experiencias de lectura y de producción de conocimiento. Es por esto que resulta de vital importancia poner en funcionamiento cuanto antes el Plan Nacional de Lectura -que también fuera desactivado por la gestión anterior y que se recuperó en enero de este año- para que llegue a cada hogar, para que lxs estudiantes puedan disponer de textos valiosos en formato papel, indispensables para el trabajo en contextos de difícil acceso a la virtualidad.
Es por esto que resulta urgente e indispensable la entrega de computadoras a todxs lxs estudiantes y docentes de la escuela pública, que se garantice el acceso gratuito y libre a Internet en cada escuela y en toda la Ciudad de Buenos Aires y la elaboración (y entrega efectiva) de materiales didácticos en papel. Esto no se resuelve solamente con el acceso a los sitios educativos, porque sabemos que son múltiples y diversas las formas de acceder al saber y socializar el conocimiento y hoy resultan tan esenciales los portales institucionales como los canales de video, películas, textos, mensajería, bibliotecas online, blogs, etc.
En este sentido y para finalizar, nos gustaría manifestar que así como la virtualidad no es la única forma de seguir sosteniendo y construyendo la Educación Pública en estos tiempos excepcionales, tampoco lo es seguir planificando y mandando actividades “como si” con eso se garantizara el acceso a los contenidos. No alcanza sólo con reemplazar las actividades presenciales y ponerlas a disposición de lxs estudiantes a través de plataformas en línea, ya que esta transición presenta las complejidades ya mencionadas.
Es fundamental y necesaria una línea pedagógica y estratégica desde el Ministerio, las supervisiones y direcciones de área, que nos acompañe a lxs docentes para poder tejer vínculos pedagógicos en estos particulares contextos, y que atienda a garantizar la continuidad laboral y pedagógica atendiendo a las dificultades antes mencionadas, y no sólo que nos envíen demandas burocráticas sobre cómo llenar planillas que den cuenta de cuántas tareas mandamos y cuántxs estudiantes respondieron. Tampoco lo es hacer múltiples reuniones virtuales, para llenar el tiempo, “cómo si” en eso consistiera el trabajo. Queremos remarcar que en muchísimas escuelas (como la nuestra) aún no se han podido designar docentes de equipos vitales como tutorxs, coordinadorxs de área y/o otros proyectos y equipos centrales para el acompañamiento de trayectorias escolares de nuestrxs estudiantes; como así también de aquellxs que no habían vuelto a la escuela en la única semana de clases presenciales que tuvimos.
Rogamos a las autoridades tener a consideración los argumentos y las demandas que aquí planteamos quienes sostenemos la Educación Pública todos los días y ponemos el cuerpo para garantizar los derechos de lxs jóvenes de nuestras escuelas.

COMUNIDAD DE LA E.E.M. 2 D.E. 10 (ESCUELA DE REINGRESO-BELGRANO-CABA)

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