El CCK inauguró una muestra que recupera la obra de Molina Campos

10.10.2023

Desde las acuarelas que pintó cuando tenía 12 años hasta sus cuadros más conocidos, como “El Payador” o “El truco”, que marcaron la impronta de una obra singular de la llanura, sus costumbres y sus gentes, el Centro Cultural Kirchner (CCK) exhibe hasta fines de octubre la muestra “Florencio Molina Campos. Pinturas para el pueblo” y recupera el legado del artista que se inspiró en la pampa bonaerense para construir un lenguaje visual y popular sobre el campo argentino.

Dos gauchos en un estudio de fotografía miran con seriedad a la cámara, posan sobre un fondo artificial de llanura con un cielo muy blanco. A la puesta en escena, que un fotógrafo parece haber construido con detalle y en serie como el resto de las imágenes que cuelgan en el estudio, la completa una columna que oficia de macetero y tiene arriba un florero. La pintura se llama “Pa’l retrato” (1945) y Molina Campos parece haberla pintado como sátira de la representación del gaucho, de la llanura, ese universo que eligió para sus obras y al que le dio una estética propia en el terreno de las artes visuales y la gráfica, alejado de la pretensión de representación literal que asumía la fotografía en el siglo pasado.

Con la curaduría de Federico Ruvituso, director del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti, y Viviana Mallol, directora del Complejo Museográfico Provincial Enrique Udaondo, el CCK revela en el quinto piso, Sarmiento 151, unas cuarenta obras del artista nacido en 1891 como Florencio de los Ángeles Molina Campos en las que hay paisajes y paisanos, chinas, ombúes, caballos, llanos, pulperías, fiestas, payadas y ranchitos.

También se exhiben dos obras que se salen del registro rural y son las que pintó en su paso por Estados Unidos, pero -a pesar de la diferencia cultural y geográfica- insisten en esa paleta humorística, lúdica y testimonial, como una en la que tres afroamericanos, vestidos de punta en blanco, se reúnen alrededor del piano.

Los cuadros pertenecen a la Fundación Molina Campos, la tutora de más de 120 obras del artista, mil objetos y unas 600 cartas. La misma que en 2020 fue intervenida por la Justicia ante el reclamo de familiares y del municipio de Moreno por irregularidades. La intervención derivó en una investigación y la recuperación de las obras en articulación con el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, que convocó al museo provincial y el Udaondo para inventariar, estudiar y revalorizar ese acervo. Como parte de este proceso, este año ya se hicieron dos exposiciones en Moreno y en La Plata.

Federico Ruvituso cuenta que la exposición en el CCK es “una pequeña muestra de lo que se está empezando a recuperar, porque si bien Molina Campos es muy popular y muy conocido, es uno de los artistas menos estudiados en términos de historia del arte. Es uno de los artistas más copiados, falsificados y cotizados pero un estudio profundo de su acervo, de su vida, de sus cartas y pinturas no fue realizado a pesar de tener una serie de elementos muy interesantes de su historia”.

Molina Campos quedó ajeno del estudio académico en el campo del arte, esto fue “Por muchas razones. Cuando algo es muy popular las élites de las bellas artes lo suelen rechazar o criticar bastante categóricamente”. La técnica y el humor que caracterizan sus obras fueron algunas de esas críticas que el canon señaló como su defecto, como si sus pinturas fueran una “especie de sátira burlona del campo”. Lo curioso es que “a la gente del campo le encantaba Molina Campos”, sostiene Ruvituso. Una construcción más cerca de una conclusión crítica que de una ofensa percibida por los pueblos rurales.

Ruvituso identifica otro elemento de la omisión y es la cercanía con “el humor gráfico, la prensa, los almanaques, con un montón de cosas que entran en lo que se llama cultura visual pero no son las bellas artes”. Entre los grandes éxitos de Molina Campos sus más recordados son los almanaques que hizo para la marca Alpargatas durante años.

El arco temporal que abarca la muestra incluye las acuarelas de infancia que muestran un jovencísimo Molina Campos pintando jinetes, caballos y vacas, hasta el impulso que toma su obra a fines de los años veinte cuando vuelve a exponer en una muestra en La Rural y cosecha un reconocimiento que se extenderá toda su vida, como describe el curador: “Tiene un éxito tremendo con la visión del campo, de los caballos, de las características de los paisanos”.

Al punto de que “lo ve el presidente de ese momento, le da un puesto de profesor de dibujo en la escuela Nicolás Avellaneda y se convierte en una figura muy popular en el país y el mundo, sobre todo en Estados Unidos. Firma con la marca Alpargatas y empieza a hacer un almanaque por año, viaja a Estados Unidos y firma con una empresa de tractores y también hace almanaques. Es decir, construye una figura argentina también de exportación”, repasa Ruvituso.

Aunque las obras de Molina Campos quedaron asociadas a la representación del gaucho con ojos saltones, sus obras tienen otros detalles significativos que le devuelven una estética y poética propia en relación a la representación del gaucho y del campo. “Todos los gauchos están impecables, si hay alguna rotura en un pantalón está remendada, si hay una chapa salida está apuntalada, es decir hay una visión muy noble de esa vida de campo humilde, sencilla, nunca esa visión de gaucho como un paria, son hombres de trabajo, de fiesta, de juego, con mucho humor”.

El investigador también destaca el horizonte en las pinturas: un paneo general de las obras colgadas en la sala permite al espectador imaginar una suerte de línea que atraviesa todas las obras, con un gran cielo celeste, algunas nubes, y un horizonte muy cerca del suelo que se repite en distintas pinturas. “Le criticaban que dibujaba el horizonte muy bajo pero si vas a La Pampa ves eso: el piso está bajito y el cielo es eso enorme que ves. Él representaba las vistas de ese modo y a los personajes los monumentalizaba, los convertía en héroes anónimos y cotidianos”, plantea.

Muchas de las obras que se pueden ver en la sala 504 del CCK proponen relatos como pequeñas historias de escenas rurales. El descanso de los caballos y los paisanos debajo de la sombra que da un árbol en la inmensidad del llano, el baile de una zamba, el de un pericón; la partida del truco, la riña de gallos, la carrera de sortijas, el patrón que cabalga, el jinete en su caballo combinando una fuerza magistral para el movimiento, la china que le da un mate a su compañero antes de que salga para el campo, el abuelo que narra cuentos alrededor del fuego.

Está también la última obra que pintó al momento de su muerte, en 1959, encontrada en su atril. Se trata de “El boliche del ombú” y es la pintura más grande de todas, donde se ve en perspectiva un rancho, un frondoso ombú, los paisanos debajo, los caballos que se alimentan, en el fondo los hombres trabajando entre pastizales del campo.

El campo de estas pinturas representa, en su mayoría, la llanura pampeana bonaerense pero también tiene algunas sierras que remiten a otros territorios como el norte argentino. Muchos de los paisajes llanos que Molina Campos pintó vienen de Moreno, donde el artista tenía su casa de veraneo. Había en ese gesto pictórico un intento por capturar una esencia, un tiempo, como si quisiera testimoniar algo de “ese mundo que se estaba extinguiendo y se estaba volviendo una especie de mitología con el avance de la ciudad”, dice Ruvituso.

El propio Molina Campos dijo alguna vez, según cita el Ministerio de Cultura, que él pintaba para eternizar una leyenda: “Pinto al gaucho, el que he visto en años lejanos, cuando aún existían verdaderos gauchos, porque los conozco y los comprendo. Dentro de poco, aventados por el progreso y el cosmopolitismo será tarde copiarlos al natural. (…) Simplemente quiero captar y perpetuar en mi obra todo lo que hay de interesante y pintoresco en ese gauchaje que pronto será sólo un recuerdo, una leyenda”.

Museo del Cabildo: homenajearon al padre Carlos Mugica, referente de la Villa 31 de Retiro

9.10.2023

Organizaciones sociales, políticas, sindicales y culturales realizaron ayer domingo un homenaje cultural al padre Carlos Mugica en el Museo Nacional del Cabildo y la Revolución de Mayo, en el casco histórico porteño, para recordar su nacimiento, en el marco de los preparativos de conmemoración del 50° aniversario de su asesinato, consumado el 11 de mayo de 1974.

La actividad se inició pasadas las 16.30 horas, con el patio del Cabildo colmado de personas que llegaron desde distintos barrios y localidades, principalmente del Barrio Padre Mugica, también conocido como Villa 31, donde el padre Carlos desarrolló gran parte de su tarea y militancia y de la Parroquia Enrique Angelelli y los Mártires Riojanos, de La Matanza, entre otras del conurbano bonaerense.

A su vez, participaron Peteco Carabajal, Teresa Parodi, Marilina Ross, Dolores Solá, Grupo La Tranquera y Bruno Arias, entre otros artistas, y representantes de expresiones culturales barriales, de trabajadores populares y de villas. La organización del evento estuvo a cargo de los Curas en Opción por los Pobres, y contó con el apoyo del Ministerio de Cultura, del cual depende el Museo Histórico Nacional del Cabildo y la Revolución de Mayo

El ministro de Cultura, Tristán Bauer, señaló que “son días de conmemoración de un hombre verdaderamente extraordinario como fue el sacerdote Carlos Mugica, un ejemplo para todos nosotros, alguien que ha marcado para siempre a los argentinos, a las argentinas con su actitud, su vida, su lucha, esa muerte tremenda y el cariño de tanta gente”.

Mugica “es de esas personas que en su vida dejan una estela y dejan un ejemplo, que nosotros tomamos y nos proponemos recorrerlo” reflexionó, e indicó: “Es una buena oportunidad, junto con tantos sacerdotes, celebrar la vida de él en este lugar donde nació, nada más y nada menos, que nuestra Revolución”, agregó.

Por su parte, Pancho Velo, integrante del grupo de Curas en Opción por los Pobres, dijo que “Organizamos esta actividad en vistas a que el año que viene se cumplen 50 años del martirio, del asesinato del padre Carlos Mugica, mártir por los pobres y por las villas, en manos de la Alianza Anticomunista Argentina”, más conocida como Triple A. “Como un modo de conmemorar su vida, de celebrarla y también de ir poniendo sobre la mesa su figura; Carlos fue un hombre que estuvo en contacto con muchos artistas que colaboraban e iban a la villa”, añadió.

El homenaje a Mugica fue un evento multiartístico, ya que, además de música, también hubo espacio para artistas pintando sus cuadros en escena.

Por su parte, Domingo Bresci, cura que compartió el seminario con el sacerdote homenajeado, relató: “Compartimos nuestra formación y desde ahí nos fuimos orientando a un evangelio comprometido con el hombre y con la sociedad. Así que cada vez que recordamos a Carlos por alguna ocasión estoy presente porque es parte de mi vida”.

“En aquella época había muchas mujeres y hombres de la cultura que buscaban un compromiso en la sociedad, y en general se dirigían a lo que llamábamos los barrios populares o las villas miserias, donde Mugica era uno de los referentes. Solo por nombrar a algunos: Marilyn Arroyo, Chunchuna Villafañe, Norman Briski y otros directores de teatro, que iban y se ofrecían para brindar su arte con el pueblo”, resaltó.

Por otro lado, la música Lili Isaguirre, integrante del Grupo La Tranquera, indicó: “Hace unos meses, después del 11 de mayo, que siempre se hace un festival en la querida Villa 31, hablando con los padres Pancho, Paco y otros curitas villeros, dijimos ´tenemos que hacer algo para el cumpleaños´, y así fue que surgió esta actividad en esta fecha”. “Propusimos hacer el homenaje en El Cabildo como un signo de revolución pacífica y esperanzadora”, recordó.

Agronomía: la Feria del Productor al Consumidor cumple 10 años

6.10.2023

La Feria del Productor al Consumidor de la Facultad de Agronomía de la UBA nació en octubre de 2013 de la mano de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria, agrupaciones estudiantiles y trabajadores no docentes. Surgió para difundir la producción agropecuaria familiar y artesanal, y se convirtió además en un espacio de comercialización y diálogo entre productores y consumidores.

“La agricultura familiar es un actor clave y esencial en la producción de alimentos que históricamente tuvo problemas de acceso a los mercados y a percibir un precio justo por su producción. La complejidad de la vida moderna dio lugar a mercados específicos, muchos intermediarios entre la producción y las mesas familiares, encarecimiento de precios y disminución de los ingresos que perciben las familias por su trabajo. La Feria intenta desandar un poco ese camino, generar un debate alrededor de la producción de alimentos, el consumo responsable, las formas de producción, la agroecología, la relación campo ciudad y la soberanía alimentaria”, explica Pablo Rush, secretario de Extensión de la FAUBA.

La Feria se instala en el parque de la Facultad los segundos fines de semana de cada mes. Allí, productores venden de forma directa a los y las consumidoras, sin intermediarios, estableciendo un mejor precio para ambos actores. Actualmente está integrada por 170 puestos y se estima que es una fuente de ingreso para 250 familias. La Feria es, además, un evento cultural donde se realizan charlas y se presentan espectáculos artísticos.

En cada edición participan organizaciones de productores de alimentos, cátedras de FAUBA, docentes, no docentes, estudiantes, artesanos y artesanas. Se pueden encontrar productos hortícolas de estación recién cosechados, frutas, quesos, miel, dulces, chacinados, aceites de oliva y frutas secas, artesanías, plantas y cuenta con un patio gastronómico.

“Los productores hortícolas que participan se encuentran en un proceso de transición agroecológica. Ese proceso es acompañado por la FAUBA con distintos proyectos entre los que se destaca el Sistema Participativo de Garantía (SPG). Este sistema acompaña a los productores en este camino, y brinda información sobre cómo es el sistema productivo a las personas que visitan la feria y compran esos alimentos”, expuso Rush.

En este sentido, el secretario contó que a través de esta iniciativa la Facultad logró incorporar diversas experiencias que permitieron generar conocimiento mediante la elaboración de trabajos finales de grado y posgrado, publicaciones en congresos y la creación de proyectos y programas de extensión. “Es una instancia de aprendizaje práctico para estudiantes de diversas carreras de la FAUBA”, añadió.

“A medida que la Feria fue creciendo ganó complejidad en la organización. Los y las feriantes se integran en una asamblea donde se abordan diversas decisiones que hacen al funcionamiento. El trabajo se organiza en ocho comisiones que tienen una articulación permanente con la Secretaría de Extensión”, sumó.

La Feria de la FAUBA promueve la producción y el consumo responsable de alimentos, la economía social, y la soberanía alimentaria y la transición de los modelos productivos hacia modelos más sustentables y amigables con el ambiente.

Alejandro Asenjo es estudiante de Agronomía y productor caprino. Tiene un tambo de cabras y en la feria comercializa productos lácteos. Su emprendimiento se llama “La Nubiana”. “La Feria acerca al productor y al consumidor, algo que se ha perdido hoy en día con esto de las cadenas de supermercados, de la forma en la que se compran los alimentos. Hay una desconexión entre un actor y el otro, entre el consumidor y el productor. Y hay una desconexión también de los procesos productivos, donde no se sabe ni siquiera qué es lo que se está comiendo. Entonces la feria genera ese vínculo entre el productor y el consumidor, donde más allá de solo intercambiar dinero por productos, también se intercambian charlas e intereses particulares”, expresó Alejandro.

“Atrás de un productor que te vende también hay un modelo de producción, hay una familia que está arraigada en el campo, que vive en el campo. Esta posibilidad de generar una compra directa a un productor es apoyar un modelo distinto de producción, y colaborar en lo económico a los emprendimientos familiares”, agregó el emprendedor.

Josué Trujillo Flores participa en la Feria con su emprendimiento familiar “Huerta Trujillo” y vende verduras de estación. Vive en Berazategui y tiene su espacio productivo sobre la ruta 2, kilómetro 41. “Ingresamos hace un tiempo en la feria y fuimos aprendiendo a trabajar en colectivo, mostrar qué es lo que producimos, cómo lo producimos de manera agroecológica, con qué insumos curamos a las plantas que tenemos en producción. La Feria es importante porque es un punto grande de venta, que crea un gran movimiento acá en la familia de prepararse y organizarse, ser recibido por las y los vecinos que se acercan a comprar, hacen fila y charlan y comparten. Escuchar las devoluciones que tienen de las verduras que llevaron el mes pasado. Creamos un lazo de confianza con los y las vecinas. Mostramos que hay un camino alternativo posible de producir agroecológico. Es una alegría poder ser parte, estar y acompañar”, expresó Trujillo.

Carmen Flores es referente del Colectivo La Pirka. Su emprendimiento se llama “Juguetes Work”, elabora juguetes metálicos para armar y crear. Es, además, comercializadora del colectivo de artesanía Wichi de Formosa y Chaco. “Valoramos los orígenes ancestrales de nuestros pasados. Participo de la Feria desde el 2013, invitada por CALISA. Me parece muy importante poder contarle al consumidor de dónde vienen los productos, cómo se hacen, qué dificultades hay en todo el camino. También, mostrar otra economía posible, sin intermediarios que especulan con nuestros bolsillos. Esta Feria es autogestiva, solidaria e inclusiva. La comunidad nos pregunta sobre los productos, el ambiente, le interesa la alimentación saludable, agroecológica y saber qué consume. ¡Los y las esperamos este fin de semana para festejar los 10 años que cumplimos!”, invitó Carmen.

Barracas: vecinos reclamaron justicia por la muerte del barrendero baleado

5.10.2023

Vecinos y vecinas del barrio porteño Zavaleta de Barracas encabezaron este miércoles una fuerte protesta frente a la casa de uno de los sospechosos prófugos del asesinato del joven barrendero Dante Gustavo Lencina, quien recibió, el 21 de septiembre, un impacto de bala en la cabeza tras un enfrentamiento entre bandas rivales en la villa 20-21.

“Dante era muy bueno, muy buen chico, trabajaba en un merendero, era profe de fútbol y barrendero”, aseguró al canal C5N Florencia, tía del joven asesinado.

El trágico episodio que desencadenó la muerte de Dante comenzó en la mañana del 21 de septiembre pasado, en la calle Luna, entre Zepita y Orma, del mencionado barrio del sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), donde Lencina, que trabajaba como barrendero, resultó herido de un balazo en la cabeza.

Posterior al hecho, según las fuentes policiales, el herido fue trasladado al Hospital Penna de Parque Patricios, donde fue intervenido y quedó internado en estado delicado hasta su deceso.

Los investigadores establecieron que en el ataque estuvo involucrado un automóvil Chevrolet Cruze que se fugó hacia el interior del barrio Zavaleta, lo que fue confirmado por imágenes de cámaras de seguridad de la zona que registraron el recorrido.

A partir de los datos aportados por el Centro de Monitoreo Urbano (CMU) se verificó el dominio del vehículo, que fue hallado en el Pasaje 70, donde el conductor lo abandonó para ingresar a una peluquería.

En base a los testimonios obtenidos, identificaron a un adolescente de 16 años como presunto autor del disparo y que, además, ya tenía ingresos a las comisarías de la zona por tenencia de arma de fuego y delitos contra la propiedad.

Paralelamente, un llamado al 911 alertó que una mujer se hallaba privada de su libertad en una casa de esa misma manzana, por lo que los efectivos de la División de Operaciones Especiales Metropolitanas (DOEM) se trasladó hasta allí y la liberó, al tiempo que detuvo a tres sospechosos, de 17, 27 y 54 años.

Para los investigadores, los tres detenidos en la casa donde la mujer estaba retenida también participaron del hecho en el que balearon a Lencina. Por su parte, la tía de Dante identificó a dos de los acusados como “Yayo” y “Bodega”, quienes querían “mandar” en el barrio.

“Da la sensación de que van a seguir ahí y no los queremos acá, queremos que se vayan. Ellos arreglan con la (comisaría) 30, hay un video en que se ve cómo están arreglando con la 30. El otro día estaba mirando por la ventana y un patrullero lo lleva a hacer los mandados, los cuidan a ellos en vez de a nosotros”, criticó.

En la causa interviene el juez nacional de Menores 2, Carlos Cociancich, al tiempo que las diligencias son llevadas a cabo por detectives de la División Investigaciones Comunales (DIC) 4 de la policía porteña.

C.A.B.A.: durante el 2023 los alquileres aumentaron un 143 por ciento

4.10.2023

Un nuevo informe del ámbito privado indicó que, durante el 2023, aumentaron un 143 por ciento los alquileres en la Ciudad de Buenos Aires. El mismo estudio destacó a Núñez, Palermo y Colegiales, como los barrios más caros en el territorio porteño.

El estudio también detalla que los precios de alquiler en CABA se incrementaron un 13,5 por ciento el mes pasado. Desde abril, señala, los aumentos han superado el 10% en términos intermensuales”.

De acuerdo con el trabajo del portal Zonaprop, el valor de locación de un monoambiente en CABA es de $177.379 por mes, un departamento de dos ambientes alcanza los $225.802 y una unidad de tres ambientes y 70 metros cuadrados se alquila por $292.558 por mes.

Los barrios de precios medios son Saavedra, Parque Chacabuco y San Cristóbal, mientras que las localidades más accesibles son Floresta, Liniers y Barracas.

En cuanto a los factores que contribuyen al aumento de los alquileres, más allá de la escasez de oferta, Leandro Molina, director comercial de Zonaprop, explicó a Infobae que la inflación es “uno de los parámetros considerados” en el Índice de Contratos de Locación (ICL) que lleva a que los alquileres aumenten a este ritmo. “No obstante, hay propietarios que, ante la incertidumbre económica, optan por publicar sus propiedades con valores superiores como una forma de resguardarse de la inflación futura”, argumentó.

El estudio arrojó que Núñez se posiciona como el barrio porteño más caro con un precio medio de $320.362 por mes para dos ambientes. Le siguen Palermo y Colegiales con $300.732 y $291.229 mensuales, respectivamente.

“En el transcurso de los últimos 12 meses, los barrios que han experimentado los mayores aumentos de precio son Caballito, Núñez, San Cristóbal y Villa Urquiza. Estas áreas son altamente demandadas y se encuentran en ubicaciones estratégicas de la ciudad con buen acceso. Dada su alta demanda, son precisamente estos barrios donde los valores tienden a elevarse más, especialmente frente a la escasa oferta disponible en el mercado”, dijo Molina.

En la zona media se encuentran Saavedra ($246.806 mensuales), Parque Chacabuco ($241.432) y San Cristóbal ($229.973 mensuales). Y los más baratos para alquilar son Floresta ($183.919 por mes), Liniers ($184.948) y Barracas ($190.208 por mes).

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