20.4.2016
Por Vivian Palmbaum
La Asamblea del Parque Lezama es una experiencia emblemática que logró frenar la instalación del enrejado perimetral a través de la acción colectiva de organizaciones, vecinas y vecinos. La conquista del derecho al espacio público no agotó la su actividad y hoy impulsa un proyecto de ley de manejo participativo del Parque, que se presentó en la legislatura.
La Asamblea se constituyó en febrero de 2013 a partir de la “autoconvocatoria” de vecinos y vecinas que se movilizaron frente a esta iniciativa inconsulta del gobierno ciudadano de enrejar el lugar. Con cortes de calles, abrazos al Parque, donde participaron 1.400 personas, lograron darle visibilidad y ponerle un freno a la iniciativa gubernamental. Disputar el paradigma neoliberal del uso y manejo del espacio público con fines económicos en un territorio que no limite el acceso a los vecinos y sean ellos quienes participen en las decisiones que se toman sobre el Lezama. En una entrevista con Mauricio y Eva, referentes activos, nos contaron sobre la Asamblea ayer y hoy.
El medio más potente es la presencia en la calle: lograron parar las rejas
¿Cómo hicieron para que la gente se involucre cuando los medios bombardean con informaciones que dan miedo, como los actos de vandalismo?
Nos costó mucho: lo hicimos con mesas, volanteadas, ir a cada actividad que se realizaba en el barrio, denunciar lo que estaba ocurriendo en el Parque. La presencia en la calle, en el Parque, fue fundamental. Aprendimos a hacer un ejercicio con las personas que venían con el discurso de los medios, el vandalismo, los hechos delictivos, y también tuvimos que hacer un ejercicio entre nosotros para desarmar esa estructura. También se acercaron quienes estaban a favor de las rejas y con ellos también trabajamos. No fue un hecho de vecinos indignados que querían estar en contra sino que tenía un contenido político, ya que se estaba avanzando sobre la limitación del uso del espacio público, en donde las personas no son el centro de las políticas de gobierno.
Cuentan que, al revés que otras experiencias de lucha, la participación en la asamblea no tenía pretensiones: “El vecino también es militante y también pertenece a un partido y también tiene derecho a venir acá con eso, que es su identidad, la neutralidad es ficticia, y nos pareció que era limitar la participación”. El programa de radio Espantarrejas, que se emite los sábados por Fm Riachuelo, también fue una vía importante de salida al barrio. Mauricio cuenta una anécdota muy pintoresca: “Una noche fuimos a hacer entrevistas al parque y dos señoras que estaban sentadas en un banco nos respondieron que eran necesarias las rejas porque después de las 8 ya no se podía ir porque era peligroso. Pero eran las 11 de la noche y la señora conversaba animadamente con su amiga, y cuando le dije la hora respondió: ‘¿¡En serio tan tarde!? Entonces no es tan peligroso como dicen’”.
El parque Lezama es un espacio de 80.000 m2, y su situación es distinta de otros porque es un territorio donde confluyen y se conectan los barrios de San Telmo, La Boca, Barracas y Puerto Madero. Este gran espacio verde funciona casi como el “patio de la casa” para las y los habitantes de estos barrios postergados, suburbanos en la propia ciudad, cuya población se aloja principalmente en piezas de conventillos, hoteles y pensiones; es el primer recurso cuando son desalojados. Un lugar de encuentro social para quienes no tienen otras posibilidades de recreación, en una ciudad en la que viven de manera permanente alrededor de tres millones de personas y se calcula que circulan alrededor de diez millones. Allí también funciona el Museo Histórico Nacional, de gran valor para nuestro patrimonio cultural.
Cuidando el patio de las familias
¿Qué relación tienen las políticas sobre el Parque Lezama con las políticas ciudadanas?
El hecho no era las rejas sí o las rejas no, sino también la falta de inversión, el déficit habitacional que hace que la gente venga al parque como primera alternativa cuando se queda sin vivienda. El parque como primera referencia. Llegan desde La Boca, Barracas, Dock Sud, Avellaneda, Constitución. Nos preguntamos por qué se enrejaba acá y no los parques de Puerto Madero. Antes de que lo quisieran enrejar dormía mucha gente ahí, entonces venían en medio de la noche (esos oscuros servidores del GCBA) y les sacaban todo y se lo tiraban, y así la gente se fue yendo.
En 2015 resurgió la posibilidad de la instalación de las rejas de la mano de una puesta en escena mediática que denunciaba vandalismo, al mismo tiempo que se instalaba el Ministerio de Ambiente y Espacio Público frente al parque, en la ex oficina de Canale. Lo que sucedió en ese entonces fue que nos enteramos de que a la gente que estaba viviendo en los alrededores, debajo del puente de la autopista o en la calle, la estaban echando, y entonces llegaban aquí porque es el único lugar de referencia. Por eso publicaron en los diarios que el parque estaba siendo vandalizado, lo que justificaba la nueva embestida por las rejas. Una política deliberada que se la toma con los más vulnerables.
¿Y cómo afecta el cambio de construcciones en el barrio, el negocio inmobiliario?
La función social del parque cambió desde 1830, donde era un jardín con ornamentos hasta hoy donde los niños corren porque no tienen otro lugar donde estar. Quieren convertir al barrio en un distrito histórico, cada vez más exclusivo. Los dueños del barrio de San Telmo, los que tienen poder, son los anticuarios y una asociación de paisajistas y patrimonialistas que tenían voz directa en el Gobierno de la Ciudad y viceversa. El proyecto de las rejas había sido presentado por la asociación de patrimonialistas a la ciudad.
Desde hace unos años se viene incrementando la expulsión de los pobladores en San Telmo por el aumento de los alquileres por el turismo lo que también provocó que los valores de los productos de primera necesidad superen un 30% el de otros lugares. De igual manera que viene sucediendo en La Boca y toda la zona sur de la ciudad, donde se empuja la expulsión de sus pobladores para avanzar con el proyecto inmobiliario alentado por la gestión de gobierno. Cuando llegó lo de las rejas nos dimos cuenta de que nos vienen achicando por todas partes, y entonces eso tomó mucha fuerza en la gente que si dejábamos que entraran al Parque, venían por todo. El Parque dejó de ser una lucha reivindicativa y se articuló con otras luchas, a la vida de las personas y eso le dio peso. Nos dimos cuenta de que había muchísima gente que pasaba horas y horas en el parque porque vive hacinada en esas piecitas con muchos chicos; ahí entendimos que el parque es el patio de nuestras casas”.
¿De qué se trata el proyecto de Manejo Participativo?
La Asamblea presentó un proyecto de ley de Plan de Manejo Participativo. Es una propuesta que se toma de la experiencia del Parque Avellaneda, y que significa una práctica de democracia participativa real de las y los vecinos sobre el parque para que tengan la potestad de decidir sobre las cosas que se hacen ahí: qué cosas queremos, cuáles le hacen falta, qué prioridades hay, desde los juegos, el mantenimiento, el riego, la poda, la iluminación, para que no nos impongan necesidades que no son reales y que obedecen a otros intereses. Se trata de una mesa de trabajo formada por vecinos y vecinas, organizaciones y representantes del Gobierno de la Ciudad, para que se decida a través de un consenso y para no quedar en manos del funcionario de turno, que puede darle prioridad o dejarlo abandonado o decidir hacer inversiones multimillonarias como las de las rejas, que están alejadas de las necesidades reales de los habitantes de la zona.
El Ministerio de Ambiente y Espacio Público dispone de un presupuesto millonario para obras sobre los parques, que se invierten en función de intereses políticos y no de las reales necesidades de usuarios y ciudadanos. Participar en las decisiones, como las privatizaciones que se están operando sobre los parques, como poner un bar o una estación saludable, le quita cada vez más espacios verdes. Pareciera que hay que ponerlos a dar una renta, un parque no es un gasto, tal como lo concibe el gobierno que viene gestionando la ciudad, sino una inversión en salud para los habitantes de la ciudad.
El Parque ya tuvo sus reformas y las rejas quedaron afuera, por ahora, y al bajar la intensidad del conflicto, la asamblea fue mutando. Así se formó la Red Interparques, donde fuimos articulando con otras problemáticas en otros parques. La Asamblea además tiene un programa de radio semanal, también se emite un boletín mensual en papel: Voces del Parque. Participamos en radios abiertas con otras asambleas; el trabajo es constante. Al mismo tiempo, articulamos con otras luchas y organizaciones porque descubrimos que con la lucha organizada es posible construir el acceso a los derechos participativos para alcanzar una vida más digna.