Buenos Aires no escucha las voces de la tierra
21.8.2023
El Tercer Malón de la Paz arribó a Buenos Aires el 1° de agosto luego de recorrer medio país y desde ese día espera frente a Tribunales que la Corte atienda sus denuncias contra la violencia institucional que vive Jujuy tras la reforma de la Constitución provincial del gobernador Gerardo Morales.
“Exigimos que la Corte Suprema de Justicia se expida acerca de la inconstitucionalidad de la reforma impulsada por Gerardo Morales, lo que implicaría la intervención federal de la provincia y el cese de la represión ejercida contra las comunidades y el pueblo de Jujuy que persiste con detenciones, imputaciones y multas impagables contra los dirigentes de las comunidades indígenas”, dice Néstor Jerez, cacique del pueblo Ocloya.
“Llevamos 20 días en Plaza Lavalle a la intemperie, esperando ser escuchados. En Jujuy no hay estado de derecho, no hay justicia. Están agotadas todas las instancias de reclamo y por eso estamos apelando a la Nación, llamando a la puerta de los tres poderes”, agrega el dirigente indígena.
“Hemos entendido cómo funciona todo esto”, se explaya Jerez, “es un nuevo régimen, un nuevo orden mundial que implica favorecer al poder económico concentrado y hay complicidad de los gobiernos y los poderes, donde lo que se discute son los intereses, en este caso los recursos naturales, por eso la reforma en Jujuy se ha hecho a la medida de estos grupos económicos, violentando todos los derechos humanos reconocidos en tratados internacionales, se han violentado los derechos de garantías establecidas en la Constitución. Es una reforma que va en contra de la Constitución Nacional. Vemos que en la provincia el gobernador Gerardo Morales termina siendo un instrumento de los poderes económicos y en Jujuy se ha experimentado un laboratorio con el objetivo de implementarlo a nivel nacional. Es importante saber que este no es un tema solo de Jujuy sino de todo el pueblo argentino y es necesario reaccionar frente a estos atropellos. Con esta reforma la provincia se aprovecha de los territorios de las comunidades, de las tierras fiscales, del agua y prohíbe al pueblo realizar sus reclamos. Esto representa la continuidad del genocidio de los pueblos originarios y reducirlos a una situación de esclavitud”, afirma Jerez.
El reclamo que el Tercer Malón expresa es de una gravedad y complejidad que no se puede abordar sino se analiza en el contexto de la lucha por los recursos naturales y la transición de los países industrializados hacia fuentes de energía alternativas, con el litio y el hidrógeno verde a la cabeza, que pone en problemas a los países no centrales, por lo general endeudados, con graves consecuencias para el medio ambiente, las comunidades y las personas que habitan los territorios de donde se extraen los recursos.
Gustavo Koenig, sociólogo, plantea con una claridad extrema esta problemática.
En este enlace desarrolla la cuestión de los recursos estratégicos, en particular el litio y algo que no se alcanza a vislumbrar pero está presente en la Reforma aprobada por el gobierno de Morales que es el peligro de la fragmentación del territorio nacional, pasando por encima de la Constitución Nacional.
En su análisis, Koenig plantea: “El neoliberalismo hoy pretende legislar a través de las constituciones provinciales y eso significa que si pasa esta reforma aberrante de la Constitución de la provincia de Jujuy quedaría de ejemplo para que otras provincias quieran también legislar a través de otras constituciones provinciales el saqueo de sus recursos naturales por parte de las grandes corporaciones”.
A la intemperie, ya que la policía de Rodríguez Larreta no les permite instalar un mínimo toldo de plástico bajo el que guarecerse, 200 miembros del Malón acampan en Plaza Lavalle, en el mismo lugar donde en 1991 los jubilados liderados por Norma Plá iniciaron su épica epopeya por el aumento de las pensiones confrontado con el gobierno menemista y su ministro de economía, Domingo Cavallo.
El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, denunció el «maltrato» del gobierno de la ciudad de Buenos Aires con los 200 indígenas del Tercer Malón de la Paz de Jujuy. «Es discriminación, racismo e intolerancia. Los indígenas están en vigilia en Plaza Lavalle y no solo no les dan carpas y baños químicos, sino que les quieren hacer pagar un seguro de millones de pesos», declaró esta semana.
Si hay algo que los miembros del Malón tienen muy claro es que lo suyo no es un reclamo sectorial de las comunidades indígenas, aunque ellos sean los voceros. Reafirman su identidad como parte del Estado argentino y remarcan que el problema de los recursos naturales es un problema de soberanía nacional que abarca a todos los habitantes de esta Nación. Pese a esto cuentan con muy poco apoyo de las fuerzas políticas.
En definitiva, lo que se dirime a través de estas situaciones de conflicto son los paradigmas y las contradicciones de nuestra civilización; se necesita seguir explotando los recursos naturales para mantener un estado de cosas que conduce a un colapso inevitable. Se necesita el litio para producir baterías para autos eléctricos que recorren las calles del mundo más desarrollado y privilegiado, dejando los territorios explotados arrasados y contaminados. Se necesita el petróleo para seguir produciendo y consumiendo desenfrenadamente.
“Creemos que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobre-estimación de la tecnología y la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esta marcha, a través de una acción mancomunada internacional”.
Decía Juan Domingo Perón en 1972 en un documento que elaboró con motivo de la cumbre que se realizó ese año en Estocolmo, la primera a nivel mundial para trabajar sobre cuestiones medioambientales.
Cincuenta años después la cuestión se ha agravado al punto de poner en riesgo la supervivencia de la especie humana y del deterioro irreversible del ambiente.
A tomar conciencia de esto y buscar políticas que reviertan este estado de cosas es a lo que apuntan los pueblos originarios y las comunidades afectadas por la explotación de minerales, de monocultivos extensivos o cualquier otro tipo de extractivismo indiscriminado. Las resistencias conscientes del valor del ecosistema y del sinsentido del consumismo y productivismo imparable.