26.7.2023
POR DIEGO MONETA, AGUSTIN MENA Y MANUELABARES PERALTA
Ofelia Fernández, legisladora de la Ciudad de Buenos Aires sobre diversos temas que rodean a la campaña electoral.
Partamos desde el cierre de listas. ¿Por qué decidió no ser parte de las candidaturas en la Legislatura?
Ofelia Fernández: Hubo varias razones que ordenaron esa decisión, que fue muy pensada, pero fue tomada de un momento a otro. Por un lado, la situación particular de la Ciudad de Buenos Aires y las características del cierre. Con Pedro Rosemblat habíamos hecho un planteo en relación a lo que creíamos que había que hacer y finalmente la decisión que se toma es ir en lista única. Me pareció que lo más coherente u honesto era que ese proceso ocurra, apoyarlo, pero sin ser parte ni candidata, ni teniendo que dirigir algo que no es contrario, pero sí diferente a lo que prefería que pase.
Por otro lado, siendo sincera, antes de que aparezca la posibilidad de la propuesta con Pedro, ya venía pensando en no renovar meses atrás. Es un poco personal, sé que tal vez no es la mejor manera de orientar decisiones políticas, pero teniendo en cuenta que empecé muy temprano este proceso y que quizás me quede un largo tiempo, tuve la intención de no entrar ya en una dinámica de renovar automáticamente sin buscarle primero el sentido. En especial en este contexto particular del país, que es de apatía total, incluso de antipolítica, sobre todo pensado en términos generacionales, pero la sociedad en general. Se puede corroborar con el nivel de participación que viene habiendo en los procesos electorales.
Creo que es un buen momento para defender la política como herramienta de transformación de la realidad sin que parezca que estas defendiendo tu banca, sueldo, despacho y asesores. Creo que son los menos en nuestro espacio los que hacen política con esa intención, para no ponerme en el lugar de la correcta éticamente, siento que le va a venir bien a las transformaciones que queramos discutir en nuestros espacios institucionales, que es una disputa fundamental la de los espacios de definición y que si no ocupamos lo hacen otros. Eso me llevó a hacerlo en 2019, pero creo que va a venir bien para las discusiones que se den en esos ámbitos que algunos de nosotros los defendamos como militantes simplemente, y que recuperemos ese espíritu o volvamos a intentar contagiárselo al resto de la sociedad.
En otra entrevista usted explicaba que, según cree, tiene una plataforma para seguir su tarea sin estar en la Legislatura, donde tampoco estaba logrando demasiado. Bajarse también tiene sus complejidades. ¿Hay algo de vértigo en esa posibilidad de quedarse afuera?
OF: Sí, claro, pero ese planteo era genuino. Hay una particularidad, además, que es que con mi edad mi única posibilidad era reelegir en la Legislatura. Hay algo de un espacio que el oficialismo controla, que mediáticamente bloquea o neutraliza, en muchos casos con éxito, y que mi manera más cómoda de hacer política es del plano reivindicativo-programático, porque así fue toda mi vida si bien hay otros elementos de la discusión política que me son atractivos e interesantes.
Siempre mi mayor manera de ordenar políticamente lo que hacía fue el programa, desde que era piba en el centro de estudiantes. De la misma manera intenté trabajar en la Legislatura, encontrando conflictos específicos, pero intentando darle legitimidad a una respuesta que ofrezca yo misma. En un lugar que sabes que eso no pasa es un desperdicio. Ahí se me hizo un poco más fácil, pero en todos los escenarios hay riesgo. También renovar me iba a dar un vértigo porque es difícil reinventar tu rol en un lugar que ya conoces demasiado tus limitaciones.
El riesgo puede ser quedar en una banca gritando sola, que tampoco está bueno. Por otro lado, has hablado de distintas problemáticas que nos atraviesan y es importante ver que están siendo dichas por alguien.
OF: Sí, que tal vez me rinde por un tiempo. La idea fue un poco que la gente se entere lo que se discute en la Legislatura. Puedo constatar que con el bloque se hizo un esfuerzo enorme por intentar rediscutir la hegemonía macrista en la Ciudad y nuestra autoestima en esa pelea. Creo que con Lu Cámpora y Maru Bielli, sobre todo por un tema de perfiles, pero también con un montón de otros compañeros y compañeras en sus áreas, nos desvivíamos pensando estrategias para romper ese cerco e incomodarlos de alguna manera en las discusiones más internas, pero también hacia afuera, que es tal vez lo más difícil.
Creo que quedó como un espíritu para el trabajo del bloque. No es una discusión menor la de la representación en un sentido mucho más profundo del que conocemos. En esta cima de apatía, justamente, hay que discutir qué pretendemos representar además de cuadros de nuestras organizaciones, darles un volumen a esos espacios en términos de recorridos organizados. Es también la misión esencial de mi espacio político dentro de la coalición, que es el Frente Patria Grande, que es tener la pretensión de representar algo más que al electorado sino un recorrido más puntual.
¿En esa línea la convocatoria por parte de Juan Grabois en su momento?
OF: Sí, creo que es en parte para animarme a plantearlo con esta discusión, no asimilar las reglas del espacio e intentar estar a la altura de ese deber ser sino lo contrario. No fue fácil porque toda la primera parte del camino, por la hostilidad y la violencia, me daban la sensación de que tenía que acomodar un poco mejor. Fue al revés, una vez que decidí incluso asumir con mayor claridad ese rol de provocación, no sólo de construcción programática, de tensión con ese lenguaje lo más transparente posible, es cuando más pudo trascender la Legislatura.
No existe tal cosa como la mala prensa. Mi mayor lección del proceso fue aprender que esa hostilidad se me convierta en una oportunidad de ampliar el segmento de conversación, no siempre positivamente. Muchas veces, enojados o puteándome, reproducen mi agenda y eso es publicidad gratuita. Es una discusión que está ahí, en un lugar como la Legislatura que tiene como objetivo que no existan o, más bien, que no las vean ni se conozcan. Le conviene mantenerse en esa oscuridad.
¿Cómo fue la convivencia con el oficialismo porteño dentro de la Legislatura?
OF: Tranquila, todos entendemos las diferencias por las que estamos ahí. En general, no me pasó nada muy turbio. Sí, tal vez, cuando terminaba la sesión y yo acababa de tirar una me hacían chistes. Hace poco, en el marco de la discusión de un conjunto de medidas para el acceso a los alquileres, eran muy malas y me irritó mucho ese proceso. Había salido con una campaña y había construido un lugar de interés en el tema. Intenté discutir de manera poco dogmática, hay muchos tipos de herramientas, pero la Ciudad no usa ninguna ni considera pertinente su intervención en el problema. Eso es contrario a sus potestades establecidas.
Al final, les reconocí que al menos reconocieron que los gobiernos locales tienen herramientas, pero eligieron las peores. Hay ciertos temas sobre los que eligen no hacer para que parezca que sólo el gobierno nacional puede tener intervención y entonces cuando la cosa esté mal no se lleven la responsabilidad política. Fue un avance que digan cuáles eran sus medidas para contener la crisis de los alquileres. Los reconoce en un lugar de posibilidad, que para mí ya es una ventaja porque asumen que son interlocutores con los que discutir esta falta.
Medidas que de por sí eran muy malas.
OF: El punto es que todo ese proceso fue a las apuradas, se notaba mucho que era un paquete de campaña. Algo que es quizás el principal drama de la Ciudad, por su transversalidad en términos generacionales y sociales, tenía ganas de que al menos la comisión de la que soy vicepresidenta se reúna y tenga una buena cantidad de reuniones. Tenía comentarios específicos, incluso con algunos puntos de lo que ellos habían traído, con otros ya el problema era conceptual.
Eso nunca pasó, en una semana te mandaban el dictamen diez minutos antes y tenían que tener el anuncio de campaña. Había un proyecto de suma gravedad que era la modificación de la ley de plusvalía, que es una de las pocas herramientas que hay para condicionar desarrollos inmobiliarios en función de posibles necesidades que tiene el Estado, como contraprestación de la norma que les facilitas, que era sólo económica, planteaban una exención del pago. La única herramienta funcionando bien se volvía prácticamente gratis, lo que para mí era criminal, por lo que dije que no me sorprendería que alguno se lleve un departamento.
Ahí se enojaron mucho los legisladores, pero creo que es más arriba donde se pone oscura la cosa en el Poder Ejecutivo de la Ciudad de Buenos Aires y no sería la primera vez. Yo sigo con mi planteo firme. Con proyectos que no le sirven de nada a la Ciudad, pero sí tanto económicamente a grupos muy específicos, me cuesta pensar que haya gente que pueda regalar tanto a su ciudadanía y a quienes gobiernan gratis. Tal vez estoy equivocada y soy muy conspirativa.
Al principio de su camino se encontró con mucha agresión, como aquella vez de Roberto García Moritán durante el mundial, tanto por su edad como por ser mujer, lo que le pasa a muchas más que quieren disputar lugares de conducción. Para esas mujeres también fue una referencia. ¿Qué puede decirles?
OF: Aquella vez Moritán hizo toda la performance en Twitter pero me llamó pidiendo perdón muy preocupado. Si estaba arrepentido tenía que decirlo públicamente, a mí no me importaba ni que me pida perdón ni el video. En definitiva, lo peligroso es que se volvió una estrategia de algunos sectores y personajes de la política para crecer, es decir, tomar de punto y hacer contraposiciones de falsa rebeldía o incorrección con referentas mujeres.
Yo le decía a Moritán: no me pidas perdón porque sé que lo haces a propósito. Su presidente de bloque estaba en Qatar y el venía a mi despacho. Era lo que sabía que le podía dar likes en esa red social. Se convirtió en una estrategia para que crezcan personas mediocres, y así como lo pone un poco jodido, lo despersonalizó. No es personal, no tiene que ver conmigo, sino con que, como a mí entender no llego por mis propias virtudes sino por un momento histórico.
El movimiento de mujeres y sus demandas.
OF: Claro, el movimiento feminista ocupando la agenda pública y exigiendo a la política institucional con algo tan contundente y masivo. Soy resultado de un momento histórico, con características generacionales muy potentes. Tiene sentido que me pichen, es una manera de intentar domar esa potencia, que saben que es más grande que yo, sino no se esforzarían tanto. Entender que no era personal, pero sobre todo que ese temperamento tiene un efecto, que lo estamos viviendo. Han logrado estigmatizar, burlar, silenciar una parte de esa agenda en nombre de cosas bastante asquerosas y también por concesiones nuestras. Estamos en una etapa rara del campo nacional y popular donde somos adictos a hacer concesiones narrativas y simbólicas.
Al principio no me molestaban tanto esos ataques como cuando los propios compañeros pasaban a asumir como lo canchero despegarse de lo mío o lo mío del espacio, que en 2020 pasaba. Más feo que el ataque sistemático de un grupo o de una fuerza política que se va a construir y crecer en base a ese contrapeso, como los libertarios, como pueden ser los libertarios que querían sumar jóvenes, entonces armaban en mí la joven que no tenía un sentido político fuerte, que yo podía entenderlo que les sirva como contrapunto para fundarse generacionalmente, lo peor es cuando te entregan los compañeros, que después se calmó.
Lo traigo para hacer una reflexión y pensar como revivimos esas potencias. A pesar de que siento que salí bien parada de ese proceso, creo que muchas de mis reivindicaciones, agendas y discusiones no. Eso es lo que me preocupa al final del día. ¿Cómo lograr que nuestro campo abandone esa tendencia? Están todo el día diciendo que los planeros son unos vagos y nosotros no vamos a decir eso, pero hacemos concesiones narrativas. Ellos nos narran, les creemos y armamos nuestra nueva verdad que es que hay convertir los planes en trabajo.
Es un engaño tramposo.
OF: La realidad es que no se puede vivir sin trabajar, viendo los montos de esa política social fácilmente te das cuenta de que no se puede vivir con un Potenciar Trabajo. La gente trabaja y complementa. Hay un problema en que nos hayamos pasado cuatro años contándole las costillas a los pobres midiendo la política social. Algo que Cristina expresó muy bien cuando discutía que esto era el 1,9% del PBI y hay un 4,5% en exenciones al poder económico concentrado, quizás la obsesión en lo primero es un poco desmedida.
En la misma línea, perder la elección de 2021 y que lo primero que se nos ocurra, a nosotros mismos, sea decir que el problema de exceso de agenda de minorías, un exceso de ampliación de derechos, que se pierde por el aborto y el cupo laboral trans. Hasta donde yo sé, la ampliación de derechos también es un elemento crucial en la construcción de los gobiernos populares, así como la justicia social y la redistribución de la riqueza, que son las partes que faltaron. ¿Cómo le vas a echar la culpa a lo único que se hizo que es una parte fundamental? Tal vez el problema es que no hubo justicia social, redistribución de la riqueza ni autoridad política.
Esas lecturas eran de los nuestros, entregando rápidamente a esos movimientos en el afán de intentar proteger no sé qué cosa, porque creo que lo mejor que se podía hacer en ese momento era asumir la necesidad de un cambio de rumbo. Ojalá hubiese sido ese mensaje, hubiéramos llegado mejor a este momento, que es el de las reales definiciones. Creo que nosotros estamos abandonando lentamente la posibilidad de disputar ofensivamente con la derecha violenta y reaccionaria.
Como máximo, retrocedemos un poquito y nos atrincheramos algunas cosas, pero siempre retrocediendo. A mí eso es lo que me preocupa a largo plazo y la razón por la que, en definitiva, me la banqué y seguí intentándolo, porque entiendo que hay una serie de cosas en pugna en este momento de la discusión política que me preocupan y siento que puede profundizarse, que es nuestra manía de hacer concesiones para las discusiones que no nos estamos animando a dar o a defender con más temperamento.
Parte de su campaña con Pedro Rosemblat fue pujar para que se den algunas discusiones que no se estaban dando en la Ciudad de Buenos Aires. ¿Qué cuenta pendientes hay en este distrito para el campo nacional y popular?
OF: Lo cierto es que no teníamos ninguna posta, lo discutíamos con la dirigencia que se sentía atacada al pedo. Lo que decimos es que hay que asumir algo diferente a la resignación en el distrito, entonces hay que abrir y habilitar una discusión sobre cuál es la mejor estrategia. Ahora, habiendo pasado un tiempo, creo que se abre una oportunidad por las dificultades que está teniendo el oficialismo de la Ciudad para tramitar su relevo en una interna particular que ya arrancó media accidentada.
Ahí hay una oportunidad y a Leandro Santoro lo veo entusiasmado. No es que la única manera de hacer esa demostración era la que creíamos, esta lista tiene una oportunidad de demostrar estar a la altura y estoy muy expectante de que así sea. Es lo que voy a militar, votar y acompañar. De todas formas, el planteo era que si ellos están 16 años ganando vos estás 16 años perdiendo, lo cual es una obviedad, aunque no haga efecto en las discusiones del distrito.
Ellos tienen una maquinaria jodida de enfrentar y tienen virtudes para llegar a esas victorias, pero en el medio estamos perdiendo esas elecciones. Nosotros tenemos que hacer una revisión de la estrategia, adaptada a lo que creemos puede ser lo más jodido de afrontar para esa maquinaria justamente. Esa era la idea para abrir una nueva discusión, dos campañas o miradas, ni siquiera te digo dos programas porque creo que ahí es donde más nos encontramos. Si hay algo que esta fuerza política ha hecho en la Ciudad es esforzarse mucho en construirlo, en tener esas ideas, en estar presente en los conflictos y traducirlos en alguna propuesta. El problema es que eso no se ve. No tenemos una fuerza política capaz de mostrar y canalizar ese trabajo. Ideas nos sobran, hay que poder nuclearlas en una alternativa que sea igual de creíble para el resto de las y los porteños.
¿Qué es lo que pudieron demostrar?
OF: Quedó la intención de demostrar una cosa que le pasa mucho al peronismo porteño, que es sentir una contradicción esencial en lo peronista y en lo porteño como conjunto, como ser orgullosamente peronista y vergonzantemente porteño. Lo que también intentábamos hacer es dotar de orgullo a las dos partes.
Hay algunos de nosotros que tenemos que asumir un rol activo en la discusión sobre la Ciudad en lo particular, incluso a riesgo de que personas de otras provincias nos digan que no le interesa, lo cual es legítimo también. Hay un montón que asumen ese rol, no es ninguna revelación. A pesar de que no está pasando, algo del espíritu de lo que hicimos y las discusiones que fuimos dando cale o pegue en la campaña que se está haciendo.
Matías Lammens le reconoció que la van a necesitar para la campaña.
OF: Sí, cuando dije “entregada” no me refería a ninguno de la fuerza política sino en términos más abstractos. Con Matías hicimos la campaña en 2019 re contra juntos, lo requiero y para mí fue muy buena, obvio atado a un contexto nacional que ayudaba. Se armó algo potente, la pasé bien y él me pareció un buen candidato. Me dice eso y me lo espero porque siempre hablé y crucé ideas, sobre todo con Manuel Socías, que es del espacio de Lammens en la Legislatura y es uno con los que más laburé muchísimos temas, en especial vivienda y alquileres.
Siempre me sentí compañera de esos compañeros. Con Mariano Recalde también. El planteo que hicimos fue político, incluso lo fui hablando con gente que creía en la otra estrategia y no está mal. Tenemos esta idea y tenemos que ser capaces de articularla e ir a buscar distintas conclusiones sobre lo que pasa en la Ciudad. Le cuesta eso a nuestra fuerza política, a nivel nacional también.
¿En qué sentido?
OF: Ahora se puede ver muy claro con la primaria que hay en Unión por la Patria, en la cual estoy militando la candidatura de Juan Grabois, pero nos está pasando algo insólito que es pasar mucho más tiempo discutiendo la interna, empleando mayor despliegue y tenor argumentativo en disputar los votos que están adentro, que buscando los votos que están afuera. Somos nosotros los que reniegan o resignan capacidad para articular roles diferenciados en una fuerza política que obviamente tiene matices.
La unidad del peronismo o del campo nacional y popular no es gratis, viene con matices. El problema nuestro es no poder asimilar una manera natural o normal de procesar esas diferencias. Cuando pienso en esos planteos, de diferencias en la estrategia, creo que tenemos que aprender a procesar que eso pase y democratizar esas definiciones, porque en lo táctico capaz es menos necesario, pero en la estrategia lo menor es abrir a que los compañeros y las compañeras puedan ser parte y aceptarla más sanamente.
Estoy cansada de los cruces massismo-graboiscismo que no intentan buscar votos afuera. Soy imparcial, pero siento que sólo me estoy dedicando a intentar generar programas o discusiones que queden o puedan ser entendibles para cualquier elector. Entiendo que todo el mundo juega un poco a eso y que, por mi propio humor o animosidad en la discusión, veo que es sobre todo el más massista que Massa el que se pasa de rosca y vigilantea un volante en aymara pero después no te puede dar un argumento más que haber bajado la inflación a 6%, que no va a alcanzar para convencer a un voto en blanco.
¿Qué opina de la interna oficialista en la Ciudad?
OF: Como primera aclaración, porque aparece mucho entre compañeros esto de votar a Martín Lousteau en la primaria, soy testigo de que el bloque radical vota las mismas cosas, trabaja en la misma línea y construye los mismos sentidos que el PRO. En los temas que se diferencia ahora discursivamente no se diferenció en ninguna votación. Serán versión de buenos y malos modales del mismo programa y la misma lógica, que para mí está agotada en un punto en la Ciudad.
Me preocupa que, muchas veces, nuestros propios compañeros y votantes consideren que la única manera de renovar la conducción del distrito sea que la haga la Unión Cívica Radical. Tenemos que confiar en que nuestra fuerza política, con nuestro candidato, que es uno y su contexto, puede estar ahí para garantizar ese cambio de rumbo. Además, estoy harta del “voto politólogo”, votá lo que quieras y ya.
Es una interna que está mostrando muchas dificultades que nosotros tenemos que aprovechar. Creo que nuestros candidatos van a estar ahí para intentar aparecer como esa alternativa. Cuando ellos, cada uno desde miradas distintas, asuman su propio desgaste, ojalá lo podamos hacer. En eso estamos.