Desalojo en Casa Pringles

17.6.2023

Por Laura Dalto

Desde esta mañana alrededor de las 8hs la Policía de la Ciudad, con el aval se las autoridades del Gobierno de la Ciudad comenzaron a hacer efectivo el desalojando la Casa Cultural Pringles (Pringles 340 – CABA). Dialogamos con una integrante de la casa quien explicó la situación: «Casa Pringles es un hogar dónde venimos luchando 10 mujeres solas con hijos. Tenemos un merendero con 40 pibes en Almagro. El inmueble estaba, cuando vinimos, lleno de narcotraficantes y nosotras tuvimos que pelear mano a mano, sin que la policía se meta. Es un proyecto que nosotras llevamos adelante para acomodar nuestras vidas que venimos todas desde la adolescencia sufriendo violencia de género».

Desde esta mañana alrededor de las 8:00 la Policía de la Ciudad, con el aval se las autoridades del Gobierno de la Ciudad comenzaron a hacer efectivo el desalojando la Casa Cultural Pringles (Pringles 340 – CABA).
Johana, vecina de la Casa, explicó: «mi nombre es Joana González, vivo en Casa Pringles desde hace un año y medio. Hoy el Gobierno de la Ciudad vino y nos pateó la puerta, nos dijeron que si nos resistíamos nos metían a la cárcel y que saquemos nuestras cosas. Nos dieron como opciones: ¡o ir a la cárcel o a la calle! Y es lo que no vamos a permitir, ¡ni la calle ni la cárcel».
Continuó «somos 10 mujeres, todas con hijos, madres solteras que fuimos víctimas de la violencia de género, víctimas de la policía, chicas que salieron de la cárcel, que ayudamos con temas de consumo. Tenemos un merendero hace más de 8 meses en el barrio, vienen 40 chicos, hacemos apoyo escolar. Hay miles de chicos que aprendieron a leer gracias al proyecto que estamos presentando. Ahora estamos acá desde hace un año y medio. La Casa Pringles estuvo 30 años deshabilitada. Nosotras tuvimos que pelear con transas, narcos, recibir amenazas de muerte. Nos seguían de acá para allá para matarnos y la policía nunca hizo nada. Y ahora nos quieren sacar a nosotras que somos todas mujeres, pero cuando estaban los narcotraficantes nunca vinieron».

¿Cuál es el motivo por los cuales se tienen que ir?
Porque quieren el inmueble que es del Gobierno de la Ciudad. Sólo nosotras salimos adelante con el proyecto de la casa que estaba arruinadísima. Vos entrás en la casa y todo lo que ves es todo lo que nosotros hicimos.

¿Cómo sigue la situación, la medida de lucha ahora?
Están todas nuestras cosas afuera, si nos resistimos, nos van a meter presas. Acá estamos bancando.

¿Y los niños dónde están ahora?
Están en casa con nosotras, pasando toda esta situación. Vieron cómo nos patearon la puerta, nos querían tirar al piso cuando nosotras no nos resistimos y dijimos que no somos ningunas delincuentes.

¿Sufrieron violencia policial?
Sí, una oficial que me dijo que, si me hacía la loca, ella era loca y media. Cuando entraron y yo estaba en plena depresión me amenazaba que me iba a expulsar y que no iba a poder hacer más nada porque ellos son más y nosotras menos. Si reprimen, no sé qué pasará. La cárcel, porque eso es lo que nos prometen.

¿Algo que le quieras decir a la gente que no sabe qué es Casa Pringles, qué está pasando?
Casa Pringles es un hogar dónde venimos luchando 10 mujeres solas con hijos, Tenemos un merendero con 40 pibes en Almagro. El inmueble estaba, cuando vinimos, lleno de narcotraficantes y nosotras tuvimos que pelear mano a mano, sin que la policía se meta. Es un proyecto que nosotras llevamos adelante para acomodar nuestras vidas que venimos todas desde la adolescencia sufriendo violencia de género.

¿Hay organizaciones que las estén acompañando?
Sí, «Yo No Fui» se llama. La organización de Yo No Fui es toda otra gente que está acá.

Apertura de molinetes en la línea B para erradicar el asbesto del subte y contra las persecuciones

15.6.2023

Continuando el plan de lucha exigiendo la desabestización de la red de subterráneos y la reducción de la jornada laboral, los trabajadores del subte realizarán este viernes 16 de junio una jornada de difusión con liberación de accesos en la estación Carlos Pellegrini de la línea B de 16:00 a 18:00. Además, suman la denuncia contra sanciones por protestar y defender su salud y vida.

La situación ya lleva años y siguen sin ser escuchados por la empresa Emova y el Gobierno porteño. Denuncian desde el 2008 la presencia de asbesto, un material cancerígeno en la red de subterráneos, que ya se cobró la vida de tres trabajadores por cáncer ocasionado por la exposición a este mineral prohibido, 90 afectados por contaminación, 6 de ellos con procesos cancerígenos desarrollados, además de la afectación confirmada de por lo menos un usuario.
“Seguiremos denunciando, como lo hicimos frente a la OIT, el incumplimiento de normas y acuerdos internacionales, de leyes nacionales y fallos de la justicia por parte de la empresa concesionaria Metrovías-Emova y del Gobierno de la Ciudad en relación al cancerígeno asbesto”, denuncia Claudio Dellecarbonara, integrante del secretariado de la AGTSyP, sindicato de los trabajadores del subte, conocidos como metrodelegados.
A su vez Claudio denuncia “Esta actitud delictiva de quienes deberían haber dado respuesta a la crisis sanitaria de la red a partir del año 2003, se ve agravada por la campaña persecutoria contra los trabajadores que incluye centenares de sanciones injustificadas, miles de días de descuento salarial en forma ilegal, y en los últimos días, el pedido de desafueros para despedir a delegados y miembros de la directiva de la AGTSYP”.
Desde La Izquierda Diario venimos cubriendo el día a día de esta importante lucha, como así también sus denuncias y responsables de esta crisis sanitaria bajo tierra. Como denuncia Claudio Dellecarbonara “Instamos a las autoridades del Gobierno, de la Subsecretaria de Trabajo de la Ciudad y al Ministro de Salud Fernán Quiroz (frente a quienes hemos presentado notas por escrito reiteradas veces) y a la empresa Emova a habilitar los canales de diálogo paritario para solucionar esta crisis sanitaria que afecta la salud de millones de personas”.
Junto a las medidas de fuerza que realizan los trabajadores se comenzaron a suscitar acciones solidarias, como la que realizaron legisladores porteños con la convocatoria de dos audiencias públicas, donde se explayaron con la denuncia, junto a especialistas médicos, sanitarias, ambientalistas, personalidades de los derechos humanos y políticos entre otros.
Este pasado 12 de julio estudiantes universitarios, ambientalistas y trabajadores de distintos gremios realizaron un corte y escrache sobre SBASE, empresa estatal de Subterráneos de Buenos Aires, solidarizándose con la denuncia y lucha de los metrodelegados. Con esto no solo se extiende la lucha de los trabajadores del subte, sino que comienza a tener fuerza la solidaridad externa, único camino para que consigan sus demandas.
Los trabajadores del subterráneo preparan nuevas medidas de fuerza para los próximos días, en caso de no obtener ninguna respuesta favorable a sus demandas que viene exigiendo desde hace 5 años.

Presentan declaración en apoyo a docentes jujeños y contra la reforma antidemocrática de Morales

14.6.2023

Las legisladoras Alejandrina Barry del PTS y Mercedes de Mendieta de IS, ambas del FITU, presentaron este proyecto junto a otro en solidaridad con los docentes salteños y contra la represión ejercida por su gobernador. En Salta y Jujuy los docentes vienen peleando por el salario y en Jujuy son la cabeza de la lucha de todo el pueblo contra la reforma reaccionaria de Morales que pretende prohibir la protesta por Constitución.

Para ser tratado en la próxima sesión, las legisladoras del FITU Alejandrina Barry del PTS y Mercedes de Mendieta de IS presentaron un proyecto en apoyo a las y los docentes jujeños y contra la reforma antidemocrática de del Señor Feudal Morales. Junto a este, otro en solidaridad con los docentes salteños y contra la represión ejercida por su gobernador. En Salta y Jujuy los docentes vienen peleando por el salario y en Jujuy son la cabeza de la lucha de todo el pueblo contra la reforma reaccionaria de Morales que pretende prohibir la protesta por Constitución.
Las luchas docentes por salario son masivas en Jujuy y Salta, ambas provincias están entre las que menos salario pagan a maestras y maestros, en medio de una creciente pérdida del poder adquisitivo por la inflación. En Jujuy esta pelea se suma, junto al resto del pueblo, contra la reforma antidemocrática y reaccionaria del gobernador Gerardo Morales que pretende prohibir la protesta social por Constitución. Mientras en Salta el Gobernador Gustavo Sáenz reprimió a docentes el pasado 24 y 25 de mayo.
Por estos dos graves motivos, la legisladora Alejandrina Barry del PTS en compañía Mercedes de Mendieta ambas del Frente de Izquierda Unidad, presentaron dos proyectos de declaración para que la legislatura porteña se pronuncie. “El intento reaccionario de parte del Gobierno de Gerardo Morales de dar rango constitucional a la prohibición de la protesta es de una extrema gravedad. Los docentes cantan en sus marchas arriba el sueldo, abajo la reforma junto a miles de jujeños que se movilizan. Juntos por el Cambio se dicen republicanos, pero atentan contra el derecho a la protesta. Derecho prioritario cuya garantía es la única que permite defender el resto de los derechos”, declaraba Alejandrina Barry.
Al mismo tiempo afirmaba que “todos hablan a favor de la educación en campaña, pero los docentes están entre los peores pagos del país, mientras en Jujuy es un gobierno de Juntos por el Cambio y Salta es un gobierno del PJ. Basta de chamuyo proselitista, hay que apoyar a los docentes y rechazar por completo la represión que sufrieron los salteños el pasado 24 y 25 de mayo”.

Cuando la policía es parte crítica de la ruta para denunciar las violencias de género

13.6.2023

Por Inés Hayes/ Paula Talento

¿Cómo opera la policía de la Ciudad en la ruta crítica de las víctimas que denuncian violencias de género? Conversamos con referentas barriales de la CABA y detectamos los principales obstáculos y negligencias que las fuerzas de seguridad despliegan. Entre el colapso y la falta de presupuesto, un breve punteo de los dispositivos que deberían funcionar, incluso dentro de la estructura policial.

Cuando las mujeres, lesbianas, gays, bisexuales, travestis, trans, intersexuales y más (LGBTIQ+) toman la decisión de denunciar al agresor, el primer organismo estatal con el que se encuentran es la comisaría del barrio. Y allí, el primer obstáculo: la falta de formación policial para abordar estas temáticas ya sea en cuestiones relativas a las normativas vigentes, procedimientos y protocolos como también en la manera de abordar –humanamente- a la persona que denuncia.
Una de las formas de sortear esta barrera es que la persona que denuncia no vaya sola a la comisaría, al menos es la manera más efectiva que la Red del Bajo Flores encontró en su contexto. “Hay más cabida cuando saben que hay asesoramiento, a la policía le falta formación con perspectiva de género porque no están capacitados para desactivar y correr al violento, decirle que no puede ingresar a la casa”, dice Griselda Galarza. También cuenta que hay demoras en la sustanciación de las exclusiones de hogar, medida que tiene que ordenar la Justicia pero que le corresponde garantizar a la policía. Un control que está ausente.
Galarza es docente, vicedirectora de la única escuela secundaria que hay en el Bajo Flores e integra, desde que se creó, la Red de docentes, familias y organizaciones del barrio. En 2015, la comunidad del Bajo Flores se organizó frente a la inacción de la policía y el estado que no daba respuesta para encontrar a las pibas que desaparecían. Galarza cuenta que “en relación a la policía tuvimos nuestro momento tensísimo que fue cuando no accedían a tomar las denuncias, sobre todo en lo relativo a las desapariciones de las pibas. Decían que tenía que pasar determinada cantidad de tiempo, que se habían ido con un novio, que ya iban a volver o cosas así. Mucha estigmatización y estamos hablando de niñeces de entre 13 y 17 años”. Sobre todo, dice Griselda, les pasó con las comisarías de su jurisdicción: la comisaría vecinal 4 B, en calle Quilmes y la comisaría vecinal 7 A que se encuentra sobre Bonorino, la ex 38.
“Lo primero que tenemos que hacer es ponernos al servicio de la compañera, ser sororas, escucharla, sostenerla, brindarle en ese momento en que ella está pasando la situación de violencia, o que atravesó, tratar de calmarla y ver la decisión que toma ella y siempre respetando la decisión de la compañera”, cuenta Felicita Zorrilla Servian, que acompaña denuncias de violencias de género en la zona de Barracas, en el barrio 21-24. La referenta coincide en la falta de formación policial en la temática y agrega: “No me gustó el accionar policial con respecto a una compañera que estábamos acompañando víctima de un intento de abuso sexual. La acompañamos junto con la madre. Ella tenía 19 años, lo que no me gustó son las horas eternas de espera que no terminan nunca, interrogatorio que se prolonga, insisten y revictimizan, qué va a pasar con la pericia, llevarla de un lugar a otro y lo peor fue subirnos a una camioneta con vidrios polarizados y traerla de nuevo a ella para que indique el lugar donde el agresor intentó abusar de ella, eso a mí me pareció muy cruel. Ella estaba reviviendo toda la situación”, cuenta. En sus palabras: “Institución no hay ninguna que nos acompañe. Acá en el barrio estamos en la desidia, no tenemos acompañamiento de ninguna institución. Y las acompañamos desde las organizaciones”.
En este sentido, Maka Barrera Veliz, de la organización Somos Fuego de la CTA en el barrio Mujica, cuenta que “las experiencias que tuvimos con la policía fueron malísimas siempre y hay mujeres que han sido violentadas. Tenemos policía cerca de la zona, pero las mujeres fueron humilladas y violentadas, maltratadas (por ellos) y los casos de violencia no se los toman muy en serio. Los destacamentos en sí no toman denuncias, directamente te derivan a las comisarías que están alrededor”.
En Barrio Fátima la situación es similar. Rosa Ortega, presidenta del barrio, cuenta que cuando decide hacer la denuncia, la persona se dirige al refugio que gestiona junto a otras compañeras, allí la asesoran y, si está decidida, la acompañan. “Muchas veces no se animan a denunciar porque no pueden salir de la casa o por los chicos y ahí las acompañamos nosotros. Hay mujeres que hacen la denuncia y tienen suerte, depende de quién les toque en la comisaría”, asegura. En Fátima, las denuncian deberían hacerse en la ex comisaría 36 (actual comisaría vecinal 8 B), que en general no da respuesta. La policía suele referirlas a La Boca o, directamente a la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) que está en microcentro (Lavalle 1250). “Ellos no toman denuncias por violencia de género porque no tienen cómo atender esa parte”, asegura. Una vez que se hace la denuncia, desde el refugio llaman al juzgado para agilizar el trámite y acompañan como pueden a las denunciantes que, en general, están decaídas y tienen miedo”. Aunque, aclara, no hay personal suficiente para acompañarlas. Rosa resalta que las barreras para denunciar no solo se concretan en la distancia que tienen que recorrer sino también en la cantidad de trámites que deben que hacer. “Pedir botón antipánico, por ejemplo, es un trámite larguísimo y depende en qué situación se encuentre la mujer. Si hay abuso (a un niñe) es más rápido porque entra minoridad, en una semana se resuelve. Si es violencia de género lleva un mes o dos meses para resolver o tenés que denunciar directo a la fiscalía, es más rápido. Si es por comisaría, tarda siempre”. Como puede verse, el rol de la comisaría queda en segundo plano, en la experiencia de barrio Fátima es conveniente ir directo a la fiscalía. Las dificultades se multiplican cuando el Estado está ausente: es muy usual que, ante la falta de contención, a la semana, la denunciante vuelva a la relación de pareja con el violento.
Rosa Ortega, de barrio Fátima, resalta que las barreras para denunciar las violencias de género no solo se concretan en la distancia que tienen que recorrer sino también en la cantidad de trámites que tienen que hacer.

El espacio gris de la burocracia jurisdiccional

El Decreto presidencial N° 864/2011 dice que el Operativo Unidad Cinturón Sur tendrá por objeto optimizar el servicio de seguridad ciudadana de un sector de la Ciudad de Buenos Aires considerado violento y conflictivo. Parte de la historia del traspaso de la seguridad del territorio porteño desde las fuerzas federales a las de la policía de la Ciudad puede leerse en este informe del Mapa de la Policía. Pero ¿quién, efectivamente, se hace cargo de lo que pasa en los territorios? En el Bajo Flores, cuenta Griselda, la policía de la Ciudad actúa sobre la periferia y gendarmería, adentro. “Ahí ya hay un quilombo. Si hacés la denuncia en la policía de la Ciudad, a la villa no entra. Fin del cuento”, dice.
En el libro “Mujeres Armadas”, Sabrina Calandrón relata una experiencia en un operativo en la madrugada de Villa Soldati en donde este tironeo entre la policía y gendarmería se encuentra a la orden del día. La policía golpea a un detenido en la comisaría y llama a gendarmería para que lo traslade, a lo que esta fuerza se niega. Mientras las discusiones entre las fuerzas siguen, el detenido no recibe asistencia médica. Los tironeos entre la policía de la Ciudad y las fuerzas federales contempladas en el Decreto cuentan con un trasfondo legal que frena la capacidad de accionar y presenta grises en donde los efectivos buscan cubrirse y desvincularse de responsabilidades. Y en ese gris quedan las organizaciones sociales y comunitarias.
En el Bajo Flores, cuenta Griselda Galarza, la policía de la Ciudad actúa sobre la periferia y gendarmería, adentro. “Ahí ya hay un quilombo. Si hacés la denuncia en la policía de la Ciudad, a la villa no entra. Fin del cuento”, dice.

Lo que debería funcionar

En este estado de situación ¿cómo deberían funcionar las comisarías de la Ciudad de Buenos Aires en relación a este tipo de denuncias? Silvia Mercado es Comisario Inspector y está al frente del Departamento Familiar y de Género de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires. Según dijo a este medio, hay cuatro comisarías de Protección Familiar y de Género (norte/sur/este/oeste) que abarcan toda la Ciudad de Buenos Aires. “En todas las comisarías se reciben denuncias de violencia. Si es un hecho de abuso sexual, seguramente esa comisaría va a trasladar a la víctima al hospital o a estas comisarías con alguien del mismo género”, afirmó. Las cuatro comisarías tienen anexos, la de Lugano tiene el anexo en Zabaleta, la norte está a una cuadra del DOT y el anexo está en Chacarita “para que la víctima no se tenga que ir hasta la otra punta”, explica Mercado y menciona que en la sur hay mayor demanda.
“Cuando la víctima denuncia, se le toma la declaración y se consulta al juzgado, acorde a lo que diga es cómo se sigue con la denuncia. Si, por ejemplo, presenta lesiones, primero se hace que la asista la 137 que es la Brigada de Victimas contra la Violencia. Ahí la asiste un equipo interdisciplinario, hacen un informe para mandar al juzgado, la atiende un médico legista, se le da un botón antipánico”, explica Mercado. “El accionar después de la denuncia lo dirige la Justicia con el operador de género. Si hay peligro de vida se le pone una consiga en la puerta. Siempre se hace seguimiento durante 5 días, depende el tipo de denuncia, cada caso es diferente”, dice. Cabe mencionar que la línea 137 no recibe denuncias, pero sí es un canal para que las víctimas de violencias de género obtengan información y acompañamiento.
En contraste con lo que se viene recabando en el presente informe, Mercado reseña que la policía de la Ciudad tiene un sistema aceitado en la temática por la experiencia de trabajo que acumula desde 2009. “En 13 años pasamos de una oficina chiquita con 8 personas a una Superintendencia. Somos pioneros en toda América con esta estructura de género que tiene esta policía. No hay otra con esta estructura de género”, aseguró.
La Superintendencia consta de dos grandes áreas de trabajo, una de asistencia y prevención y otra netamente policial que encabeza Mercado. “La primera sólo capacita dentro de la policía y también afuera, en escuelas primarias sobre bullying y en secundaria, sobre noviazgos violentos”, contó. Las capacitaciones policiales son permanentes a lo largo del año y prestadas por “psicólogas y abogadas, personal policial, que da estas capacitaciones y articulamos mucho con el gobierno de la Ciudad, con la Dirección General de la Mujer, nos capacitamos en trata, violencia en adultos mayores”, dice Mercado.
En relación a la recepción de denuncias por violencia de género, expresó: “El operador policial de género tiene que estar capacitado. No es lo mismo tomar la denuncia de una víctima de violencia de género que a una señora que le robaron la cartera. La toma de la declaración es de dos horas. El policía tiene que estar formado, obligatoriamente”. No obstante, reconoció que “esto no quiere decir que no haya gente que no está a la altura de las circunstancias. De la escuela de cadetes vienen con formación en género. El problema es con el policía viejo por un tema cultural y generacional”.
Ante la pregunta sobre si tienen protocolo de actuación ante este tipo de denuncias, Mercado responde que no tienen pero que sí cuentan con una guía de actuación que es la primera intervención del policía con la víctima para toda la Policía de la ciudad. Se llama Primera intervención del personal con la víctima. Aunque, según dice, no es de carácter público sino administrativa.
“El operador policial de género tiene que estar capacitado. No es lo mismo tomar la denuncia de una víctima de violencia de género que a una señora que le robaron la cartera. La toma de la declaración es de dos horas. Esto no quiere decir que no haya gente que no está a la altura de las circunstancias”.

Políticas sin capilaridad para las clases populares

Hay otros problemas más estructurales que inciden de forma directa en la imposibilidad de denunciar las violencias de género, uno de ellos es la ausencia de políticas públicas que den respuesta a los problemas reales. Las referentas consultadas coinciden en que conseguir cualquier tipo de subsidio para las denunciantes se convierte en un tramiterío inexplicable, una especie de vulneración de derechos dentro de otra. “Las políticas públicas, cuando no se capilarizan, o sea cuando vos te sentás en un escritorio y pensás una política, pero no se materializa en la presencia del estado concreto con compañeras trabajando en el territorio, son políticas básicamente que están destinadas solo a una clase social, no son para las clases populares”, explica Griselda Galarza.
Pero no solo se trata de que las ayudas económicas existan y lleguen. También hay que combatir la precariedad que rodea a las políticas destinadas a atender las violencias de género en los barrios: no se poseen dispositivos estatales cercanos y suficientes en donde realizar las denuncias ni se forma a las personas que deben dar respuesta a estos requerimientos. En la mayoría de los casos, esos mismos funcionarios y funcionarias se encuentran realizando tareas en condiciones de insalubridad y mal pagas. No tienen las herramientas y mecanismos que para dar respuesta inmediata a la problemática como, por ejemplo, ofrecer alojamiento a la mujer que denuncia y a sus hijos. “Hay un abandono histórico del estado en relación a las políticas de cuidado y protección de derechos”, afirma Galarza.
Desde la Villa 20, Romina Ávila, abogada y coordinadora del Centro de Acceso a la Justicia (CAJ) también asegura que se necesitan con urgencia políticas públicas que generen trabajo genuino para las víctimas. “Terminan en situaciones graves por sostener vínculos violentos por el sometimiento económico con el agresor. Mientras no haya generación real y promoción de trabajo y un apoyo económico, va a seguir sucediendo. Las políticas tienen poco presupuesto, a las políticas las sostenemos los trabajadores y trabajadoras que realmente lo hacemos con mucho empeño, cariño y dedicación”.
Pero la precariedad no solo se vive en los dispositivos creados para afrontar las violencias de género en los barrios, hay una falta de reconocimiento estatal de los derechos mínimos de las personas que habitan los barrios de emergencia. Que los vecinos no cuenten con infraestructura adecuada y que deban trasladarse hasta el centro de la ciudad para radicar una denuncia también es violencia. Rosa Ortega, del barrio Fátima, trata de encontrarle la vuelta: “no sé si debería haber una comisaría, tendría que haber una cartera donde tomar la denuncia y llevarla donde corresponde o que en la comisaría haya un equipo de asistente social o psicóloga, que no te den vueltas de un lugar a otro. Y muchas veces quienes denuncian no pueden sostenerla (anímicamente) o por dinero. Deberíamos de tener en cada barrio un espacio donde denunciar y que te brinden acompañamiento. Trabajar con un equipo para evitar estos quilombos”.
Maka Barrera Veliz, desde su experiencia en barrio Mujica, cuenta que “muchas veces hemos sentido que las instituciones del Estado no acompañan como tendría que ser, porque te ponen muchas trabas en el camino. La mujer está siendo violentada y te mandan a tu casa de nuevo a que sigas corriendo peligro”.
Romina Ávila va más allá y afirma que el Poder Judicial es un eslabón importante frente a la lucha por la impunidad de los agresores, un eslabón que funciona muy mal. “No están preparados para acompañar a las víctimas”. Pero no solo ello, sino que las comisarías e inclusive las unidades de género no están preparadas para recibir estas situaciones. “No trabajan bien, son expulsivos y realmente asesoran mal y asesoran cuando no deberían. No conocen los territorios y las problemáticas y eso hace que funcionen mal las comisarías y las unidades de género. Haría falta un trabajo más articulado y mancomunado con las comisarías”, agrega.
No solo se trata de que las ayudas económicas existan y lleguen. También hay que combatir la precariedad que rodea a las políticas destinadas a atender las violencias de género en los barrios: no se poseen dispositivos estatales cercanos y suficientes en donde realizar las denuncias ni se forma a las personas que deben dar respuesta a estos requerimientos.

Al pie del colapso

Existen diversos dispositivos territoriales especializados donde las personas de los barrios populares acuden para atender las denuncias de violencias de género en la Ciudad de Buenos Aires cuando la comisaría no es una opción. Algunos de ellos son los Centros de Acceso a la Justicia (CAJ), la Asesoría General Tutelar, la línea telefónica 137, la Oficina de Violencia Doméstica (dependiente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación – OVD) y ATAJO.
Las referentas barriales consultadas en este informe coincidieron en que la mayoría son de difícil acceso ya sea por la distancia en que se encuentran en relación a los barrios, la imposibilidad de dar una respuesta inmediata a una emergencia o porque se encuentran totalmente colapsados. “Hemos tenido pésimas experiencias con la OVD, siempre y cada vez, no hay equipo que tenga empatía. No saben cómo abordar la situación. Entiendo que están colapsados, pero no justifica el trato hacia las mujeres del Bajo Flores que es pésimo: demoras de horas y horas y se suma que después no hay dispositivo donde derivarlas”, cuenta Griselda.
Dentro de la Ciudad de Buenos Aires, las víctimas que más acuden a la Línea 137 son de Villa Lugano y de Flores, así lo contó su coordinadora, Mariela Bañares. “Podría suponerse que se debe a la superpoblación de estos barrios como así también que en dichas zonas no existen las comisarías especializadas donde realizar las denuncias las 24 horas”. Según cuenta Bañares, “la Línea 137 recibe llamados de todo el país, alrededor de 30 llamadas por día, entre las que hay pedidos de orientación y asesoramiento como así también acompañamientos”. En el radio de la CABA, los equipos técnicos conformados por psicólogos y trabajadores sociales que atienden la línea son los que intervienen en los territorios mientras que, en las provincias, se articula con otras instituciones. La cantidad de llamados aumentó de forma significativa con la pandemia, por lo que además del 137, la línea habilitó un número de Whatsapp: 113133-1000. “La intervención territorial no sólo tiene como eje la efectivización de la denuncia de las víctimas de violencias en el ámbito familiar y de las víctimas de delitos sexuales para la detención de los agresores, sino también la promoción del acceso a la justicia”, asegura.
Los testimonios brindados en este informe pretenden esbozar, apenas, un estado de situación cuyos datos concretos nunca fueron recabados por las instituciones públicas involucradas. No obstante, se trata de una fotografía actual de los obstáculos más prominentes al momento de emprender el camino sinuoso de la denuncia por violencia de género en la Ciudad y sobre todo, el rol y las responsabilidades que le caben a la policía.

CABA: murió un hombre en situación de calle a días de que comience el inverno

13.6.2023

La noticia llega una semana después que se conociera el censo que indica que en el último año aumentó un 34 % la cantidad de personas sintecho en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En tanto todos los gobiernos provinciales, así como el de Caba y Nación, solo destinan balas para desalojar a quienes buscan en una parcela un lugar para vivir.

Héctor, un hombre en situación de calle en Villa Crespo, fue encontrado sin vida este lunes por la mañana. Los médicos del SAME confirmaron su muerte luego que fue hallado inconsciente en la calle. La Asamblea por los Derechos de las Personas en Situación de Calle, informó que el hombre tenía entre 35 y 40 años y que pasaba sus noches en los alrededores del Parque Centenario. Muy conocido entre las personas que habitaban esa zona. De él destacaron que era muy alegre y buen compañero.
Hace una semana se conocía los resultados del censo que registra a las personas que viven en situación de calle en Ciudad de Buenos Aires. Según este relevamiento, 3.511 personas están sin techo. Este dato da cuenta de una suba del 34% respecto del relevamiento del 2022. Registró, además, una mayor presencia de familias en esta condición. Sin embargo, estas cifras pueden no reflejar completamente la realidad, ya que muchas organizaciones argumentan que existe un subregistro en el censo y que la metodología utilizada puede dejar fuera a un número considerable de personas sin hogar.
Las circunstancias de la muerte de Héctor aún no han sido confirmadas oficialmente, y la Justicia ha ordenado la realización de una autopsia para determinar las causas exactas del fallecimiento.
El hecho ocurrió el mismo día en que el Gobierno porteño anunciaba un operativo “extraordinario” para las noches de frío, el cual incluía el despliegue de equipos de asistencia en la calle para brindar alimentos y abrigo a las personas en situación de calle. Sin embargo, las organizaciones que trabajan con personas sin hogar, como Proyecto 7, realizaron un desayuno de protesta en el Obelisco para reclamar una mayor asistencia y atención hacia esta problemática y el cuestionamiento con respecto a la respuesta actual a la crisis de las personas en situación de calle.
Es fundamental proporcionar refugio, alimentos, atención médica y apoyo a estas personas, así como implementar programas de viviendas.
La muerte de Héctor es una triste muestra de la realidad que enfrentan las personas en situación de calle. Sin embargo, la muerte de un hombre joven es responsabilidad de los gobernantes, en este caso de Horacio Rodríguez Larreta que no destina los recursos necesarios para dar respuesta de fondo a la falta de viviendas. También es responsabilidad del gobierno nacional, que ha priorizado pagar al FMI y no ha impulsado políticas públicas como la creación de estas viviendas populares. Por el contrario, desde que llegó a la Casa Rosada, la pobreza aumentó a casi 40 % y la inflación escaló hasta superar el 100 % anual.

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