Trabajadores del Colón y la Scala de Milán contra el desguace cultural
2.9.2010
Los trabajadores del Teatro Colón y de la Scala de Milán realizaron una conferencia conjunta en la que denunciaron las políticas de desguace cultural de Mauricio Macri y Silvio Berlusconi
“La cultura y sus expresiones artísticas son un bien social esencial y el acceso a éstas es un derecho inalienable de todos los ciudadanos. Este principio debe ser inexcusablemente protegido por el poder político y los funcionarios de los gobiernos de turno, sea cual fuere su tendencia, ya que al igual que la salud y la educación son principios básicos y constituyentes de las sociedades democráticas”, así empieza el comunicado que emitieron en conjunto los trabajadores de los Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires y Alla Scala de Milán, Italia. Allí denuncian el intento de parte de las autoridades (Mauricio Macri y Silvio Berlusconi) de “privatizar encubierta o explícitamente las instituciones dedicadas a las expresiones del arte lírico, sinfónico y coreográfico”.
Aseguran que las políticas de ambos gobiernos son una “demostración cabal de que consideran a la cultura como un valor económico cuya implementación, estructuración y difusión deben regirse por las leyes del mercado, la oferta y la demanda y la accesibilidad dependiente del poder adquisitivo”.
En una conferencia de prensa realizada en el Hotel Bauen, los trabajadores de ambos teatros dieron cuenta de la actual situación de los teatros reconocidos histórica y mundialmente por su calidad artística: recortes presupuestarios, precarización laboral, traslados y disponibilidades de trabajadores, destrucción de los sistemas de producción propia, ausencia de concursos, tercerización de las prestaciones, falta de paritarias sectoriales y utilización espuria de los espacios con actividades que no se relacionan con la función de los teatros.
“La similitud de la problemática de los trabajadores de la Scala y del Colón aquí expuesta es prueba contundente de que el avance de la ideología de la depredación cultural y la imposición de modelos de gestión basados en el desprecio de los bienes esenciales de nuestra sociedad y de sus trabajadores son internacionales y forman parte de un pensamiento que, a pesar de haber fracasado rotundamente y de haber provocado una crisis global sin precedentes, insiste en imponer recetas económicas y sociales que sólo producirán más exclusión, más sufrimiento y más violencia”, señalan.
Las mentiras del Sr M.
“Con 800 trabajadores el Teatro funciona correctamente”, “tras las reformas edilicias la acústica de las salas es la misma”, “el funcionamiento del Colón está a la altura de la calidad artística del Scala de Milán”. Estas mismas frases, y otras similares, se escucharon en boca del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, de su ministro de Cultura, Hernán Lombardi, y demás secuaces PRO. Pero José Piazza, delegado de los trabajadores del Colón, da cuenta de que esta idílica descripción no es tal.
“Nosotros tenemos fallos judiciales a favor para que reingresen los trabajadores que fueron desplazados en forma ilegal y arbitraria. Muchos compañeros regresaron, pero tenemos otros que todavía no volvieron y el Ejecutivo de la Ciudad no tiene intención de traerlos. En la Ley de Autarquía del Teatro hay artículos que puntualmente dicen que todas las decisiones tienen que ser consensuadas, pero eso no se dio así. Se desplazó gente y tuvimos que hacer una instancia penal para que empiecen a acatar el fallo. Todavía tenemos gente fuera”. Además, José aclara que hoy el teatro no trabaja con 800 empleados, sino con muchos más, que pertenecen a empresas privadas. La boletería y la seguridad, por ejemplo, son privadas: “Desplazaron a todos nuestros trabajadores para reemplazarlos por empresas privadas, quiere decir que el contribuyente de la ciudad las está subvencionando, que no hacen falta en el teatro porque el personal ya estaba”, explica José.
Al mismo tiempo que se iniciaron las obras en el Teatro, comenzaron a desaparecer objetos del lugar. Hoy se venden por Internet. Nunca se hizo un inventario de lo que había, por lo que ahora es difícil saber a ciencia cierta qué y cuánto falta.
José afirma, además, que en el Colón no se hizo una refacción, sino una reestructuración edilicia. Esto hizo que la acústica ya no sea la misma: “Si se va a escuchar un concierto ahora, se verá que la orquesta está bastante adelantada, hacia el lado de la platea, lo que antes no era tan así. Es que parte de la orquesta no se escuchaba bien en la sala, por lo que tuvieron que adelantarla. Hay mucha gente que dice que quedó todo igual, y no es tan así”.
Llamado internacional
El documento elaborado por los trabajadores argentinos e italianos ha recorrido ya un largo camino y recibió adhesiones desde distintas partes del mundo.
“Nuestra denuncia y llamado también es internacional: la difusión del presente documento pretende alertar y convocar a todos los trabajadores de la cultura del mundo. El mensaje es que debemos organizarnos para enfrentar estas políticas nefastas y más allá de las diferencias locales, idiomáticas o culturales, reconocer a un enemigo común cuyo único objetivo es convertir a la cultura y a sus instituciones en meras fuentes de negocios y lucro”, afirman en el cierre del comunicado.