LA SORPRESA ANUNCIADA DE PROYECTO SUR EN CAPITAL
Reportaje a Pino Solanas
23.06.2009
Paradigma del cine militante desde los años 60, con la mítica "La hora de los hornos", Pino Solanas ya aparece, desde Proyecto Sur, como la gran sorpresa electoral que se prepara en la ciudad de Buenos Aires, hasta el punto de que algunos encuestadores le auspician desplazar a la lista de Elisa Carrió, como segunda fuerza en el distrito. Según Solanas, esa performance permitiría plantear desde un lugar de mayor fortaleza la convocatoria a la conformación de un frente plural que encarne "un proyecto nacional y popular" sostenido con el pueblo movilizado.
-Proyecto Sur tiene planteos que coinciden con varias de las demandas de los movimientos sociales. ¿Hay expectativas de prácticas de construcción común con esos movimientos?
-Desde el nacimiento, Proyecto Sur quiere, busca, intenta, ser la expresión de un movimiento amplio, no sólo político partidario. Nosotros decimos que somos un movimiento social, político y cultural. Pretendemos entrar en confluencia con una cantidad de organizaciones sociales, políticas, territoriales que en todo el país se dan de maneras y con características distintas, rescatando un poco el espíritu horizontal y asambleario del 19 y 20 de diciembre de 2001, encontrándonos con los movimientos sociales, movimientos piqueteros, ambientalistas, también con el sector de la CTA de Claudio Lozano que está en Proyecto Sur. Estamos en eso. Ahora, esto es una criatura; el nacimiento fue en agosto de 2007, así que todavía no cumplió 2 años. Pero esa es nuestra vocación. ¿Cómo se va construyendo? Eso es lo más difícil, lo estamos aprendiendo todos los días.
-En su experiencia, ¿los movimientos sociales tienen el objetivo de confluir?
-Ahí hay un debate que no está saldado, entre lo social y la disputa de poder político. La verdad es que desde los 90 se dieron muchísimas experiencias de luchas sociales, movilizaciones y grandes marchas de todo tipo. Cada uno de los sectores a los que Menem le pegaba el zarpazo, resistía. Resistieron los maestros, los ferroviarios, los portuarios, los jubilados… Nosotros creemos que las resistencias sociales tienen un límite. Lo más claro fue lo del 19 y 20 de diciembre. Si no asumen las construcción de poder político, desde ellos y con sus propias representaciones, los movimientos sociales seguirán estando a la saga de los instrumentos o lo partidos políticos tradicionales.
-¿Es un problema que se expresa en los movimientos sociales por un rechazo a la participación electoral o porque en general no construyen política?
-Pasa un poco de todo. En varios sectores que protagonizan luchas particulares, por ejemplo grupos ambientalistas, calaron los planteos del no poder, al estilo de Negri… Pero la experiencia del 2001 y 2002, en ese sentido, tuvo una derivación patética: cuando Duhalde se dio cuenta de que la situación se le escapa, armó rápido unas elecciones y se terminó votando a las distintas variantes que ofrecía el bipartidismo. Pero está por demás claro que la solución no es volcarse a una lucha meramente electoral. Eso no alcanza. Lo electoral, sin un pueblo organizado, que defienda los cambios que hay que hacer movilizado en la calle, en el debate de ideas, en la polémica política cotidiana, no sirve. Los cambios políticos que se dieron en Latinoamérica en los últimos 5 años van a caballo de fuertísimos movimientos culturales y sociales. Yo creo que el camino es el de la movilización y la construcción permanente de poder político. El cómo, insisto, lo vamos haciendo todos los días. Yo creo en un proceso de creación de redes, con reales autonomías, entre las distintas construcciones sociales y políticas en todo el país.
-Y en relación con el 2002, ¿en qué estado está ese proyecto de construcción?
-En términos generales, debilitado. Pero el tema es muy complejo y hay lugares y sectores en los que se avanzó. Por ejemplo, los grupos ambientalistas en tres años ya consiguieron que se prohíba en 7 provincias la minería a cielo abierto con cianuro. La conciencia política contra el capitalismo de exacción, devastador, creció mucho en estos años.
-¿Cómo se va a expresar ese estado en las elecciones del 28?
-Uno de los modos de expresarse, sin duda, va a ser el avance de sectores de la derecha. Pero yo estoy convencido de que existe un pueblo, o grandes sectores populares, que están latentes, agazapados, mirándola. Sectores que han hecho y acumulado una gran experiencia de lucha, de resistencia, y que están con la expectativa de la reconstrucción de un movimiento nacional. Y empiezan a haber emergentes. Creo que nosotros estamos en camino de ser uno de esos emergentes en Buenos Aires. No somos sólo la izquierda, no somos sólo el peronismo. Somos un punto de reencuentro de gente que viene de distintos naufragios y más descreídos que un zorro. Creo que hoy por hoy nuestro mayor mérito es el de haber rescatado y machacado sobre 6 o 7 temas básicos, ausentes del debate político y que son nucleares para cualquier proyecto nacional. La matriz energética y minera, la distribución, el ataque a la miseria, un gran plan social de salud, la reconstrucción de las industrias básicas. Eso hizo que se acerque mucha gente. En términos electorales hoy estamos peleando el segundo lugar en la Capital. Y en ese sentido, y como un primer objetivo en el plano de la política superestructural, estamos con posibilidades, por así decirlo, de ganarles a pretendidos planteos “progresistas” -por un lado el liberal social demócrata de Lilita Carrió y por el otro el del falso contenido popular peronista de Néstor Kirchner- para enfrentar desde ahí al macrismo.